Entrevista | Lara A. Serodio Guionista y escritora
“La infidelidad femenina sigue siendo tabú”
La autora viguesa afincada en Barcelona relata en su nueva novela, “La piel infiel”, el romance de una mujer fuera de su pareja, y aborda temas de actualidad como las relaciones tóxicas, la salud mental y el abuso en el entorno laboral

La autora gallega Lara A.Serodia. / Cristina Reche
Viguesa de 39 años, Lara A. Serodio vive en Barcelona desde que se fue a estudiar guión a la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña, formación que completó con un máster en estudios lingüísticos, literarios y culturales. Acaba de publicar su cuarta novela, “La piel infiel”, que relata la historia de una especie de Madame Bovary del siglo XXI.
– Inaugura con “La piel infiel” el sello editorial con N de novela, del grupo Planeta, ¿qué supone esto para usted?
– Es una mezcla entre orgullo, ilusión y responsabilidad. Desde el primer momento en que se interesaron por la novela, obviamente es una alegría descomunal; a medida que avanzaron los meses y he ido viendo cómo han ido tratando a los autores y a la historia ha sido todo un lujo, porque el proceso editorial es bastante solitario, el hecho de inaugurar un sello supone que es la primera vez para todo el equipo y me he sentido más acompañada. La parte de responsabilidad también está ahí, es algo más grande de lo que he vivido hasta ahora y hay un pinchacito en el estómago por querer estar a la altura.
– ¿Lo afronta con más tranquilidad porque esta novela ya ha tenido una primera vida como audiolibro y estuvo en el “Top 5” de los más escuchados?
– Sin duda, a nivel de historia y de producto no puedo estar más orgullosa del libro, siempre lo he estado, independientemente de la acogida del lector. Fue toda una sorpresa el cariño que le dieron los lectores/oyentes cuando se lanzó en el 2021, digamos que ya sé por dónde van a ir las reseñas críticas, pero la ilusión y los nervios no se pierden nunca, cada lector es diferente y te puede dar un punto de vista que no habías contemplado.
– Y eso que en la era digital somos menos los que preferimos el papel impreso.
– Creo que no hay autor que no piense que el papel es el rey y el objetivo final. Hay pocos momentos iguales a cuando ves tu libro en las tiendas, a cuando lo coges por primera vez, lo hueles y lo abres. Es la cuarta vez que abro esa caja y el gusanillo, la emoción y los ojos empañados no se van. Aún así, me parece importante que existan otras opciones de consumo por varias razones: el precio, el espacio y la poca accesibilidad, mi padre tiene un problema de visión muy grande y gracias a libros digitales puede seguir leyendo. Todo puede convivir y es necesario para llegar al mayor número de lectores.
– Retrata a una Madame Bovary del siglo XXI, ¿qué similitudes y diferencias tiene su protagonista con la Emma de Flaubert?.
– Las similitudes son estructurales. Mi intención no era hacer un retelling al uso, copiar la estructura y a partir de ahí actualizarla. Ambas protagonistas encuentran un ambiente opresivo en la vida monótona, siguen los mismos pasos, perciben una llamada al deseo, consuman el adulterio, hay un consiguiente desengaño y un precio. En común también encontramos el tema de la sociedad cómplice de esa opresión que sufren ambas. El adulterio femenino todavía es un tema tabú 160 años después. Lo que marca la diferencia es el desenlace, yo he querido cambiar la visión porque no quería ese final de las heroínas adulteras de la novela decimonónica, que sufren el suicidio, la soledad y el rechazo porque han roto con la moral convencional. Quería traer esa Bovary al siglo XXI, no castigarla y hacer que resurja de sus cenizas.
– Al hombre adultero se la ha disculpado tradicionalmente, mientras que a la mujer infiel se la condena, ¿cree que esto está cambiado o es una asignatura pendiente para el movimiento feminista?
– El tema de la infidelidad sufre un sesgo de género brutal. El adulterio femenino está condenado porque el orden patriarcal establece que siendo infiel estás tentando con los valores de la sociedad con la que hemos crecido. Las mujeres hemos sido educadas en la idea de amor romántico, de la dependencia emocional, de la castidad y del control, por eso a las adulteras se las castiga, en contraposición con una serie de comportamientos tóxicos y liberales que se justifican cuando vienen por parte del hombre. Esa infidelidad masculina se acepta, se silencia e incluso se justifica porque parece que los hombres están siguiendo sus instintos animales, pero la mujer no tendría excusas para actuar así.
– También ofrece una mirada diferente sobre el deseo sexual femenino no vinculado al amor.
– Mi protagonista toma la decisión de ser infiel y narra en primera persona su historia, tendiéndole una mano al lector y pidiéndole que no la juzgue. En relación al vínculo emocional, ella navega en su affaire enfrentándose a la idea que parece establecida de base en el cerebro femenino de que tienes que crear un vínculo emocional con esa persona. Él ha perdido una hija y esa es su excusa para explicar sus desplantes, para convertir en tóxica la relación entre ambos y para que ella justifique todos los comportamientos de él. Eso está arraigado en la sociedad: buscamos justificar las actuaciones tóxicas en lugar de detectarlas y cortarlas.
– Profundiza también en el proceso de cómo nos convertimos en adictos a relaciones o situaciones para no abordar otros asuntos dolorosos, haciendo hincapié en la salud mental.
– Más allá del affaire, del sexo, del romance o de la infidelidad, para mí el foco de la novela está en la salud mental, en cómo la relación entre ambos se vuelve enfermiza, además de cómo es la relación de Emma con su trabajo, en un entorno laboral tóxico. Por experiencias personales posteriores al libro, para mí la salud mental es un tema importante que intento sacar a la palestra con ánimo de ayudar o de darle visibilidad a lo importante que es detectar cuando entramos en situaciones tóxicas. Del tema del burnout podía hacer una autobiografía, la sobrecarga laboral juega un papel importante en la historia porque a día de hoy vivimos en una sociedad que valora constantemente la producción: somos máquinas que producen, las jornadas laborales son eternas, vivimos para trabajar y la salud mental en este entorno se pierde por el camino, ya no somos personas, somos engranajes. Se habla mucho, especialmente a raíz de la pandemia, sobre la depresión, la ansiedad, el burnout,... son elementos cada vez más presentes , pero como sociedad nos hace falta poner herramientas, la salud mental sigue siendo nuestra asignatura pendiente y al abuso en el entorno laboral hay que ponerle ese nombre. Yo he tenido la suerte de tener la capacidad para ir a un terapeuta, a un psicólogo y a un psiquiatra, pero no está al alcance de todo el mundo.
– ¿Qué le sucede a la mujer cuando se acerca a los 40 con las expectativas que ella o su entorno ponen para esa edad?
– La protagonista, de 35 años, se refiere a ello como la teoría de los puntitos, parece que tú tengas que ir tachando de una lista las casillitas en orden de las expectativas sociales atadas a la edad, a un calendario y a un reloj. Te preguntan cuándo vas a casarte, cuándo vas a ser madre, en lugar de si lo vas a hacer. Parece que todo lo que has ido construyendo en tu vida tenga que ser ya fijo y no puedas volver atrás, deshacer caminos y volver a construir de cero. Y ese es otro de los grandes temas de la novela: todo el mundo puede cambiar su vida y darle un vuelco, no importa la edad, adaptándose a sus necesidades y a lo que quiere, no a lo que la sociedad le impone o exige para cada momento vital.
– Su segunda novela está traducida al catalán, pero no tiene ninguna en gallego. ¿Es una de sus asignaturas pendientes?
– Las primeras historias que escribí, pequeños relatos con los que gané premios, eran en gallego. Trabajo en varios idiomas: catalán, castellano, gallego e inglés. Ya con mi primera novela me planteé traducirla al gallego, al llegar a la segunda, que sucede en Barcelona, la editorial decidió traducirla al catalán y ahí me entró el gusanillo, especialmente, de publicar en gallego. Echo de menos la lengua, pero a veces es difícil estando fuera, dan por hecho de que porque llevas veinte años en Cataluña ya te has olvidado, y no es así, yo he pasado mi vida adulta aquí, en Barcelona, y me gustaría ser abrazada por esta tierra, pero también por la tierra de la que soy. Creo que estoy un poco de manos atadas, a nivel editorial depende de encontrar un sello que me traduzca, o traducirme a mí misma, se trata de volver a las raíces, quizás tengo que plantearme una historia que suceda en Galicia y escribirla en gallego. Es un asignatura pendiente, sin duda.
– ¿Ha abandonado el audiovisual por la literatura?
– Empecé dedicándome al audiovisual y he seguido vinculada a él desde la publicidad. Durante muchos años me dedicaba a escribir guiones que se quedaban en el cajón hasta que cogí esas historias y empecé a convertirlas en novelas. Ahora ya escribo directamente novelas, mi formación como guionista hace que varíe mi manera de narrar, los lectores dicen que es como si estuviesen viendo las imágenes de una película. También las herramientas del audiolibro me permiten crear un terreno intermedio entre novela y radionovela, que tiene mucho de guión. Para mí el camino pasa por adaptar esas historias de mis novelas al audiovisual.
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