Mujeres fuera de serie

La granjera que siembra cultura

Marta Álvarez Quintero es la fundadora de Granxa Maruxa, una de las primeras granjas de vacas ecológicas de Galicia, donde .los animales pastan en libertad y con los mejores cuidados. La viguesa no solo envasa leche fresca y yogures, también lanzó la firma de cosmética Muuhlloa, con leche de sus vacas y plantas de la zona, y es la impulsora del exitoso festival LGTBI Agrocuir

Marta Álvarez Quintero, en el tractor en una de las fincas.

Marta Álvarez Quintero, en el tractor en una de las fincas.

Amaia Mauleón

Amaia Mauleón

Marta rebosa felicidad en su colorida y artística granja en Cumbraos, en la comarca de A Ulloa. Cualquiera pensaría que se crió así, rodeada de naturaleza y ordeñando vacas. Que sencillamente siguió los pasos marcados por su origen.

Pero nada más lejos de la realidad. Marta Álvarez es viguesa, nació en el corazón de la ciudad y pasó gran parte de su infancia, como sus otros tres hermanos, en el estudio de fotos de su madre, la reconocida fotógrafa Mary Quintero.

Fue mientras estudiaba Empresariales cuando decidió dar un vuelco a su vida, instalarse en el rural y fundar una de las primeras granjas ecológicas de vacas de Galicia. Marta ha recibido numerosos premios por su buen hacer y por sus propuestas innovadoras y emprendedoras. También ha sufrido tremendas adversidades. Pero lo importante es que la viguesa nunca pensó en tirar la toalla y sigue ideando nuevas propuestas y recogiendo los frutos de su esfuerzo.

Marta, junto a sus padres y hermanos

Marta, junto a sus padres y hermanos / Cedida

Aunque Marta era urbanita, la vida en el rural no le era para nada ajena. Su padre, Pepe Álvarez, procedía de una familia de Monterroso (Lugo) que regentaba una granja y cada verano toda la familia disfrutaba en la Casa Grande. Marta y sus hermanos lo pasaban de maravilla entre los animales y en plena naturaleza, “aunque nunca se me había pasado por la cabeza que terminaría viviendo aquí”, confiesa.

  • ¿Quién soy?

    “Un ave Fénix dispuesta siempre a volver a empezar y superar las adversidades sin perder la ilusión”

Marta eligió Lugo para estudiar la carrera porque se enamoró de una chica de Monterroso y, a menudo, los fines de semana iba a la aldea. Cuenta que fue en una de aquellas ocasiones cuando las vacas se escaparon de la granja arrendada por sus progenitores y llegaron hasta la puerta de su casa, situada a un kilómetro. “Las llevé de vuelta al establo y me pareció fácil y divertido”, recuerda. Precisamente el contrato de arrendamiento de la granja iba a finalizar y Marta sintió aquella escapada de las vacas como una señal y tomó la sorprendente decisión de hacerse cargo de la granja y sus 25 vacas. “En aquellos momentos no sabía prácticamente ni ordeñar una vaca ni conducir un tractor, pero me lance”, relata. Su familia se sorprendió y se alegró, aunque pensaban que no aguantaría mucho. Han pasado 23 años desde entonces.

Marta Álvarez Quintero con sus vacas de la Granxa Maruxa en la Comarca da Ulloa

Marta Álvarez Quintero con sus vacas de la Granxa Maruxa en la Comarca da Ulloa / FDV

“No se puede negar que los comienzos fueron muy duros. Recuerdo que me tocó un invierno muy lluvioso y las fincas, ubicadas junto al río, se inundaron. Además, al principio nadie quería venir a trabajar conmigo porque no confiaban en mí. Menos mal que al final Daniel se apiadó y me enseñó todo lo que sé de las vacas”, agradece. A todo ello se añadió un brote de tuberculosis por el que se vio obligada a sacrificar a todos los animales. “El primer día sin ellas fue horroroso, sentí mucho vacío y, por primera vez, miedo a estar allí sola y aislada”, confiesa.

Pronto la empresaria se dio cuenta de que ser granjera abarcaba mucho más de lo que había imaginado. “Había que aprender sobre maquinaria, veterinaria, logística… Me pasé dos años sin tener ni un solo día libre. Desde luego fue toda una lección de vida”, asegura la viguesa. “Mi familia estaba alucinada de mi aguante, pero es que había tenido un referente de mujer trabajadora muy especial, mi madre, y eso se lleva en la sangre”, destaca.

Sus estudios -unidos a su instinto natural- también le fueron muy útiles y muy pronto Marta se dio cuenta de que tenía que comercializar su trabajo y diversificarlo para salir adelante. La viguesa se metió en otro préstamo y compró 16 vacas holandesas.

Imagen de archivo de Marta Álvarez con las Maruxas de nata en 2012

Imagen de archivo de Marta Álvarez con las Maruxas de nata en 2012 / ELISEO TRIGO

De Marta fue la idea de recuperar la tradición de elaborar las galletas de nata que hacían las abuelas. Las “Maruxas de nata” tuvieron un gran éxito y distribuyó este producto junto a una socia hasta que se rompió la sociedad y Marta, finalmente, se vio apartada del proyecto. Pero la viguesa no se rinde fácilmente y de nuevo fue capaz de reinventarse.

En estos años, la familia fue creciendo y ahora tienen 60 animales y tres empleados. “Gracias a ellos yo ya no trabajo solo en la granja y puedo dedicarme a los otros proyectos”, explica. También su hermana María -la única que trabajó en el estudio fotográfico familiar- se mudó con ella cuando la madre se jubiló y, al tiempo, el mítico estudio cerró sus puertas. “Pusimos en marcha una firma de cosmética natural, Muuhlloa, de la que María se ha convertido en la administradora y yo diría que en su alma”, afirma Marta, que asegura que, aunque viven independientes, está feliz de tener a su hermana tan cerca.

Muuhlloa -Muu, de vaca; H, de hierba y Lloa de la comarca de A Ulloa- es un proyecto formado por 5 mujeres que vienen de la ganadería, agricultura, biología, farmacia, ciencias empresariales, fotografía y artes gráficas. Elaboran cosmética ecológica, natural y sostenible con la leche fresca de las vacas de Marta y las plantas medicinales de la cooperativa Milhulloa. Entre sus productos destacan la loción corporal y el bálsamo labial con flor de grelo.

Además, hace un año Marta constituyó una cooperativa junto a Ana Corredoira, de As vacas da Ulloa, para el envasado de la leche fresca pasteurizada en botellas de vidrio retornables y con un recorrido único de la lechería a la fábrica. “Estamos muy contentas porque la gente está muy concienciada y tenemos un retorno del 85%”, asegura la empresaria que, entre otros, tiene como cliente al comedor de Inditex. Por el momento envasan 1.800 litros a la semana y también hacen yogures dos veces al mes.

Arte en la granja

La sensibilidad con la que Marta fue criada se refleja en el mimo que puso desde el inicio en el cuidado de sus vacas y en la finca. Uno percibe que es un lugar especial nada más llegar, cuando una hermosa carballeira da la bienvenida al visitante, algo curioso en una granja, y, lejos de la imagen tradicional que tenemos de los establos, como recintos feos, la Granxa Maruxa está repleta de murales pintados por amigos artistas y fotografías: mucho color, arte, alegría y música. “Las vacas tienen libertad de movimiento y siete hectáreas para disfrutar del prado”, dice la granjera, que suele poner música clásica mientras trabajan. “Parece que funciona; las vacas están sin estrés y muy musculadas: en 23 años no hemos tenido ni una cesárea, ni siquiera en partos gemelares”, afirma con orgullo.

Marta en una edición del Agrocuir de A Ulloa

Marta en una edición del Agrocuir de A Ulloa / Cedida

"La gente del rural es mucho más abierta y tolerante de lo que creemos; no puede ser que el orgullo gay se celebre solo en las ciudades”

La música no es solo para las vacas. Marta es una amante de esta disciplina y, junto a otros compañeros de la zona, puso en marcha el festival LGTBI Agrocuir da Ulloa, que este año celebrará su octava edición el último fin de semana de agosto. “También en el rural hay mucha gente diversa y quisimos hacer una fiesta intergeneracional para reivindicar la diversidad sexual y de género. Desde el principio tuvo una buenísima acogida en los pueblos, que son mucho más abiertos de lo que la gente cree; no tenía sentido que solo se celebrara el orgullo gay en las ciudades”, opina la ganadera. El festival comenzó celebrándose en la granja y llegaron a acoger a más de 3.000 personas, pero ante tanta afluencia tuvieron que buscar un nuevo recinto en los alrededores. Recibieron el premio Martín Códax al Mejor Festival de Galicia y han conseguido que se haya replicado en distintos pueblos.

La viguesa, a sus 52 años, no deja de innovar y su granja se ha convertido en un lugar de encuentro cultural. A finales de junio el grupo de teatro A Panadaría realizará en la finca la penúltima representación de la obra “Elisa y Marcela”, alrededor de la historia real de las gallegas que protagonizaron el primer matrimonio homosexual registrado en España.

“Estoy feliz por aquella decisión que tomé de venirme a Monterroso; ha habido momentos muy duros pero no me arrepiento de nada”, asegura la empresaria, que destila una envidiable ilusión por todo lo que hace.

Además, Marta es un ejemplo para muchas mujeres emprendedoras de la zona a las que inspira y que a menudo le piden consejo. “Cuando yo empecé éramos muy pocas mujeres y además muy poco visibles. Ahora somos muchas más, hemos creado redes muy interesantes y me siento muy querida en la comarca”, concluye. 

Las pioneras: Lady Eve Balfour, pionera de la agricultura orgánica

Lady Eve Balfour

Lady Eve Balfour / Lady Eve Balfour Collection

Lady Eve Balfour (1898 –1990) fue una agricultora británica, educadora, pionera de la agricultura orgánica y fundadora del movimiento orgánico.

Eve -una de los seis hijos del Conde de Balfour y sobrina del primer ministro Arthur Balfour- decidió ser una granjera a los 12 años. Fue una de las primeras mujeres en estudiar agricultura en una universidad inglesa.

En 1919, con 21, utilizó su herencia para comprar New Bells Farm en Haughley Green, Suffolk. En 1939 lanzó el primer experimento de largo plazo de comparación científica entre agricultura orgánica y la convencional química.

En 1943 publicó su libro “La Tierra viviente”, texto fundacional del movimiento de comida orgánica. Fue la primera presidenta de la Asociación de Suelos, organización internacional que promueve la agricultura sostenible.

Suscríbete para seguir leyendo