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“Cada trabajo pienso que va a ser el último”

“Habrá un día en que deje de sonar el teléfono y tendré que asumirlo igual de bien que cuando me llaman”, manifiesta la intérprete viguesa, que en el último año ha combinado un papel de protagonista en teatro con dos películas y dos series

María Castro posa en el descanso de un rodaje en Madrid. Manuel Fiestas Moreno

Cercana, alegre y muy locuaz, María Castro nos atiende por teléfono en el trayecto de camino al rodaje de una de las series en las que está trabajando. Hoy le toca grabar de siete de la tarde a dos de la mañana. La actriz viguesa de 40 años, a la que vimos crecer en pantalla desde su debut en la serie gallega “Pratos Combinados” y más tarde, ya en Madrid, en “SMS” y en “Sin tetas no hay paraíso”, vive un momento de apogeo en su carrera y en su vida personal, como orgullosa madre de dos niñas, la menor de 20 meses.

– En el último año ha hecho dos películas, es protagonista de una obra de teatro e interviene en dos series actualmente en rodaje, ¿está en uno de los momentos más dulces de su carrera?

– Ahora estoy grabando dos series, pero no puedo decir cuáles porque aún no se han anunciado, una es nueva y otra es una supermítica en la tele. El viernes se estrenó en cines “Mamá no enRedes”, una comedia divertidísima protagonizada por Malena Alterio, y también estoy finalizando la gira de “La coartada”, obra con la que llevamos año y medio. Me siento afortunada, primero, por trabajar en lo que me gusta y, segundo, por no haber perdido nunca la ilusión de hacerlo, porque al fin y al cabo hay trabajos y momentos determinados de tu vida en que te puedes sentir más quemada o más desaminada, y yo la ilusión que tengo por ir a grabar es la misma que tenía el primer día. El resto son casualidades, oportunidades o golpes de suerte. Está claro que hay que valer, pero hay mucha gente que vale que está esperando en su casa a que le llamen. Cada vez que tengo un trabajo nuevo pienso que va a ser el último, no es que sea pesimista, pero digo “venga, voy a aprovechar por si acaso estoy un tiempo sin trabajar”. Y luego viene otro y otro. Habrá un día en que deje de sonar el teléfono y tendré que asumirlo igual de bien que cuando llaman.

– Hace de protagonista en la obra de teatro “La coartada”. Háblenos de su personaje y del reto interpretativo que le está suponiendo.

– Es lo más complejo que he hecho nunca. Cuando recibí el guión y lo leí, pensé “no sé si voy a saber hacer esto”, no solo por el volumen y peso del personaje, que no sale de escena en ningún momento, sino por la dificultad que conllevaba porque trabaja sentimientos muy puros y animales como los que puede tener una madre hacia una hija, que además en ese momento se la han arrebatado y así ella no quiere vivir. Es una mujer destrozada, desolada, al borde de la histeria y dispuesta a todo por recuperar al amor de su vida, que es su hija, por eso elabora esa coartada con su amigo de toda la vida para volver a ser feliz. Esto es lo que se sabe al principio, después el final es sorprendente y deja al público estupefacto porque nadie se espera cómo se cierra la historia y la verdad de los hechos.

Maria Castro posa en el descanso de un rodaje en Madrid. Manuel Fiestas

– ¿Se puede decir que hasta el momento es el papel de su vida?

– He tenido muchos papeles de mi vida de los que tengo un gran recuerdo, a todos los quiero porque si a los personajes no les tengo cariño y no les entiendo, sería incapaz de interpretarlos. Recuerdo como algo muy especial a la Trini (serie “Vive cantando”) porque era superopuesta a mí , muy divertida de hacer y con mucho trasfondo dramático, a la Jessi (“Sin tetas no hay paraíso”) por todo lo que me dio y su complejidad. Pero, especialmente, esta Ana (“La coartada”) me ha robado el corazón también por el hecho de que soy madre y al ir a trabajar dejando a dos niñas en casa, tengo los sentimientos debajo de la piel, están ahí para usarlos.

– ¿Cómo concilia vida laboral y personal en una profesión como la suya y siendo madre de dos niñas, Maia, de seis años, y Olivia, de veinte meses?

– No se puede conciliar, lo que haces es renunciar a trabajos que te aportan menos o mi marido a trabajar en lo suyo para que de vez en cuando yo me sienta realizada como actriz. Directamente no tengo horarios y cada semana organizamos la familia como si fuera una gymkana; de hecho mis hijas me preguntan “¿mami, ¿hoy cómo lo tienes, vendrás a cenar o a dormir?”. Por suerte, tengo a mis padres aquí en Madrid, ellos son la base de la conciliación. El año pasado rodé en Valencia la película “El juego de las llaves” y se vino mi marido conmigo porque Olivia tenía siete meses, venía de ver cuatro caras en la pandemia y entraba en pánico al quedarse en manos de quien fuera, incluso de mis suegros. Además le estaba dando de mamar, con lo que entre la gira de teatro y el rodaje de la película me estuve sacando leche por todos los pueblos de España adelante. De hecho aún sigo con la lactancia y no es porque me lo imponga yo, es que me gustaría que ella fuera pensando dulcemente en dejarlo. A ver si el curso que viene al empezar en Infantil aprovecha esas horitas que empieza a estar sin mí para dejarlo. 

– Las dos últimas películas en que han intervenido (“El juego de las llaves” y “Mamá no enRedes”) son comedias, ¿se siente más cómoda en ese género?

– No especialmente, más que por géneros, me muevo por personajes, por si están mejor o peor dibujados, según mi criterio, por si son afines a mí, por si me engatusan desde un principio o si necesito ahondar más en sus sentimientos para entender el porqué de sus acciones.

En redes sociales comparto también las sombras de la maternidad. No tengo muchos haters, pero si los tuviera me daría igual. Me siento emocionalmente estable y lo que me digan me afecta cero.

– ¿Le resulta más complicado hacer reír o hacer llorar?

– Creo que es más complicado arrancar la risa porque en la comedia hay una parte muy matemática de tiempos y tensiones para producir la carcajada, de manera que si el silencio, el habla o la acción se prolongan un poco de más, la situación se destensa y ya no generas risas. En el drama tienes que trabajar con verdades y generar empatía, en comedia tienes que tener esa vis cómica y conocer muy bien los tempos.

– Es una persona muy activa en redes sociales, donde comparte desde su experiencia con la maternidad hasta recetas. ¿Es una valiente teniendo en cuenta la de haters al acecho dispuestos a soltar una crítica o directamente un insulto?

– No tengo muchos haters, pero aunque los tuviera ya te digo yo que me daría absolutamente igual porque de las pocas veces que me han comentado algo negativo, si lo he puesto en redes es para demostrar que esto nos ocurre a todos y no hay que hacer caso a los sentimientos de la gente que no aportan absolutamente nada. Hay gente que a veces gasta demasiado tiempo en opinar cuando nadie le pide ninguna opinión y no es consciente del daño que puede hacer con unas palabras. Yo me siento emocionalmente estable y realmente lo que me digan me afecta cero, pero tengo muchas compañeras que en determinados momentos pueden sentirse más vulnerables y un comentario las puede hundir. Y son comentarios que por la calle nadie se atreve a hacer, primero porque no ha lugar y , segundo, porque a lo mejor se llevan un zarandeo. En las redes sociales te encuentras con perfiles un poco cobardes y dicen algo que ni aporta nada ni es constructivo, incluso a veces no tiene nada que ver con la publicación, porque a lo mejor pones una fotografía dando de mamar y te dicen “tienes arrugas”. ¡Pero en qué momento yo he presumido de no tenerlas!, y si las tengo, ¡olé por mí!, que estoy envejeciendo con ellas y son mis marcas de vida. Eso va a estar ahí, hasta que esté penado, cosa que espero que ocurra algún día para que la gente se piense mejor lo que escribe. En mi caso comencé a ser más activa en redes a raíz del confinamiento, cuando pienso que si hay gente que me ofrece clases de yoga, yo puedo ofrecer altruístamente algo que se me da bien, y es el entretener a los niños, jugar con ellos, me encantan los niños y tengo mucha paciencia con ellos, de hecho soy maestra de educación infantil. Y fue un éxito. Luego el resto de las experiencias de maternidad que lanzo es porque me parece un error que nadie nos cuente las sombras de la maternidad, las luces las sabemos todas y es bonito ponerlas, pero si luego te vas a encontrar con cosas más oscuras o duras, te sientes desgraciada, mientras que si sabes que más o menos es igual para todos, de alguna manera “mal de muchos” es en este caso consuelo de madres y padres.

Maria Castro posa en el descanso de un rodaje en Madrid. Manuel Fiestas

– ¿Qué queda de la María Castro que comenzaba su carrera de actriz en 2001 en la serie de la TVG “Pratos combinados” y qué le diría si pudiera viajar al pasado?

– De esa María queda prácticamente todo, solo que he ganado en madurez a base de aprendizajes y golpes. Intento que mi esencia no cambie mucho porque es también la que me han inculcado mis padres. No cambiaría nada de lo que hice, aprendí muchísimo junto a mis compañeros, grandes profesionales del sector de los que me llevo un recuerdo espectacular . Simplemente a esa María que en esos momentos se he agobiado de más por no conseguir un objetivo o por haber actuado mal en una secuencia de su vida, según su criterio, le diría que no hay que darle tanta importancia a las cosas. Ahora relativizo todo mucho más, todo pasa, cualquier discusión, cualquier enfado, lo único que no pasa es cuando alguien se va para siempre. Relativizando todo vivimos más tranquilos, más alegres.

– ¿Cómo recuerda sus inicios en Madrid y cuando recibió el Premio Ondas a la mejor actriz?

– Empecé en “SMS”, en La Sexta, luego vino “Sin tetas” y toda la explosión de éxito de la serie. Cuando me llamó Antón Reixa para decirme que me iban a da el Ondas, llamé a mi representante y le pregunté si era un premio importante. Efectivamente lo era. No había soñado con algo así, no esperaba nada tan grande.

– ¿Se ve volviendo a Galicia para participar en algún proyecto audiovisual?

– No digo que no a nada. Me encanta mi tierra y trabajar en mi lengua, que ahora además es con la que estoy educando y viendo crecer a Olivia. Con Maia no lo hice y me pesó, no me salía naturalmente porque non es mi lengua materna, pero con Olivia empujé y ahora me sale automáticamente dirigirme a ella en gallego.

– ¿Se ha permitido el lujo de rechazar papeles?

– Sí. He rechazado papeles y trabajos que consideraba que no eran para mí, que llegaban en un momento que no tenían que llegar, que iban en una plataforma que no era en la que tenían que estar o en los que no se me valoraba. Aunque me cuesta mucho decir que no, ahí está mi representante, que lleva 17 años conmigo y ya es mi hermana, para decir “María, esto no”.

Maria Castro posa en el descanso de un rodaje en Madrid. Manuel Fiestas

– ¿Teme que el teléfono deje de sonar para ofrecerle papeles?

– Sé que puede llegar, pero no tengo miedo. Temo ponerme enferma yo, mis hijas, mi marido o mi familia, pero estando bien de salud, ya me buscaría la vida. De hecho, esta profesión es así, hay momentos en que trabajas mucho y otros menos, soy consciente de que el teléfono dejará de sonar y habrá que estar preparada para ello, haber ahorrado, ser paciente como lo fuimos en los arranques y seguir formándose hasta que llegue la oportunidad.

– ¿Algo que no haya hecho profesionalmente y le gustaría hacer?

– No he hecho un musical, pero va a ser difícil porque hay que estar muy en forma vocalmente. A lo mejor podría con un personaje que no cante mucho, que tenga más de interpretación.

– En sus redes sociales le vemos con una elasticidad sorprendente que supongo que conserva de su época de gimnasta rítmica, ¿hace algo especial para mantenerse así?

– No, últimamente muy poco, hace un mes he empezado algo de rutina deportiva, pero de flexibilidad no trabajo nada. Creo que el que tuvo retuvo y aunque ya tengo 40 años y me noto cuerdas en las piernas, para los ojos ajenos me veis muy flexible. Lo soy más que otra persona, pero a años luz de lo que fui.

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