Pues sí, fue sin duda el Goya más explosivo de la gala celebrada el pasado fin de semana en Sevilla. Porque Luis es, en persona personalmente, que diría Catarella, el agente creado por Andrea Camillieri en “El comisario Montalbano”, un hombre en erupción, y porque sus volcánicas interpretaciones también acostumbran a serlo. Díganme si no qué otro actor español se atrevería a mostrar su agradecimiento a Rodrigo Sorogoyen por haberle fichado para actuar en “As Bestas” con un “me ha permitido matar a un francés”, célebre frase que ya permanecerá en la historia de estos galardones per secula seculorum, y dedicatoria que fue contestada por un aludido, el Goya a la mejor interpretación protagonista masculina, Denis Ménochet, con otra sentencia lapidaria: “Luis es el mejor actor del mundo”.
A Zahera empezamos a conocerlo en Galicia en Mareas Vivas, una serie de la TVG creada por Antón Reixa que se emitió entre los años 1998 y 2002, ambientada en una villa marinera ficticia de la Costa da Morte, Portozás, que contaba la vida cotidiana de sus habitantes, casi todos ligados al mar. En ella participaron algunos de los actores y actrices gallegos más o menos consagrados de la época, item más otros y otras que, gracias a su intervención, hallaron ella un trampolín tan perfecto cual inesperado para su proyección nacional, así en el cine como en la televisión... ¿Que conocimos a Luis Zahera he escrito antes? ¡Vaya! Toca una rectificación: a quien conocimos fue a un tabernero llamado Petróleo, al que encarnaba, y que todavía le persigue cual Chanquete a Antonio Ferrandis. Antes que eso, en 1992, había viajado a Nueva York, donde trabajó colgando abrigos en un restaurante de lujo, pintando y haciendo demoliciones, además de unos cuantos empleos sin identificar, e iniciado en su Compostela natal (1966) una carrera teatral con la compañía Teatro do Aquí. Y después de eso, es decir, de Mareas Vivas, su presencia se convirtió en habitual en los repartos de series como Hospital Central, Sin tetas no hay paraíso, La familia Mata, Las aventuras del capitán Alatriste, Buscando el norte, La unidad, Sky rojo, Entrevías…
Había debutado en la gran pantalla en 1987 con un pequeño papel en el largometraje Divinas palabras, al que siguieron Sé quién eres y Lena. A partir de 2001 su carrera aparece en películas como El lápiz del carpintero, Locos por el sexo, Alatriste, Los años desnudos, Celda 211…y entonces llegaron “El Reino” y Sorogoyen, no más allá de cinco minutos intensos de interpretación que le valieron su primer Goya como mejor actor de reparto.
Aunque tenga fama de interpretar a personajes malvados, no se aprecia en él el canallesco matiz con el que su amigo del alma, Luis Tosar, dota a los suyos cuando le toca. Eso sí, es un apasionado, y esa virtud que hace explosión y es muy aprovechable en sus interpretaciones, le juega malas pasadas en las entrevistas. En esta faceta, inevitable consecuencia de la fama, la virtud se transforma en inconveniente, y su razón estriba en que, al no tener un guion en el que apoyarse, realiza declaraciones que no es que no piense en sí mismas, sino que no ha pensado bien sus consecuencias antes de efectuarlas, de manera que cuando las ve publicadas o emitidas, desmiente o aduce que ha sido “mal interpretado”.
En los últimos años, ha fijado su residencia de solaz en la Illa de Arousa, que es una isla, sí, pero unida desde años ha al continente por un puente, patria también de otro de sus grandes colegas, Carlos Blanco, y de la que también se ha hecho vecina la cantante Uxía. Y es que Luis, en la intimidad galaica, se mueve mayormente en ambientes nacionalistas, y sin embargo se ríe cuando, por su aspecto físico, le espetan que se parece a Alberto Núñez Feijoo, candidato a la presidencia del Gobierno por el PP, con quien asegura compartir amistad por juasaps... si es que no hemos extraído esto fuera de contexto.