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Los viejos oficios: Elías González, alfarero

Barro milenario

La de Gundivós es una de las cerámicas más ancestrales del país. Elías González mantiene viva esta tradición en la que fue antigua rectoral de esta parroquia de Sober, convertida en centro creador y difusor de esta antiquísima artesanía

Elías González mantiene viva la técnica tradicional, con torno bajo. Rectoral de Gundivós

Gundivós es una de esas parroquias señeras que con solo su nombre define un estilo y una forma de artesanía. Estas tierras de Sober destacan por su alfarería milenaria, con una técnica de torno bajo que produce un tipo específico de recipientes. Elías González Prieto, desde la Rectoral de Gundivós mantiene viva este tipo de creación soberina hecha a fuego lento.

La rectoral es una casona centenaria rehabilitada al detalle para convertirse en Centro Alfarero. Cuenta la historia que esta cerámica se usaba antiguamente en las bodegas y en la cocina, y la sabiduría popular aseguraba que mejoraba el sabor del vino y mantenía su frescor. Hoy los recipientes que se elaboran tienen tanto una función utilitaria como decorativa, sean “xarros” u otros “cacharros” –esta es tierra de “cacharreiros”– como las meleiras para guardar la miel.

Elías puso todo su empeño en que esta singular alfarería no se perdiese, así que la vieja rectoral se convirtió en centro alfarero, museo etnográfico y también bodega, llamada igualmente Rectoral de Gundivós. Un espacio etnográfico en el que además de conocer piezas antiguas y actuales, se hacen demostraciones a los visitantes y se cuenta cómo era el modo de vida de antaño, con cocina del cura con lareira incluida. Y así se va sabiendo cómo se daba forma a los cántaros, ollas, pucheros y tantos otros objetos.

Elías González tiene 49 y lleva más de dos décadas perpetuando la tradición, con una trayectoria distinguida con diversos premios. Entre ellos, el de Artesania de Galicia, junto a la vidriera Dolores López y la lámpara Fotomeleira, inspirada precisamente en los antiguos recipientes donde se guardaba la miel. Elías es heredero de los viejos maestros soberinos como Agapito González –entre otros–, uno de los “oleiros” que continuaron la tradición alfarera de la aldea en los años ochenta.

Él sigue trabajando la cerámica negra de la zona a la antigua usanza, con torno de mano, con barro escogido por el propio alfarero, horneado a fuego lento y ahumado con leña. Y acabado con resina de pino.

Antigua rectoral de Gundivós (Sober). Rectoral de Gundivós

Dicen que parte de las ánforas que llegaban a Roma con vino de Amandi podrían proceder de Gundivós. Si fuese así, sería una de las artesanías más ancestrales del país, que Elías continúa manteniendo viva.

Aparte del propio trabajo del alfarero, en la Rectoral de Gundivós es posible ver piezas con más de cien años de antigüedad, como los "xarros" para el vino. El complejo guarda construcciones tan singulares como un palomar hecho con cerámica por los viejos alfareros de la zona. “Mantener viva esta cerámica es mantener vivo un valor cultural”, dice Elías.

La resina de pino que se espolvorea sobre el "xarro" candente va formando una película impermeabilizante que evita las fugas de líquido. Es una de las características distintivas de esta "olería" milenaria, negra por el humo y brillante por la pez.

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