El ritmo de los días

Con las iniciales de su nombre y apellidos, Julia ayuda a mantener vivo el legado de nuestros antepasados en forma de instrumentos de percusión. Artesanía JMR, radicada en Compostela, busca la perfección de los sonidos convertidos en panderetas, panderos y todos sus accesorios. Es de las pocas mujeres en España dedicada a este oficio secular

En la Biblia ya se citan sonidos de tambores y panderetas. Asociados al canto y a la danza, la palma o los dedos de la mano golpean sobre una superficie de piel tensada con múltiples ritmos. Son los sonidos más primitivos descubiertos por el hombre, que con el tiempo ideó y perfeccionó varillas, baquetas, cucharas y muchas otras piezas para que ese golpeteo melódico acompañase los trabajos y los días. Constructores artesanos de instrumentos de percusión hay pocos, y mujeres, menos aún. A Julia Marín Ramírez siempre le gustó la música tradicional que, junto a sus estudios de Bellas Artes y su interés por investigar en las raíces, le ayudaron a asentar las bases de su actual actividad.

Desde Rorís, en Compostela, y con solo 32 años, Julia ha convertido JMR en un taller de referencia dentro y fuera de Galicia. Antes de asentarse por estos pagos, esta cartagenera se licenció en Bellas Artes por la Universidad Politécnica de Valencia y fue completando un dilatado currículum con numerosos cursos, incluidos los de restauración y conservación de bienes culturales, un campo del que gusta especialmente. Su afición a la música tradicional y el hecho de que creciese en una familia rodeada de herramientas parecían predisponerla a la que más tarde sería su profesión.

“Creo que eso fue fundamental a la hora de adquirir las destrezas técnicas y recursos que a día de hoy constituyen el cuerpo principal de mi trabajo”

Entre las maderas que utiliza están las de haya, olivo, pino o castaño, y para los parches de instrumentos de membrana emplea cuero de oveja o de vaca, a veces sintéticos, aunque busca lo natural siempre que es posible.

Desde que las materias primas llegan al taller de Julia los métodos de elaboración se ejecutan de forma manual, incluido el curvado de la madera o el doblado de las ferreñas. Es por eso, dice, que los tiempos de producción son únicos e irrepetibles, con la paciencia morosa que la artesanía necesita.

Del taller de Julia salen panderetas, panderos, tejoletas, cucharas o castañuelas, entre otras piezas, con sus respectivos accesorios si es necesario –un vestido para la gaita, una mochila para la pandereta o fundas– e incluso la encuadernación de esas hojas sueltas con partituras que forman parte de la historia de todas las casas, como las fotos antiguas. Y si alguien quiere personalizar su instrumento y busca algo específico, solo tiene que contarle la idea a esta joven artesana que lo puede hacer posible. Ella quería tener su propia pandereta, la hizo, y así comenzó todo. Hoy JMR recibe encargos de dentro y fuera de Galicia.

Suscríbete para seguir leyendo