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Los viejos oficios: Antía, Nuria y Uxía (Las Flores de Greta), estampación botánica

Los colores del bosque

El uso de las plantas acompaña desde siempre al ser humano. Las viejas técnicas de tintura y estampación resurgen para crear colores y diseños únicos en telas orgánicas como lana o algodón. Uxía y Nuria Benlloch y Antía Vargas, desde su taller Las Flores de Greta en Gondomar, trasladan la naturaleza a los tejidos

Antía, Nuria y Uxía en su taller de Gondomar con algunas de las flores y plantas que se encargan de recoger a diario, tanto en el monte como en su propio jardín para después estamparlas en tejidos orgánicos como seda o algodón. Las Flores de Greta

Usar las plantas para todo tipo de fines es tan antiguo como las propias civilizaciones. Los colores forman parte del modo de percibir el mundo y conseguir trasladar la paleta cromática a las telas fue uno de los grandes logros de la humanidad. De ahí surge una historia fascinante que va desde los primeros tonos naranjas, rojos y marrones a los púrpuras y escarlatas que marcan un antes y un después en la evolución del teñido y los tejidos. Todo eso y más lo saben Uxía, Nuria y Antía, que juntaron sus destinos en 2017 para crear las Flores de Greta, un taller artesano de estampación botánica en el que la naturaleza es la protagonista.

Una diseñadora gráfica (Uxía Benlloch), una artesana joyera y textil (Nuria Benlloch) y una ingeniera industrial (Antía Vargas) unieron fuerzas para aflorar un proyecto con base en Gondomar y con una idea muy clara: crear prendas de ropa únicas, de forma manual mediante la técnica de ecoprint o estampación botánica, con la que se traslada el color de la naturaleza a la tela.

“Traspasamos los pigmentos naturales que hay en hojas y flores a tejidos de origen orgánico como seda, lana, lino o algodón”, explican, en un proceso largo que comienza con la recolecta en el monte y también en su propio jardín de algunas especies que ya cultivan. Después viene el clasificado de las variedades –cambiantes según la estación del año–, los baños con mordientes, el escurrido, la colocación de los vegetales sobre las telas, enrollar, atar, cocer… pasos que requieren paciencia, conocimiento del tejido y de los elementos.

Cada pieza es única, porque es la naturaleza la que influye en los diseños a través de un proceso largo y paciente, que es también un "slowlife". Las Flores de Greta

 “Cada día los resultados son diferentes, dependiendo de factores como la época del año, la situación geográfica de recogida, la humedad ambiente, el calor, los tiempos de vapor y reposo u otros relativos a los tejidos como la composición, el gramaje o la estructura de la base sobre la que estemos trabajando”, dicen.

Fulares, mochilas, bolsos, calcetines, chales, vestidos, mantas o pulseras son algunas de las prendas que forman parte de su catálogo, que incluye también una colección de piezas de novia. Cada producto es único porque es la naturaleza la que influye en los diseños.

Una de sus prendas únicas, hecha con flores que ellas mismas recolectan en el monte y en su propio jardín. Las Flores de Greta

Sus elaboraciones se dirigen a todas las “gretas” del mundo, mujeres que, como ellas, valoran lo natural, los procesos lentos y se alejan de la moda del usar y tirar. Acuden a ferias y cuentan con una cuidada tienda online en la que pueden verse sus creaciones según la época del año. La atención personalizada para cada pedido es otra de las claves del éxito de estas emprendedoras convencidas de que con pequeños gestos cotidianos se puede cambiar el mundo. Porque Las Flores de Greta es también un proyecto de “slowlife”, de dar importancia a lo que nos rodea, a lo hecho a mano, a la artesanía, a la personalización, a los detalles y a los tiempos que requiere cada proceso. También elaboran productos solidarios con cuya recaudación apoyan diferentes causas. Este año la pieza escogida es la pulsera de seda, con la que ayudan a la Isla de Tali, el refugio interespecie situado en la desembocadura del Miñor, que se ocupa de la rehabilitación y bienestar de los animales que viven allí.

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