Nómadas digitales

Ciudadanos del cosmos

Teletrabajando en la playa.

Teletrabajando en la playa. / FDV

Francisco Yáñez

Francisco Yáñez

Sarah, freelance de diseño gráfico y webs, comenzó a trabajar desde casa en la pandemia y descubrió que, lejos de las luces fluorescentes y el ruido de una oficina, era más productiva y se sentía mejor. Siempre pensó que era absurdo perder dos horas cada día viajando y llevando sus cosas constantemente de casa a la oficina, y de la oficina a casa. Pero un día, cansada de su trabajo rígido de nueve a seis, y aburrida de la forma de vida tradicional, decidió crear su propia vida lejos de los estándares de la sociedad y se convirtió en nómada digital. Hoy vive en un ático con magníficas vistas sobre la Bahía de Tallin, una hermosa ciudad de Estonia, desde donde administra su día a día de manera más efectiva y saludable, con mejores horarios de comida y más tiempo para el ejercicio físico. Sarah viaja de un lugar a otro, visita clientes, hace nuevos contactos y amplía sus redes. Puede pasar algún tiempo en cada lugar, y llegar a conocer e integrarse en las diferentes culturas. Puede ralentizar o acelerar las cosas a su voluntad y alejarse de la rutina fija de un solo lugar. Con todo ello, su inspiración ha aumentado, su trabajo es más productivo, y, lo más importante, Sarah se siente ahora más feliz.

La palabra “nómada” no es nueva, se acuñó mucho antes de la era de Internet e incluso antes de la civilización moderna. Tradicionalmente la hemos utilizado para identificar a una tribu que deambulaba de un lugar a otro en busca de comida y refugio, sin tener un domicilio permanente. Pero hoy en día existe un nuevo concepto de nómadas, personas que trabajan de forma remota y no tienen residencia permanente, personas que viajan por el mundo mientras permanecen conectadas online gracias a internet y a sus dispositivos portátiles, personas que se mueven, no por necesidad, sino motivadas por la libertad y un impulso interno de exploración y descubrimiento. Con un estilo de vida que consiste en poseer lo mínimo, valoran más que antes las experiencias, los recuerdos y su propio tiempo, a la par que buscan nuevas formas de ver el mundo y aprender de otras culturas.

Según una investigación de MBO Partners, había 10,9 millones de nómadas digitales en 2020. Esta cifra aumentó a 15,5 millones en 2021 y superó los 20 millones en 2022. La mayoría son millennials o nacidos entre los años 81 y 93 (44 %), seguidos de Generación X o nacidos entre el 69 y el 80 (23 %), Generación Z o nacidos entre el 94 y el 2010 (22%) y baby boomers (12%). Los trabajadores del sector TIC representan el 19% de los nómadas digitales y, a diferencia de los no nómadas, los nómadas digitales tienden a tener títulos universitarios y realizar trabajos que requieren una capacitación o experiencia especializada.

La tecnología hace posible este nuevo estilo de vida

En Estonia, que está considerado como el país más digitalizado del mundo, han sido pioneros en Europa a la hora de desarrollar una política para atraer talento digital, y Tallin, su capital, es uno de los destinos preferidos en la actualidad. Este país emite un visado especial que permite a los nómadas digitales vivir legalmente allí durante todo un año, y además se les ofrece la posibilidad de hacer una reagrupación familiar con los mismos derechos que el solicitante. Pero no solo eso, en Estonia se ha eliminado la burocracia interminable que existe en otros países para crear una empresa o darse de alta como autónomo, y actualmente este proceso se puede realizar por internet en pocos minutos. Los tediosos permisos del ayuntamiento, de la comunidad autónoma y del estado, han desaparecido o se han simplificado al máximo.

Portugal también destaca por su oferta, y actualmente ya tiene cinco ciudades en el top de la web especializada Nomadlist: Lisboa, Madeira, Portimao, Porto y Lagos. Otras ciudades que gustan especialmente a los nómadas digitales son: Tbilisi (Georgia), Cracovia (Polonia), Belgrado (Serbia), Zadar (Croacia), Budapest (Hungría), Edimburgo (Escocia), Liubliana (Eslovenia), Sofia (Bulgaria), Timisoara (Rumania), o también Las Palmas, en nuestro país.

Sin duda este incipiente perfil de trabajadores desplazados resulta económica y culturalmente muy interesante para cualquier ciudad, pero ¿qué considera un nómada digital antes de decidirse por una u otra ciudad? ¿Qué debe tener una ciudad para que sea un lugar ideal para ellos? Estas son sus prioridades.

El coste general de vida. Es una de las razones fundamentales, y aquí destacan lugares como Rumanía, Portugal o Bulgaria.

Coworkings y espacios de trabajo alternativos. Aunque muchos nómadas digitales eligen las cafeterías como su oficina de trabajo, muchos otros optan por la opción de darse de alta en un coworking, un espacio que les ofrece un lugar tranquilo para trabajar a un precio realmente barato y la oportunidad de conocer a otros nómadas digitales.

Buena conexión Wifi y de internet. Requisito esencial para su tipo de trabajo. Además, hoy en día ya no es suficiente con tener conexión, la velocidad también es fundamental, y aquí destacan países como Andorra o Dinamarca.

Un ambiente saludable. Cuando vives en una maleta y viajas por el mundo a tiempo completo resulta complicado mantenerse sano en un entorno tan cambiante. Destinos que tengan muchos espacios verdes y rutas de senderismo bien documentadas, un clima moderado, y buena calidad y precio de la comida, son los preferidos.

Oportunidades de ocio y networking. Aprovechar y disfrutar del tiempo libre, conocer a nuevas personas y, al mismo tiempo, reforzar las oportunidades de negocio, son pilares fundamentales en los que se basa este nuevo estilo de vida.

Costes de transporte y accesibilidad. Un buen transporte público, y una ciudad cómoda y segura para pasear, son también razones de peso para un nómada digital, además del coste y frecuencia de los vuelos para llegar a ese destino.

Definitivamente, el estilo de vida nómada es una opción real y una oportunidad única que cada vez elegirán más y más personas. La tecnología actual está permitiendo y acelerando esta movilidad, pues nos mantiene conectados en cualquier momento y desde cualquier lugar con nuestros compañeros de trabajo, familia y amigos. Probablemente, a partir de ahora y de forma progresiva, dejaremos de ser ciudadanos de una ciudad concreta, y empezaremos a ser ciudadanos del mundo, o, como ya promulgaban los estoicos en el siglo IV a.C., “ciudadanos del cosmos”.

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