Gallegos a la vanguardia

“Me decidí por la ciencia tras darme el golpe con un trabajo que no me gustó”

El químico vigués Pedro Verdía Barbará investiga en el Imperial College de Londres cómo obtener celulosa de la biomasa para fabricar bioetanol o papel

Pedro Verdía, en su laboratorio del Imperial College de Londres.

Pedro Verdía, en su laboratorio del Imperial College de Londres. / Cedida

Sandra Penelas

Sandra Penelas

La celulosa es el compuesto orgánico natural más abundante en el mundo. Y puede ofrecer soluciones sostenibles a los retos ambientales y energéticos de la sociedad actual. El químico Pedro Verdía Barbará (Vigo, 1980), investigador en el Imperial College de Londres, desarrolla métodos para la obtención de este elemento a partir de residuos de cultivos o maderas contaminadas y con el objetivo final de producir bioetanol o papel.

La clave de los procesos y tecnologías menos contaminantes que utiliza son los líquidos iónicos, con los que empezó a trabajar durante su tesis doctoral en el departamento de Química Orgánica de la Universidad de Vigo. Su trabajo incluyó una breve estancia en el Imperial College, donde coincidió con el que años más tarde se convertiría en su actual jefe, Jason Hallet.

Pero antes de iniciar el doctorado, Pedro probó suerte en el mercado laboral: “De niño me gustaban los dinosaurios y los documentales de Attenborough y Rodríguez de la Fuente. Pero al acabar la carrera estás un poco perdido y en aquella época era muy duro encontrar un empleo. Me decidí por la ciencia tras darme el golpe con un trabajo que no me gustaba. Fui programador durante más de un año y eso me hizo darme cuenta de que lo que de verdad me gustaba era estar en el laboratorio”.

Por eso anima a los más jóvenes a no basar la elección de su carrera exclusivamente en las salidas laborales. “Mi experiencia vital me ha enseñado que lo de hacer cosas para “colocarse” es lo peor que puedes hacer con tu vida. Hay que darse la oportunidad de hacer lo que te gusta, y luego ya se verá”, reflexiona.

Tras defender su tesis, Pedro realizó estancias en universidades de la República Checa y en Belfast. Volvió a Vigo para trabajar durante tres años en un proyecto con Repsol de su supervisora, la catedrática Emilia Tojo. Y cuando finalizó volvió a hacer las maletas para trabajar en Nottingham y, desde julio de 2019, en el departamento de Ingeniería Química del Imperial College.

Un periplo internacional que lo traerá de vuelta a España en abril para incorporarse al grupo de Desarrollo de procesos y productos de bajo impacto ambiental en la Complutense. “Recibí la noticia hace unas semanas de que me habían concedido una beca para la retención de talento investigador del ministerio. Llevaba muchos años intentándolo y al final lo he logrado. Es muy complicado porque hay muchísima gente y de mucho nivel intentando volver”, celebra.

Pedro, en un viaje a Irlanda del Norte.

Pedro, en un viaje a Irlanda del Norte. / Cedida

Antes de su regreso, Pedro tendrá que cerrar o traspasar los proyectos que tiene actualmente en Londres. Además de poner a punto el proceso por el que obtienen celulosa de la biomasa lignocelulósica para producir bioetanol, el grupo cuenta con varias iniciativas para desarrollar materiales con mayor valor económico como el papel.

“En la fabricación de biocombustible se utiliza mucho el almidón, la parte comestible, del maíz, las patatas o la soja. El problema es que esto supone competir con la producción de comida y lleva asociados dilemas morales como el del precio. Nosotros utilizamos celulosa, que no es digerible para el ser humano, y que en las plantas se encuentra rodeada de otras sustancias que hay que eliminar. Por eso la fabricación del papel, como sabemos en Galicia, es tan contaminante. Pero nuestro método es más limpio”, explica.

Además de papel, los investigadores del grupo también han sido capaces de obtener surfactantes para fabricar detergentes naturales: “Hay muchas avenidas por las que circular e investigar y todo se basa en utilizar material renovable. Podemos aprovechar cualquier tipo de biomasa. Desde residuos del cultivo de arroz o maíz a maderas contaminadas con metales pesados o compuestos químicos. Porque nuestro sistema también es capaz de separar los químicos y utilizar la celulosa descontaminada. Yo tuve un proyecto en el que obtuve papel a partir de maderas procedentes de demoliciones de edificios y otros desechos de la construcción”.

Todos estos estudios han dado lugar a siete start-ups. “Una de ellas ya cuenta con una planta piloto en Suecia y ha recibido financiación europea varias veces. Y también hay otras que aplican el mismo concepto al reciclaje de los tintes de la industria textil, que son muy contaminantes, o a la producción de nanopartículas”, explica Pedro.

Pedro Verdía, con investigadores de varias universidades británicas implicados en el proyecto SUPERGEN.

Pedro Verdía, con investigadores de varias universidades británicas implicados en el proyecto SUPERGEN. / Cedida

El investigador vigués aplaude estas iniciativas, aunque a él no le atrae el emprendimiento: “El Imperial fomenta mucho que la gente saque adelante sus ideas. Tiene fondos económicos propios y ayudan a los investigadores a presentarse a convocatorias. Hay un ecosistema que te ayuda a sacar lo mejor de ti en todos los sentidos y a lograr tus objetivos. Y es muy bonito ver cómo les va bien a mis compañeros, pero supone un esfuerzo brutal. Cuando montas tu empresa tienes que dejar de lado la investigación y empezar a pensar en presupuestos, contrataciones, abogados, patentes... Yo prefiero centrarme en la ciencia”.

Su jefe en el Imperial College es estadounidense y el resto de investigadores proceden de toda Europa, Asia y Oriente Medio: “Es fantástico compartir laboratorio y tiempo con gente de tantos sitios y otras formas de pensar y ver las cosas. Te ayuda a abrirte y a ser más tolerante y comprensivo. Creces como persona”.

Pedro y su grupo de investigación en el Imperial College.

Pedro y su grupo de investigación en el Imperial College. / Cedida

Desde su próximo destino en la Complutense, además de aplicar todo la experiencia y el conocimiento adquirido estos años en el extranjero, Diego aspira a retomar relaciones con la UVigo y con las otras dos universidades gallegas: “Me gustaría encontrar formas de colaborar. En Galicia hay mucha biomasa y es un tema muy interesante para nuestra región. En Madrid seguiré trabajando en líquidos iónicos y biomasa para obtener hidrogeles y explorar aplicaciones en electroquímica y biomédica. Continuaré con el trabajo que llevo haciendo hasta ahora, pero más orientado a lograr materiales”.

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