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Los viejos oficios: Pablo Otero Pino, encuadernador

Libros con traje

De la encuadernación, o arte de vestir un libro, lo sabe todo Pablo Otero Pino, artesano vigués varias veces galardonado que, desde su taller en la ciudad, sigue componiendo obras únicas hechas con un proceso totalmente manual

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Pablo Otero con ejemplares de FARO DE VIGO que encuaderna. Alba Villar

Preservar y transmitir conocimientos, compartir experiencias o conocer la Historia son algunos de los muchos poderes que encierran los libros. Y mucho antes de que se inventase la imprenta ya existía el arte de encuadernar porque probablemente esté ligado a la propia invención de la escritura y, si se tapan mejor, es decir, se encuadernan con esmero, el interior de lo que guardan, la palabra escrita, permanecerá viva por más tiempo. Esto es lo que hace Pablo Otero Pino desde su taller Encuadernaciones Pino en la calle Romil de Vigo, uno de los pocos que mantiene vivo el oficio. No pocos méritos guarda el maestro que cuenta, entre otros, con el tercer Premio Nacional de Encuadernación Artística en su curriculum y que hace de cada libro una obra única e irrepetible.

Pese a todos los pronósticos y a la revolución digital, el papel aún se imprime, los libros se leen y los encuadernadores existen. “Los libros van a seguir”, dice Pino, que abrió su taller en 1998 y ha formado a numerosos aprendices del ramo, incluso profesionales que se habían quedado en paro y vieron en la encuadernación una salida laboral. Pablo llegó al sector casi de forma casual, cuando estudiaba Telecomunicaciones en el campus vigués y un día decidió ponerle tapas a las fotocopias que portaba. Le encargaron más encuadernaciones y así empezó todo. Pablo comenzó en 1992 a trabajar en una empresa del ramo y en 1998 abrió su propio taller en Vigo (Pino Encuadernaciones), que es hoy, con sus 500 metros cuadrados, uno de los más grandes de Galicia. Ahí sigue, manteniéndose con productos cada vez más personalizados y de calidad.

Con estuche o sin él, con diferentes tipos de letras y materiales y colores, cada libro encuadernado es único e irrepetible y destinado a perdurar. Alba Villar

Con los trabajos realizados en su taller quedó finalista en varias ediciones del Premio Nacional de Encuadernación Artística y en 2011 consiguió el tercer puesto del galardón otorgado por el Ministerio de Cultura por la edición de “Paraíso inhabitado” (2008) de Ana María Matute. Para esta obra optó por un encartonado en piel de búfalo con color “soleil” (amarillo sol) y dos mosaicos a borde de piel morada, entre otros detalles. La pieza luce, junto a otras, en los fondos de libros valiosos de la Biblioteca Nacional. Por el obrador se dispersan para “trajear” el “Romancero del Cid”, “Don Quijote” o los volúmenes de FARO DE VIGO, que también viste con tapas. Ediciones especiales, conmemoraciones, carpetas para grabados u otros acontecimientos también forma parte de sus encargos.

Con estuche o sin él, con diferentes tipos de letras y materiales y colores, cada libro encuadernado es único e irrepetible y destinado a perdurar. Alba Villar

Una gran mesa, prensas, pinceles, papeles, letras para componer, colas, hilos y artilugios que probablemente forman parte de la jerga artesanal ocupan una estancia en la que los protagonistas son los libros. Pablo Otero Pino hace trabajos por encargo para coleccionistas y bibliófilos, pero también para empresas, editoriales, imprentas e instituciones y particulares amantes de los buenos libros por dentro y por fuera.

Entre los encargos más curiosos que ha recibido Pablo destaca un libro que le pidieron hacer con la tela de la chaquetilla de un cocinero o unos libros de pesca hechos con cartón y funda azul de mono de trabajo como sobrecubierta o con moqueta del suelo de una exposición. E incluso la carta de un restaurante hecha con piel de rayas, de las que nadan en el mar.

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