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Mujeres fuera de serie

La mujer que ensalza a la rítmica

Paula García, presidenta del Club Maniotas desde hace trece años y antes gimnasta de competición, ha logrado situar a Vigo como referente en este deporte y generar una afición leal. Tras conseguir profesionalizar el club y fidelizar a más de 500 alumnas, su objetivo ahora es captar patrocinadores que permitan al equipo alcanzar la relevancia que merece.

Paula García en el Pabellón Vermello de As Travesas, donde entrena el Club Maniotas RICARDO GROBAS

La llamada Pista Vermella del Pabellón de As Travesas es su segundo hogar. O el primero. Paula conserva la figura atlética de sus años de gimnasta de competición. “Tengo suerte porque no soy de engordar”, justifica con una sonrisa mientras atiende con cariño a las numerosas niñas que la abordan mientras atraviesa ligera el recinto deportivo. Pero, sobre todo, esta viguesa conserva una pasión sin fisuras por un deporte en el que ella misma compitió con éxito cuando aún era muy minoritario y hoy sigue luchando por que sus alumnas lleguen a lo más alto y porque alcance la relevancia que merece.

Paula García (Vigo, 1977) cumple 13 años como presidenta del Club Maniotas de Gimnasia Rítmica de Vigo, una entidad que enseña este deporte a más de 500 alumnas entre la escuela del club, la municipal y los colegios. Han alcanzado numerosos podios en campeonatos nacionales pero, sobre todo, han conseguido que Vigo realmente vibre alrededor de la gimnasia rítmica y que cada año más niñas -y algún niño- se animen a formar parte de esta gran familia.

  • ¿Quién soy?

    “Una luchadora que no me rindo nunca y que intento hacer todo lo mejor posible dentro de mis posibilidades”

Paula asegura que era una niña “muy movida” que se pasaba el día dando volteretas. Sus padres -ella ama de casa y él profesor de autoescuela- daban mucha importancia al deporte y desde pequeños les inculcaron la necesidad de hacer ejercicio. “Mi hermano y yo empezamos en taekwondo pero en aquellos años la gimnasia rítmica empezaba a despuntar y decidieron apuntarme a esta disciplina en el Gimnasio Arenal”, recuerda. Su entrenadora pronto se dio cuenta de que la niña tenía muy buenas aptitudes y animó a sus padres a presentarla a las pruebas para entrar en el recientemente creado Club Maniotas. “Superé las pruebas y en seguida estaba compitiendo”, cuenta. En aquellos tiempos en el club no eran más de treinta niñas y ni siquiera tenían un lugar fijo para entrenar ni los tapices necesarios. “Fueron años duros porque, entonces, se seguían los métodos de entrenamiento soviéticos que eran muy estrictos, nada que ver con la actualidad. Algunas niñas llevaban mal que nos pesaran a menudo, yo no ya que siempre fui muy delgada, y claro que soltábamos algunas lágrimas, pero, sin duda, recuerdo aquel tiempo muy feliz y sin ningún tipo de traumas”, asegura. Cuando la entrenadora Pilar Álvarez se hizo cargo del equipo, empezaron a subir como la espuma. “Con 12 años nos clasificamos para el Campeonato de España, un sueño cumplido, y fue toda una aventura ir en autobús a Zaragoza y competir”. Quedaron en el puesto décimo segundo “y nos supo a gloria”, advierte la viguesa.

Paula García en sus inicios en la gimnasia rítmica

La gimnasia rítmica es un deporte de mucha exigencia física y mental y que desarrolla una excepcional disciplina en las niñas. “Ya entrenábamos cuatro días a la semana, pero nunca dejé de lado mis estudios; la gimnasia rítmica te enseña a organizarte muy bien y es algo que te queda ya para toda la vida”, defiende.

El equipo siguió trabajando a tope y logrando otros premios pero este deporte tiene una vida muy corta. “A los 14 ó 15 años muchas niñas ya se retiraban y nuestro equipo se disolvió; fue triste pero yo tenía claro que bajo ningún concepto iba a dejar la gimnasia”, explica García, que ya había desarrollado una fortaleza implacable. La gimnasta continuó en el club ayudando a las entrenadoras con los equipos de competición y encontró que ese papel también la llenaba. “Durante tres veranos me saqué el título de entrenadora, que entonces se hacía en Asturias y Valencia y eran unos cursos complicados con una base teórica grande; sobre todo fue difícil pasar fuera de casa tanto tiempo siendo aún menor”, recuerda.

Paula García (sentada) en sus inicios

Paula completó además su formación con el Grado Superior de Formación Profesional en Deporte y Actividad Física y fue adquiriendo más peso en el club. Sin embargo, llegó un momento en que necesitaba un cambio de aires y decidió irse un verano a Canarias para trabajar como monitora en hoteles. “Al final me pasé siete años allí y me puse a dar clases a niñas de colegios en pueblos en los que la gimnasia rítmica aún no había llegado; fue una experiencia muy bonita”, explica.

Pero la tierra finalmente tiró de ella y volvió a casa. A sus dos casas. En el Maniotas la recibieron con los brazos abiertos y la ex gimnasta se puso a entrenar a los equipos de competición con fuerzas renovadas. “Por aquel entonces seguían diciendo que éramos un deporte minoritario, que había disciplinas más importantes y que no teníamos futuro, pero nosotras no nos rendíamos”.

Y el tiempo les dio la razón. El Club Maniotas llegó a tener más de 800 alumnas antes de la pandemia y cada vez eran más conocidas en los campeonatos y cosechaban excelentes resultados.

En el año 2010 Paula fue elegida presidenta del club y desde el inicio tuvo claro su objetivo: la profesionalización de las entrenadoras que se encargan de los equipos absolutos. “Durante muchos años teníamos que trabajar en lo que fuera por las mañanas y por las tardes y los fines de semana entrenar a los equipos; esa forma de vida era inviable. Fue un trabajo muy complejo convencer a las instituciones de que somos un deporte que mueve a mucha gente y que necesita mucha dedicación, pero al final conseguimos que las cuatro entrenadoras pudiéramos vivir de esto: un club al que dedicamos el día completo y los 7 días de la semana”, destaca.

"Nosotras solas hacemos todo, desde pedir subvenciones a diseñar los maillots y tratar con los padres, al tiempo que tenemos que estar muy al día sobre lo que se está haciendo en otras partes (...). Nunca paras de formarte"

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Y es que, como explica Paula, estas cuatro mujeres no solo se dedican a entrenar a las niñas. “Somos desde peluqueras a modistas, psicólogas y, por supuesto, también tenemos que saber de empresa. Nosotras solas hacemos todo, desde pedir subvenciones a diseñar los maillots y tratar con los padres, al tiempo que tenemos que estar muy al día sobre lo que se está haciendo en otras partes para sacar ideas y ser originales en las coreografías y estar pendientes de los cambios del código de puntuación. Nunca paras de formarte”, describe.

Conseguir tener la Pista Vermella todas las tardes a su entera disposición fue uno de los primeros logros. “Eso se lo agradecemos mucho al Concello de Vigo, ya que nos permitió ampliar el número de alumnas y poder contratar a las entrenadoras con las cuotas de los socios”. El cambio mejoró además los resultados en los campeonatos.

Sus muchos premios comenzaron con el oro en el campeonato de España de Laura Jorquera, su primera campeona. Le siguieron otros muchos como el de Unai Sánchez -su único alumno varón- que quedó tercero en el Campeonato de España individual masculino en 2018; medalla de plata en mazas en 2021, y medalla de bronce en aro en 2022.

Silvana Longa fue medalla de plata en pelota en la Liga Iberdrola en 2019. La actriz María Castro perteneció también a la familia Maniotas y logró un tercer puesto por equipos. Además, varias de sus gimnastas han tenido un seguimiento de la selección española.

Paula con el título de Vigueses Distinguidos que recibieron en 2011

Paula está aún emocionada al contar el último logro, justo el día previo a esta entrevista, en la Liga Iberdrola, donde lograron dos medallas por equipos. También apunta con mucho cariño el título de Vigueses Distinguidos que recibieron en 2011.

“Hay muchísimo nivel en la gimnasia rítmica en España y cada año es más difícil conseguir premios, pero ahí seguimos, con toda la ilusión”, cuenta la presidenta del que es el único club de este deporte en España que se hace cargo de los desplazamientos y alojamientos de sus alumnas en los campeonatos. “Algún mes nos hemos quedado sin cobrar, pero nunca renunciamos a acudir a un campeonato”, asegura. “Nuestro sueño es tener un patrocinador potente que nos ayude con los viajes, es nuestra asignatura pendiente; es frustrante que hasta un jugador de fútbol de segunda división tiene un sueldo y aquí tenemos a chicas de élite que no pueden aspirar a nada de esto”, lamenta la presidenta.

Paula fue madre hace 8 años de una niña, Manuela, que no es de extrañar que haya seguido sus pasos. “El día que di a luz estaba por la mañana entrenando y al mes ya volví a la pista con el carrito, así que realmente se ha criado en este ambiente, pero yo nunca insistí para que se uniera al club, fue decisión de ella”, advierte. Pero Manuela ha heredado el talento de su madre y ya está en el equipo de competición.

Compaginar la maternidad con una profesión tan absorbente es complejo. “No habría sigo posible sin la implicación total de mi marido, Jaime, que lo entiende y me apoya en todo”, agradece. Y es que no es fácil para los que rodean a esta mujer entender que los fines de semana se reducen a los domingos (y no todos) y que las únicas vacaciones del año son del 15 de julio al 15 de agosto, sin excepción. “No paramos ni en Navidades ni en Semana Santa; siempre andamos preparando algún campeonato”, justifica la entrenadora. Pero no es una queja. Paula lo cuenta con una enorme sonrisa porque se siente afortunada. “Es un lujo trabajar en lo que más me gusta y no vamos a parar”, concluye. 

Las pioneras: Chus Alegre, primer podio español en un campeonato del mundo

La selección nacional de gimnasia rítmica de España en 1975. Destacada en color, María Jesús Alegre

María Jesús Alegre (Madrid, 1957) está considerada una de las pioneras de la gimnasia rítmica en España. En los Mundiales de 1975 se colgó cuatro medallas y popularizó una disciplina entonces incipiente.

Formó parte de la primera selección nacional de gimnasia rítmica de España. En 1975, disputó el Primer Campeonato de España de Gimnasia y quedó subcampeona de España en la general. Poco después se celebró el Campeonato del Mundo de Madrid, en el que logró la medalla de bronce en el concurso general, siendo la primera medalla internacional oficial en la historia de la selección española. 

Fue campeona de España absoluta los años 1976 y 1977. En 1978 se quedó embarazada, decidió retirarse y se casó con el atleta Florencio Oliván. Trabajó para la selección nacional y luego pasó a ser directora de la Escuela Municipal de Gimnasia Rítmica de Aranjuez.

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