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Memoria en la piedra

Volver al pasado es una tentación de la que se puede resistir de varias maneras, y una es la de caer en ella. “Escenarios da prehistoria. Provincia de Pontevedra” es un impresionante libro digital, coordinado por el naturalista Federico de la Peña Santos, en el que se realiza un recorrido por los cinco períodos prehistóricos de los que existe constancia arqueológica en el actual territorio de la provincia pontevedresa. Después de verlo y leerlo, dan ganas de disfrutarlo

Vista del Castro de Santa Trega, A Guarda (Mundo Castrexo).

Nos hallamos ante el fruto de un trabajo destinado a todos los públicos, especialmente al desconocedor de este patrimonio, pero también puede ser del interés los especialistas. En él se muestran los yacimientos más emblemáticos del Paleolítico Inferior, el Mesolítico, el Neolítico, las Edades de Cobre y Bronce y el Mundo Castrexo en la provincia. Además de 500 fotografías en color, el libro, patrocinado por la Dirección Xeral do Patrimonio Xunta de Galicia, incluye ilustraciones de Inés Vázquez y otros autores, y cuenta con la colaboración de varios museos gallegos, así como de los arqueólogos Eduardo Méndez Quintas, María José Bóveda, Xosé Ignacio Vilaseco, José Manuel Rey y Rafael Rodríguez.

PALEOLÍTICO INFERIOR

No existen restos humanos de los que fueron los primeros pobladores de la provincia, como tampoco de ningún otro ser humano prehistórico en Galicia, pues el grado de acidez de los suelos gallegos los ha destruido. Lo que sí suelen aparecer son las herramientas que talaron en piedra, en las que se empleó como materia prima principalmente la cuarcita y, en menor medida, el sílex. Bifaces (hachas de mano) y otros utensilios se han hallado en las excavaciones efectuadas en los cuatro yacimientos paleolíticos más importantes de la provincia: Gándaras de Budiño en Porriño, Chan do Cereixo en Gondomar, O Cabrón en Arbo y Porto Maior en As Neves. Este último acoge la mayor concentración de bifaces, y también los de mayor tamaño, conocidos hasta ahora en toda Europa.

Garganta próxima al yacimiento de Porto Maior, As Neves (Paleolítico Inferior).

MESOLÍTICO

Durante este período tiene lugar un decaimiento artístico. Desaparece la pintura rupestre paleolítica, exuberante y figurativa. La razón estriba en que los grandes mamíferos que sirvieron como “modelos”, al necesitar del frío, desaparecieron de Galicia y migraron hacia latitudes más nórdicas. En su lugar, e igualmente en las paredes de algunos abrigos rocosos, los artistas mesolíticos pintaron animales coetáneos como ciervos, jabalíes, cabras montesas..., pero ahora de modo esquemático. Para ello emplearon pigmentos negros y rojos. También representan por vez primera el ser humano, incluídos los dos sexos, y lo convierten en el protagonista de la escena. Las figuras en todos los casos son muy estilizadas y los autores les confieren sensación de movimiento, particularidad que contrasta con el estatismo paleolítico. Otras muestras artísticas de este período son unos cantos rodados con simples trazos de pintura, de carácter abstracto y, quizás, dotados de un significado mágico y simbólico, así como representaciones de animales en utensilios personales como cuchillos, mangos de hoces... que definen el arte mueble.

Sector del yacimiento de Camposancos, A Guarda (Mesolítico).

En los últimos tiempos de este período, próximos ya al Neolítico y por influjo de grupos humanos con este tipo de economía, aparecen muestras de cerámica. Será la primera que se conoce realizada por nuestros antepasados y, hasta ahora, el único testimonio de arte mesolítico presente en Galicia.

Los yacimientos mesolíticos de los que se tiene constancia en la provincia se localizan en la costa sur, desde Oia hasta la desembocadura del río Miño. Incomprensiblemente, solo se ha excavado en uno, el de Fiales, en Oia, motivo por el que este período resulta muy poco conocido en Galicia. Particularmente interesante es el de Camposancos, en A Guarda.

Dolmen de Meixoeiro, Mos (Neolítico).

Dolmen de Meixoeiro, Mos (Neolítico).

NEOLÍTICO

Durante este período se construyeron los primeros monumentos de gran tamaño realizados en piedra por nuestros antepasados, hombres y mujeres pioneros de la arquitectura, de la ingeniería y de la cantería gallegas. La mayoría de ellos son anteriores a las pirámides de Egipto, en algunos casos en alrededor de 1.700 años más antiguos. Con sus nombres se bautizaron aldeas, villas, colectivos… e incluso negocios. Por desgracia, tanto las actividades agrícolas y forestales como las obras públicas y privadas provocaron la desaparición de numerosas de estas construcciones.

Es el Neolítico el período por antonomasia de las mámoas y los menhires, que forman parte de un fenómeno cultural conocido como megalitismo, que se extendió por regiones del Mediterráneo occidental así como también por la vertiente atlántica europea. De hecho, supuso el primer vínculo existente entre pueblos muy distantes que, en el Neolítico y principalmente por vía marítima, comenzaron a relacionarse para intercambiar ideas, conocimientos, creencias, tradiciones... y, también, productos diversos. En nuestro territorio, el megalitismo se desarrolló durante la práctica totalidad del Neolítico, el Calcolítico y parte de los inicios de la Edad de Bronce. En total, perduró en torno a 3.500 años. Entre las manifestaciones de la cultura arquitectónica de las que podemos disfrutar podemos citar Anta do Meixoeiro (Mos), Casa dos Mouros (Candeán, Vigo), Couto dos Mouros (Rodeiro), Chan de Arquiña (Moaña), Mámoa da Cruz 1 (Lalín), Mámoa da Chousa Nova (Silleda), las Mámoas do Rei de Redondela y Vilaboa, Lapa do Gargantáns (Moaña) o Pedra Fincada de Currás (Marín).

Petroglifos del Monte Tetón, Tomiño (Edades de Cobre y Bronce. | // FOTOS: : FEDERICO DE LA PEÑA SANTOS

EDADES DE COBRE Y BRONCE

Este es el espacio temporal, y cultural, de los petroglifos, que formaron parte de un lenguaje universal, creado para comunicarse a base de signos y símbolos, que se desarrolló en una extensa área del continente europeo entre el final del Neolítico y las edades de Cobre y de Bronce. Se calcula, así pues, que este “vehículo” de expresión tiene entre 3.000 y 5.000 años de antigüedad, o quizás más.

Estas representaciones son enigmáticas y todavía se desconoce el significado de gran parte de ellas, sobre todo de las denominadas geométricas. Como elementos que conforman un código, actualmente se carece de las claves necesarias para descifrarlo, aunque continúan formulándose especulaciones de todo tipo. En Galicia los petroglifos resultan frecuentes, especialmente en los márgenes de las Rías Baixas y en el valle del Lérez. Conforme avanzamos hacia el interior de la comunidad, a su presencia va disminuyendo. En concellos como Poio (A Caeira), Pontecaldelas (Tourón), Gondomar (Auga da Laxe), Tomiño (Monte Tetón), Mondariz (Gargamala) o Marín (Mogor), entre otros_ pueden visitarse interesantísimas muestras de petrologlifos y/o de enigmáticos conjuntos de ellos.

MUNDO CASTREXO

Para numerosos investigadores, los castros constituyen las primeras aldeas en ser habitadas de modo permanente por nuestros antepasados. En ellos se estrenó la piedra como elemento principal para construir las edificaciones y hacerlas imperecederas. Su nombre se debe a los romanos, quienes al llegar a este territorio lo denominaron castrum, término que quiere decir fortificación o campamento militar. En Galicia, se estima que existen entre tres mil y cinco mil. En la provincia de Pontevedra hay, aproximadamente, unos 500.

Una ciudad galaica como nunca se había visto (ni recorrido) Alberto Leyenda

La imaginación popular los relacionó desde tiempos remotos con mouros, tesoros, serpientes gigantescas y demás seres fantásticos que protagonizaron multitud de mitos y leyendas. Nombres como estos se prodigan por toda la provincia: Castro da Subidá (Marín), Castro de Vigo, A Lanzada (Sanxenxo), Monte do Facho (Cangas), Santa Trega (A Guarda)...

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