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DELENDA EST CARTHAGO | Economista y abogado

La gestación subrogada, un desafío intelectual

Interior de las naves de la conservera Massó a mediados del siglo pasado Antón Beiras Cal

Con este título me habré encabronado con la inmensa mayoría de las mujeres feministas que consideran los vientres de alquiler como una manifestación –otra más- de violencia contra la mujer. Reducir una manifestación de violencia patriarcal a un desafío intelectual, será para ellas, cuanto menos, una frívola tarambana y consecuente motivo de cabreo.

Yo no lo veo así, creo que el asunto tiene mucha tela que cortar. Este debate es producto del avance de la ciencia y en el futuro próximo se avecinan muchos más, porque la inteligencia artificial y el progreso de la medicina, crearán nuevos paradigmas de hondo calado ético. Escenarios futuros que podrán a prueba principios y fundamentos de nuestra convivencia, hoy incuestionados y que mañana podrían convertirse en trastos inútiles e inservibles; convertirse en convenciones incómodas.

Dicho esto, y como Galicia es tierra de minifundios y por eso poner los marcos a las leiras es una cosa muy útil, yo le voy a poner los marcos a este debate:

En un extremo podríamos poner a los Testigos de Jehová. Para ellos la muerte es preferible a recibir una transfusión sanguínea. Puede parecer una marco muy exagerado, pero bien mirado acota el debate por uno de sus extremos: Esa transfusión fue producto del avance de la medicina, como la gestación subrogada también lo es. Por otra parte, para un testigo de Jehová, puestos a introducir sangre en las arterias de una mujer, poner un óvulo fecundado en su vientre será más de lo mismo.

En el otro extremo podríamos poner el tráfico de esclavos. También podrá parecer exagerado este extremo. A Miguel Bosé o a Ana Obregón, incluso les podrá parecer ofensivo. Pero bien mirado no lo es. El mayor fundamento moral del reproche a la gestación subrogada es la cosificación del niño, su consideración como una mercancía con la que comerciar. Eso es exactamente lo que sucede con la esclavitud, la reducción del ser humano, del sujeto, a la condición de objeto del comercio.

Ana Obregón confirma que la niña nacida por gestación subrogada es hija de Aless Lequio: "Es mi nieta"

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Entre estos dos marcos están los defensores y detractores.

Ciudadanos aboga por una legalización de la subrogación siempre y cuando no medie precio. Reconocen la libertad de la gestante de parir un niño con carga genética ajena, que no es poco, pero ponen la condición de que no medie precio. Con tal condición, piensan, se excluye el elemento mercantil y por consiguiente el posible reproche. En cierto modo esto es muy ingenuo. Pagar con dinero B una gestación es mucho más fácil que pagar con dinero B la compra de un piso. Luego la condición resulta irrelevante por su futilidad.

La posición de Ciudadanos es congruente con su posición frente a la prostitución, donde tampoco están por la prohibición. No sería congruente apreciar la libertad de la mujer para prestar un servicio sexual y negarla para prestar un servicio de gestación. Esa congruencia no la veo en la parte del movimiento feminista ligada a Unidas Podemos, que son regulacionistas con la prostitución pero prohibicionistas con el vientre de alquiler.

El Partido Popular aboga por darle una pensada, por abrir el debate. Estoy absolutamente de acuerdo con el PP: abrir el debate es lo que estoy haciendo yo.

El PSOE, Unidas Podemos, el Gobierno, y la ley española prohíben la gestación subrogada. Consideran que el contrato de prestación de servicios de maternidad subrogada atenta contra el orden público y es nulo de pleno derecho. La ley 14/2006 de técnicas de reproducción asistida en su artículo 10 “Gestación por sustitución”, dice:

1. Será nulo de pleno derecho el contrato por el que se convenga la gestación, con o sin precio, a cargo de una mujer que renuncia a la filiación materna a favor del contratante o de un tercero.

2. La filiación de los hijos nacidos por gestación de sustitución será determinada por el parto.

El debate enfrenta la libertad de disponer de su cuerpo a la mujer, con su prohibición por un Estado que, como decía Foucault, asume la función de vigilara y castigar. La prohibición, por su parte, gira sobre dos motivos esenciales, la explotación de las mujeres de extracción humilde, que efectivamente existiría, y la cosificación del niño.

Pero esa prohibición no existe en el Reino Unido, ni en la Federación Rusa, ni en Ucrania ni en los USA. De manera que el contrato celebrado en el extranjero es valido y los padres biológicos de los niños nacidos allá, solo tienen que traer un certificado de nacimiento para proceder a su filiación en el Registro Civil en España. De manera que el reproche clasista, por el que se denuncia que madres de clase media alta contratan vientres de alquiler de mujeres humildes se magnifica, se convierte en una profecía autocumplida, pues sólo los más pudientes se pueden permitir los gastos de la maternidad subrogada en los USA.

Pues bien, además de resultar una prohibición ineficiente, eludible con dinero, tampoco es concluyente la prohibición con fundamento en que esa explotación de la mujer humilde por la pareja pródiga debe conducir a la nulidad del contrato de arrendamiento del servicio de gestación.

La ilustración que acompaña este texto es una foto del interior de las naves de la conservera Massó. No verán ni un hombre trabajando. Todas son mujeres manipulando latas de conserva y pescado pues a la mujer se le pagaba la mitad que al varón. Luego la explotación es ínsita a la imagen y no precisa demostración. No obstante nunca se anuló ese contrato de trabajo por contravenir el orden público. Tampoco recuerdo que se prohibiera a la industria conservera gallega contratar mujeres. Luego la explotación de la mujer sólo es causa de nulidad del contrato en la maternidad subrogada.

Taller de confección de latas de la antigua conservera de Massó de Bueu (Estudio Pacheco, 1924). Archivo museo Massó

También argumentan que no existe como tal un ‘derecho a tener un hijo’. Este argumento es simplista e irritante. Es irritante porque los destinatarios del recado son las parejas de varones homosexuales y por ahí no paso. Y es simplista porque la cuestión no es tener o no tener derecho a un hijo. La cuestión es que la medicina moderna permite la posibilidad de tenerlo. Por consiguiente el debate es moral, filosófico o sociológico, no jurídico.

Además, este argumento es radicalmente antifeminista. Cuando una pareja hace entrega de un embrión (un óvulo fecundado por un espermatozoide) a una madre gestante para su entrega final a los padres genéticos, el Estado les sanciona negando la condición de madre, que es exclusiva de la que pare. Pero no niega la condición de padre a quien donó el esperma. La propia Ley 14/2006, en su articulo 10 antes mencionado, dispone en su número 3 que “Queda a salvo la posible acción de reclamación de la paternidad respecto del padre biológico, conforme a las reglas generales”. En otras palabras, al padre no sólo se le reconoce la condición de padre, sino que ese hijo, 30 años después, podrá impugnar la partición de la herencia del padre aportando una prueba de ADN. Curioso argumento el que, en el nombre de la protección de la mujer, concluye discriminándola una vez más respecto al hombre.

Por ello creo que el debate no está cerrado y el paso del tiempo debilitará a las tesis prohibicionistas. Estos, sean PSOE, UP o el movimiento feminista, deberían darle una pensada al asunto. No vaya a ser que dentro de 50 años la historia los mande a la esquina de los Testigos de Jehová.

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