Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Sensei Aigo Castro Maestro zen

“La mente cura, pero no cualquier mente”

Desde su profundo conocimiento del budismo zen y buscando cómo aplicar ese saber en nuestra sociedad, Aigo Castro propone una práctica de meditación para la salud. Su técnica “trabaja el aspecto luminoso y transformador de la mente”

Sensei Aigo Castro, en un descanso delretiro que impartió en el Centro Zende Vigo. / I. L. M.

El maestro zen valenciano Aigo Castro, fundador de la entidad religiosa Tradición Budadharma Zen Soto, visitó la ciudad en agosto para dirigir un retiro de verano en el Centro Zen de Vigo. Formado en budismo en Japón y en el Reino Unido, Sensei Aigo Castro impartió una charla pública sobre el “Zen y vida cotidiana en la sociedad actual” y un taller de Meditación Zen para la Salud (MZS) actividad esta que concibe como una vía laica que permite, a cualquier persona interesada, conocer y disfrutar de los beneficios de la meditación budista.

— ¿Cómo se inició Vd. en el Zen?

—Siendo un adolescente, por mi cuenta, algunos libros fueron mis primeros maestros. Aprendí a meditar y me sucedió algo muy hermoso, sentí algo muy íntimo y especial. Ese fue el inicio de mi búsqueda. Estuve varios años en la Comunidad Luz Serena del maestro Dokusho Villalba, en Valencia, y luego continué mi práctica en la Sotoshu Shumucho de Japón, casi tres años. Allí recibí la transmisión del Dharma del maestro Tsûgen Narazaki Roshi, quien falleció en 2022. A mi regreso a España, fundé la entidad religiosa Tradición Budadharma Zen Soto, registrada en el Ministerio de Justicia y en la Federación de Entidades Budistas. Mi vida está centrada en la educación del Zen y su enseñanza, desde el punto de vista práctico como también académico: cursé en la Universidad de Sunderland un máster en estudios budistas que me dio una perspectiva diferente de la práctica, de su historia y su significado.

— ¿No resulta un obstáculo enseñar budismo zen, una disciplina de origen y tradición oriental, en una cultura cristiana?

— Efectivamente, es un reto complicado, porque toda la historia del Zen desde su origen en la India y su desarrollo en China, Japón y otros lugares de Asia, constituye un planteamiento espiritual asiático. Sus propuestas son universales pero la forma, el estilo, el entorno social y cultural es asiático; eso inevitablemente choca con nuestra forma de vida occidental. Mi cometido, como el de otros maestros y maestras zen y de otras disciplinas del Dharma, es adaptar. Extraemos los elementos fundamentales de la práctica del Zen de modo que sea válida y fructífera en un entorno occidental. Un elemento para hacerlo bien, creo que es el conocer en profundidad la tradición Zen; y por otro lado conocer a fondo la cultura occidental, sus estructuras de pensamiento, su ideario y formas de vida. Si alguien tiene estas dos cualidades y las puede combinar sería una adaptación realmente favorable. Yo estoy en un camino aún muy lejos de ese ideal, pero hago lo que puedo [ríe].

— En la conferencia que Vd. ha impartido en Vigo, plantea el Zen como una inspiración para la vida cotidiana. ¿De qué modo nos puede ayudar la meditación zen?

—Para vincular el Zen con la vida cotidiana es muy importante tener en cuenta la ley de causa y efecto, o del karma, como se suele decir. Es importante darnos cuenta de que todo lo que hacemos es el resultado de nuestras acciones pasadas, y lo que vamos a hacer en el futuro es resultado de nuestras decisiones presentes, que surgen como pensamientos. Si sabemos manejar esa dinámica temporal y causal, podremos armonizar el Zen con la vida cotidiana. Otro elemento importante es tratar de no desarrollar pensamientos negativos, destructivos o tóxicos; y al mismo tiempo, sustituirlos por pensamientos saludables, positivos. Nuestra mente es capaz de crear pensamientos positivos, de evocarlos. Luego podemos ir más allá del pensamiento, que es la meditación zen como tal.

— ¿Qué distingue el Zen de otros tipos de meditación como el denominado ‘mindfulness’, tan de moda?

— Es curioso, el mindfulness no es más que una técnica meditativa extraída de la tradición más antigua del Buda. Mucha gente eso no lo sabe. ¿Y cuál es la diferencia entre el mindfulness, una meditación basada en objetos, con la meditación del Zen? Fundamentalmente es que en el Zen no hay nada que meditar. No hay objeto de meditación. No hay acto de meditación. Ni tampoco hay sujeto que medite. La meditación zen como tal es sumergirte ahí, estar ahí, en esa dimensión no dual de la realidad y de la conciencia, en la que no hay distinción cuerpo-mente, pasado-futuro, dentro-fuera… Está todo englobado, todo el mundo, “sin costuras”.

—¿Cómo llegar hasta ese nivel profundo de meditación?

— Se suele hacer una aproximación gradual. Primero, el practicante zen aprende a conocer su cuerpo, a observarlo, a controlar sus pensamientos y sus emociones. Esa sería una meditación con objeto. Con el tiempo, con la práctica, cuando su maestro considera que están preparados, pueden acceder a un nivel más amplio, superior, de meditación con trascendencia de los objetos.

— Viene desarrollando con practicantes de Vigo y de Valencia sesiones de “Meditación Zen para la salud”. ¿Cómo ideó y en qué consiste esta práctica?

— Hace tiempo me hice las siguientes preguntas: ¿cómo puedo introducir el Zen a personas que a priori no tienen ningún interés religioso, agnósticas o ateas, pero sí una necesidad de crecimiento interior? Y ¿cómo aliviar el sufrimiento de los seres humanos de una manera acorde con los principios del Zen, pero que ello no les suponga cambiar de creencias o de planteamiento de vida? Con el tiempo, desarrollé este método de la Meditación Zen para la Salud, que es bastante eficaz, puesto que los practicantes están contentos. La práctica consiste básicamente en trabajar desde el aspecto luminoso, transformador y positivo de la mente, algo a lo que no estamos habituados. Normalmente nuestros pensamientos son de enfado, aburrimiento, deseo, odio, desgana, envidia… muy pocas veces generamos pensamientos positivos.

— Nos dejamos arrastrar por los pensamientos negativos.

— Exactamente. Y laMZS trata justamente de recuperar la capacidad de crear pensamientos saludables y favorables tanto para ti como para las personas que están contigo: tu familia, tus amigos, tus compañeros de trabajo...

— La mente por sí sola ¿es capaz de curar dolencias?

— La meditación zen para la salud se basa precisamente en la capacidad sanadora de la mente. Sí, la mente cura, pero no cualquier tipo de mente: la mente virtuosa, lúcida, consciente, la mente purificada de engaños, aferramientos e ilusiones, esa mente sí cura. ¿Por qué? Por el mero hecho de existir y de proyectarse en un objeto determinado. Este objeto puede ser el cuerpo, las emociones, las sensaciones, o el propio pensamiento.

"Si el pensamiento es saludable, virtuoso, positivo, tiene indefectiblemente resultados positivos. Y si es negativo, dará resultados negativos, inevitablemente”

decoration

— ¿Podría dar algunos ejemplos? ¿En qué ayuda la meditación?

— La meditación ya cura en el sentido de cambiar el origen y el curso de los pensamientos. En el Zen se da mucha importancia al tipo de pensamiento que generas. Hay un dicho muy común: “La mente es la precursora de todas las cosas”. Es decir, detrás de cada acción, hay un pensamiento. Detrás de todo acto, de toda obra, ¿qué hay? Un pensamiento. Y si ese pensamiento es saludable, virtuoso, positivo, tiene indefectiblemente resultados positivos. Pero si es negativo, los resultados serán negativos, inevitablemente. Si eso lo aplicamos a nuestro cuerpo, nuestras emociones, nuestra estructura psicofísica, produce mejoras y sanación. Meditar lleva al equilibrio, a la armonía. Conduce a una ausencia de estrés, al reducir la tensión mental. No solemos darnos cuenta, pero el “parloteo mental” nos roba un montón de energía, de tiempo, de neuronas y vitaminas… y ese parloteo lo tenemos ahí, como si no pasara nada. La Meditación Zen para la Salud trata justamente de reeducar, de recuperar esa capacidad que tiene la mente de sanarse, de estar bien consigo misma a partir de sí misma, sin buscar una fuente fuera, sino a partir de la capacidad regeneradora y sanativa que tiene la propia mente.

— ¿Qué consejos daría a quien esté interesado en la meditación zen y nunca la haya practicado?

—Lo primero que le diría a esa persona es que se informe bien. Hay individuos que se presentan como “maestros zen” y no lo son. Utilizan el Zen porque llama la atención, con intenciones muy poco claras. Así que asegúrense lo primero de todo, que la persona que les transmita el Zen sea un maestro o maestra legítimamente reconocidos, por un linaje, por una tradición ininterrumpida de maestro a discípulo. Esto es fundamental. Por supuesto, no es garantía absoluta pero sí un buen inicio. Que no vaya a un individuo que se llama o dice “maestro zen” o porque lo ponga en un cartel en la puerta, no [ríe]. Luego, que vaya poco a poco, de manera gradual. Sin prisa por llegar a ningún sitio, ni en comprometerse. Que vaya conociendo poco a poco al maestro, a la comunidad, la gente que lo practica, y que vaya viendo si es congruente con lo que habla. Y al mismo tiempo que lea, que estudie...

— ¿Qué lecturas recomienda?

— Hay muchos textos sobre la historia y las enseñanzas del Zen, de muy buena calidad. Le pueden dar al principiante una idea bastante clara. Me atrevería a recomendar un libro que salió recientemente traducido al español por el maestro Densho Quintero, de Colombia: “Vivir desde el voto”, original del maestro Shohaku Okumura Roshi. Se lo recomiendo a todo el mundo para introducirse en las enseñanzas y textos fundamentales del Zen. También recomendaría un clásico, que a mí me ayudó mucho en mis comienzos: precisamente se titula “Mente zen, mente del principiante”, del maestro Shunryu Suzuki. Yo creo que con eso se puede empezar con bien pie [ríe].

Compartir el artículo

stats