Entrevista | Javier Soto Músico
“Los de Madrid no iban a ser los últimos conciertos de Siniestro Total”
“Aunque se nos adjudicó la etiqueta de punkis, en realidad siempre hicimos un poco de todo, nunca nos mantuvimos en un género concreto; en ese sentido fuimos muy heterogéneos”

Javier Soto, en su casa / José Lores
El cumplimiento con la patria, es decir, su año y pico de Servicio Militar (obligatorio) le impide figurar en los papeles oficiales como miembro fundador de Siniestro Total, sin embargo bien puede decirse que Javier Soto, parafraseado el relato brevísimo de Augusto Monterroso, ya estuvo antes allí, cuando hacia finales de los setenta y junto a su compañero de clase Miguel Costas, contactan con Julián Hernández y Alberto Torrado para formar, en el verano de 1979, y lógicamente con dos miembros más, el denominado Sexteto de Blues que tendría una única actuación en Vigo el 26 de agosto de ese año. ¿No sería ese en realidad el primer concierto de Siniestro antes incluso de que se bautizasen como tal?
–Ya ha transcurrido un año y pico (casi dos) desde los conciertos de despedida de Siniestro Total: ¿Aún le dura el “síndrome de abstinencia”, echa de menos a Siniestro?
–Lo echo de menos, claro que sí, mucho de menos. Después de 36 años consecutivos, es una sensación que hace casi dos años que no siento. Lo echo de menos por todos lados pero, bueno, si había que hacerlo…
–¿La disolución del grupo fue una decisión unilateral de Julián Hernández o usted mismo, al que se le adjudicaba el papel de segundo de a bordo, tuvo algo que ver?
–No, yo no tuve nada que ver. Por mí, hubiésemos seguido. La decisión fue de Julián Hernández, que nos dijo que no quería continuar, que ya llevaba muchos años, que había sobrepasado el límite que tenía previsto, que era retirarse a los 60 años, y ya tenía 61…y que no le apetecía nada seguir, porque estaba muy saturado, sobre todo de los conciertos y de las giras.
–¿Por qué se eligió Madrid, y no Vigo, para los conciertos finales?
–A mí, la verdad, no me pareció muy bien. Pero hay una explicación y es que, en principio, no estaba previsto que los del WiZink Center fueran los últimos conciertos de Siniestro. En los planes del grupo, en el concierto de Madrid se trataba de hacer una especie de reencuentro con Miguel Costas y grabar un disco a partir de esos directos, pero unas semanas antes Julián nos dijo que ya no podía más así que, bueno, lo tuvimos que dejar ahí. De hecho, lo que estaba previsto era hacer una minigira por España y, después, parar y plantearnos si íbamos a continuar o no.

Javier Soto, en su casa / José Lores
–El caso es que hubo gente que interpretó ese gesto como un desdén hacia Vigo, la ciudad cuna. ¿Estábais desencantados con Vigo?
–No te voy a negar que, en algunas ocasiones, digamos que sí nos sentimos desencantados o, si quieres, decepcionados. Por ejemplo, cuando publicamos “En beneficio de todos” (1990) alcanzamos el que creo que fue el mejor momento de nuestra trayectoria. Quisimos tener un gesto con Vigo y, como no nos ofrecían otro sitio, nosotros mismos nos hicimos cargo de organizar tres conciertos en la discoteca “La Cama” para que, como el local tenía un aforo pequeño, nos viesen todos los que quisiesen. ¿Y sabes cuál fue el resultado? Que apenas llegamos a vender 300 entradas. Eso nos dolió mucho, nos quedamos desolados, hechos polvo anímicamente, porque mucho Siniestro y mucho Vigo, pero resultaba que nosotros solo llenábamos cuando actuábamos en Castrelos, donde la entrada era gratuita…Felizmente, creo que a partir de mediados de los 90 la cosa cambió, así que lo de acabar en Madrid no tuvo nada que ver con que estuviésemos “enfadados” con la ciudad.
“En algunas ocasiones nos sentimos desencantados o, más bien, decepcionados por cómo nos trataban en Vigo”
–¿Y del “trato institucional”, qué me dice? A los Suaves los homenajearon con medallas y hasta se puso nombre a una plaza en Ourense…
–Bueno, a nosotros nos nombraron Vigueses Distinguidos y hasta nos invitaron a cenar (risas).
–A usted se le adjudica el haber sido el pilar básico del cambio estilístico en Siniestro, del punk al rock, o más bien al rythm &blues…
–Eso hay que matizarlo, porque Julián también era muy fan del blues. En el primer disco en el que, digamos, yo tuve arte y parte fue en “Bailaré sobre tu tumba”, donde tocábamos muchas versiones; y, ya en el siguiente, “Me gusta como andas”, dimos un paso adelante en el sentido de que nos concidió que en aquella altura vino a tocar a España Dr. Feelgood, grupo al que tanto Julián como yo adorábamos. Los vimos dos o tres veces. Y nos alucinó y nos influyó mucho. Pero no fue solo cosa mía, ya digo.Y, de todas formas, aunque a Siniestro se le adjudica la etiqueta punk, en realidad siempre hizo de todo, nunca tuvo un género definido, y eso se nota ya incluso desde el primer disco. Nunca nos mantuvimos en un género concreto, en ese sentido fuimos muy heterogéneos.
–En ese primer disco (“Cuando se come aquí”) usted aun no estaba en el grupo pero, en realidad, puede sentirse como miembro fundador, porque hay una historia detrás….
–Una historia académica (risas). Miguel Costas y yo estábamos en el mismo curso en el instituto de O Calvario, y Julián también, aunque en un curso más adelantado, porque era más mayor que nosotros; él estaba en el último de Bachillerato antiguo y nosotros en el primero de BUP. Yo conocía a Julián por medio de mi hermano, mayor que yo, y empezamos a tocar y a hacer cosas juntos los tres, es decir, Julián, Miguel y yo, a los que muy pronto se nos uniría Alberto Torrado. En 1979, formamos un sexteto de blues. Pero después de eso, me tuve que ir al Servicio Militar (que aún era obligatorio) y para colmo me tocó Cáceres. En ese tiempo, se incorporó Germán Copini, y fue cuando decidieron formar Siniestro Total, y como les iba muy bien... Y encima es que en aquella época nos dedicábamos a formar grupos que solo daban un concierto y, luego, cambiaban de nombre. Todas las semanas hacíamos grupos en el Satchmo y cada semana con un nombre distinto.

Javier Soto, en su casa. / José Lores
–¿Y no se sintió un poco traicionado cuando, al licenciarse de la “mili” y volver, no le invitaron a formar parte del grupo?
–No, para nada. En esa época yo estaba con el blues a tope y tampoco tenía mucho interés en el punk o como diablos se llamase lo que ellos hacían. Y además, ocurrió que me llamó Alberto Torrado para que me integrase en Os Resentidos. Y, dos años más tarde, en 1984, ya estaba en Siniestro y fui, a la vez, miembro de los dos grupos, cosa que pude compatibilizar durante algún tiempo, hasta que, claro, el calendario de conciertos de Siniestro creció y llegó un momento en que ya no podía dar abasto para atender a las dos bandas.
–De hecho, y según ha declarado, a partir de ahí comenzó a ganarse la vida con la música, a ser un músico profesional, vaya…
– En realidad, para mí la música nunca ha dejado de ser hobby. Y además en aquella época es cierto que ganábamos dinero, pero tampoco es que nos lo tomáramos muy en serio. Andábamos de juerga contínua. Bueno, ya sabes que los 80 fueron una locura (ríe) ¿Que si ya éramos profesionales? Bueno, vale, pero la verdad es que aún tocábamos muy mal, musicalmente aquello era un desastre, aún sonábamos horrible y había un descontrol total. Menos mal que el público respondía y eso nos dio tiempo para que fuésemos aprendiendo.
–Entre ese “descontrol” podría citarse que, aunque lo suyo siempre fue la guitarra, lo ficharon como teclista…
–Eso fue muy curioso. En aquella época, para los directos Siniestro contaba con un teclista de Madrid, llamado Roca, pero como no podía estar en todos los conciertos, me llamaron a mí. Y ante mi sorpresa, Julián me dijo que tenía que tocar el órgano, y yo no tenía ni idea, ni siquiera me había puesto delante de un teclado en mi vida. Pero, sí, eso fue lo primero que hice en Siniestro. Me preparé la gira de “Menos mal que nos queda Portugal”, y en el disco siguiente también toqué el órgano hasta que, como vieron que no tenía mucho recorrido, me empezaron a dejar que metiese la guitarra.
–En las entrevistas de despedida Julián aseguraba que los de Madrid eran los últimos conciertos, pero no los últimos discos del grupo. ¿Qué hay de eso?
–De discos, en principio, no hay nada, salvo la edición de un álbum en directo con nuestros dos últimos conciertos: “40 años sin pasar por la Audiencia Nacional”. Aunque sí hay otras cosas: ahora mismo estamos con un documental que está casi acabado sobre los videos que nos hicieron desde los años 90; y también tenemos una editorial que está funcionando bastante bien.
“Reixa pudo haber sido la voz de Siniestro”
–Reixa y Hernández siempre estuvieron muy próximos. Supongo que ya lo conocía cuando le llamaron por primera vez para Os Resentidos.
–Sí, siempre estuvo muy cercano, a tal punto que en principio él era quien estaba previsto que fuese el cantante de Siniestro Total, pero como lo de Germán Copini funcionaba bien, se quedaron con él. Y, por otra parte, es que Antón también quería hacer su propio grupo, y la verdad es que como era muy divertido, te reías mucho con él.
–Entre Julián y Antón ¿cuál ha sido el jefe más exigente?
–Yo me he llevado y me sigo llevando muy bien con los dos. A mí en ninguno de sus grupos, ni en Resentidos ni en Siniestro, me marcaron nunca lo que tenía que hacer; artísticamente siempre hacíamos lo que cada cual quería y nadie se metía en la labor del otro. Siempre me sentí muy librecon uno y con el otro y ¿la mayor diferencia? Pues ya la he dicho: que estar con Reixa siempre era muy divertido.
– Cuando se tienen líderes tan carismáticos como Julián o Antón ¿cuesta más trabajo hacerse notar o al contrario?
–Es que yo nunca tuve interés en ser una estrella, ni en hacerme notar, así que para mí es mejor tener un buen líder detrás.
–¿Será por eso por lo que nunca ha decidido usted grabar un disco en solitario con su propia banda?
–Pues no, nunca se me ocurrió, la verdad. Me imagino en ese papel y siento que tardaría años en hacer un disco. A mí lo que me gusta es cooperar, hacer arreglos, y me siento muy cómodo tocando con gente que, además, me aporta ideas y me mejora como músico.
–¿Qué espera de esta nueva etapa con Os Resentidos?
–Más que nada es un divertimento, porque me temo que esto no va a dar mucho más de sí. Pero, bueno, estamos ahí y ahora empezamos la gira “Chupa aquí, mama na casa”, en la que básicamente, lo que hacemos es regresar a los inicios de Resentidos.
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