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El género audiovisual que inventó la emigración gallega

Las películas del cine de correspondencia cruzaban el Atlántico en ambas direcciones conformando una especie de intercambio visual entre Galicia y América

Las películas del cine de correspondencia cruzaban el Atlántico en ambas direcciones. FDV

Me gasto un dineral en películas. Son de ambiente y asuntos regionales: Quiero que a los gallegos emigrados del terruño les llegue una impresión directa, mejor que un libro y la revista, que les dé una sensación de realidad…” (José Gil, FARO DE VIGO, 10 de agosto de 1913)

José Gil Gil, seguramente la más importante figura del cine hecho en Galicia en el primer tercio del siglo XX, fue también, junto al ourensano Eligio González, el principal artífice del que muy bien podríamos considerar como el único género cinematográfico inventado por los gallegos: el denominado cine de correspondencia. Decimos único, y también decimos exclusivo, pues en ninguna otra cinematografía del mundo hallamos parangón a este auténtico fenómeno que trasciende las fronteras artísticas y cumplimenta, como pocos, uno de los requisitos básicos del Séptimo Arte desde su concepción original: el de servir como herramienta de comunicación social.

Manolo González, profundo conocedor de este género, nos cuenta en su perfil biográfico de Eligio González que “Aproximadamente desde 1910 hasta los años sesenta, emigrantes y gallegos se cruzaron curiosas cartas del uno al otro lado del mar. Las latas viajaban en las bodegas de los mismos barcos a vapor que transportaban a emigrantes o retornados, para luego ser proyectadas en los mejores cinematógrafos de Buenos Aires, La Habana, Vigo o A Coruña”.

Las películas de correspondencia cruzaban el Atlántico en ambas direcciones conformando una especie de intercambio visual entre Galicia y América. “Esa correspondencia –aclara González– se realizaba al margen de la vida oficial y comercial de los países por los que circulaba y sólo tenía trascendencia entre las colonias de emigrantes de cada país. En América, sobre todo en Argentina, Cuba y Uruguay, las sociedades gallegas encargaban la filmación de sus actos sociales y culturales, en muchos casos, con la intención de remitirlos a sus familiares y vecinos de Galicia”. Por su parte, los gallegos que permanecían aquí, respondían a su vez a esas “cartas cinematográficas” con imágenes procedentes de Galicia, sobre todo de familias, gentes, romerías, paisajes, calles…que eran visionadas al otro lado del charco con una sentida emoción, como no podía ser de otra manera, evidentemente (ríanse ustedes de las lágrimas de los melodramas made in Hollywood comparado con las vertidas en algunas de aquellas morriñentas sesiones).

Aunque los realizadores de estas peculiares películas fueron numerosos –abundaron, lógicamente, los meros aficionados– los nombres de José Gil y Eligio González emergen de entre todos ellos.

Nacido en As Neves en 1870, José Gil se había instalado en Vigo como fotógrafo profesional en 1903. Siete años más tarde, inició su actividad cinematográfica con el rodaje de varios filmes, entre ellos “Miss Ledya”, aunque muy pronto se especializaría en la realización de documentales para la emigración primero, y en la publicidad y los noticieros después, para lo cual fundaría la productora Galicia Cinematográfica y crearía, en 1929, la “Revista de Galicia”, a la que podemos considerar como el más fundamentado antecedente del No-Do.

Así como, cual hemos visto, Gil cultivó varios géneros, Eligio se centró exclusivamente en el de los documentales de la emigración y, con posterioridad a la Guerra Civil, también del exilio. González había comenzado su carrera como fotógrafo en Portugal pero, en 1921, a los 22 años de edad, emigró a Buenos Aires donde, tras adquirir su primera cámara cinematográfica, en el arranque de la década de 1930 pondría en marcha la productora Celta Films.

José Gil Gil.

José Gil Gil. Archivo

Comprometido con la causa galleguista, Eligio González fue el director del legendario documental “Galicia en Buenos Aires” que, financiado por la Federación de Sociedades Gallegas y la revista “Galicia”, era proyectado por el Partido Galeguista en los principales mítines en pro de la aprobación del Estatuto de 1936.También son de la autoría de Eligio la mayor parte de las imágenes que se conservan de Castelao en América, así como otras cintas dedicadas a las colectividades de emigrantes de villas como Cambados, Porriño o Lalín, a las de comarcas como el Val Miñor y, muy especialmente, a las de la diáspora de casi toda provincia ourensana.

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