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Cuando España ofreció Baleares y Canarias a Mussolini y a Hitler

En 1937 el Gobierno de la República negoció en secreto con Alemania e Italia el cese de su apoyo a Franco en la guerra civil, planteándose la posibilidad de ceder sus territorios insulares y el Marruecos español

El historiador Manuel Aguilera, autor del libro “El oro de Mussolini”, delante de varios documentos de 1936 y 37

El gobierno de la Segunda República se planteó la cesión de territorios como Canarias, Baleares y hasta el Marruecos español a Italia y a Alemania a cambio de que no apoyasen a Franco en la guerra civil. La llamada operación Schulmeister se desarrolló entre enero y mayo de 1937, dio lugar al menos a ocho reuniones diplomáticas clandestinas y llegó a tratarse en el consejo de ministros. Así lo constata el periodista y doctor en Historia Manuel Aguilera Povedano en su libro “El oro de Mussolini” (editorial Arzalia), fruto de quince de años de investigación y consulta de documentos históricos.

La primera opción que barajaban los republicanos para frenar el avance de los sublevados fue el envío a Moscú y a Francia del oro del Banco de España. La segunda pasaba por lograr el apoyo de Reino Unido y Francia a cambio del Marruecos español, pero “al ver que no reaccionaban ni franceses ni británicos, a partir de enero de 1937 optaron por comprar el no apoyo de Italia y Alemania al bando nacional”, explica Manuel Aguilera.

  • El oro de Mussolini

    Manuel Aguilera Povedano

El plan se gestó en el despacho del embajador español en Francia, Luis Araquistáin, un veterano líder socialista amigo del entonces presidente del consejo de ministros Francisco Largo Caballero. El diplomático nombró como emisario de las negociaciones a José Chapiro, un judío de Kiev que trabajaba de traductor y periodista, hablaba varios idiomas y mantenía importantes contactos en las principales capitales europeas, en las que había vivido.

Chapiro, “lo que hoy se conoce como un intelectual de izquierdas”- apunta Manuel Aguilera-, fue el representante de la República española en las ocho reuniones de las que se tiene constancia, celebradas en Mónaco, Estrasburgo, Bruselas, Estocolmo, Londres y París. Por la parte alemana, su primer interlocutor fue el director del Reichsbank y ministro de economía de Hitler Hjalmar Schacht, y por la parte italiana, Lino Grandi, embajador italiano en Londres y anteriormente ministro de exteriores con Mussolini, una persona de máximo peso en asuntos exteriores del duce. De los emisarios del resto de reuniones se desconoce su identidad.

El conde Rossi desfila por la Vía Roma mallorquina el 6 de septiembre de 1936. Archivo David Christie Oleza

El plan de Mussolini que el emisario italiano comenta al español en una reunión en Mónaco era establecer una colonia de cien mil italianos en Baleares, lo que supondría uno de cada cinco habitantes de las islas, e instalar un mínimo de dos bases aéreas. “Era el modelo de colonización que Italia había aplicado antes en Túnez, una forma de penetración social, económica, cultural y militar que luego le daba legitimidad para hacerse políticamente con el territorio”, comenta Aguilera.

Ese interés por Baleares respondía a la ventaja geoestratégica que le daba respecto a Francia. Con las islas en su poder, Mussolini podía cortar las líneas de comunicación de Francia con África, atacar Gibraltar y cortar el Estrecho. Se trataba de tener el control del Mediterráneo Occidental. De hecho, una vez terminadas y fracasadas las negociaciones con la república española, Italia compra en 1938 la tercera finca más grande de Mallorca, en la Albufera, de 18 kilómetros cuadrados con cinco de costa. Y lo hacen través de una empresa pantalla a nombre de testaferros mallorquines. De ello da constancia un documento que Manuel Aguilera encontró en el Archivo de Exteriores de Roma, en el que aparece un mapa con las viviendas e infraestructuras que planeaban construir- y las entrevistas a las familias de los testaferros mallorquines. 

¿Qué pedía Alemania?

El último encuentro con Alemania se produjo el 20 de abril de 1937, seis días antes del bombardeo de Guernica. Las negociaciones entre ambos países no avanzaron mucho porque los alemanes “querían documentos por escrito, certificados por la presidencia, y el emisario de la república no quería darles ninguna prueba que pudiera perjudicar la imagen pública del gobierno”, explica Manuel Aguilera.

Otra de las claves para el estancamiento de las negociaciones fue la postura contraria a llegar a un acuerdo con la república de Hermann Göring, el comandante de la Luftwaffe, más interesado en seguir ensayando sus armas de guerra en España con la Legión Cóndor. 

La caída de Largo Caballero, la batalla de Guadalajara y el bombardeo de Guernica truncaron las negociaciones

Si bien no fue tan explícita como Italia en manifestar sus intenciones, Alemania se mostró interesada en asumir la producción agrícola de España, las minas de hierro y las islas Canarias.

La operación Schulmeister “no prosperó por la caída de Largo Caballero en mayo de 1937, si bien es cierto que la batalla de Guadalajara y el bombardeo de Guernica perjudicaron mucho las negociaciones”, afirma Aguilera.

Manifestación en Palma en agosto de 1937 por la caída de Santander. Archivo David Christie Oleza

Este episodio de la historia de España, hasta el momento, solo se comentaba escuetamente en las publicaciones de Javier Tussels en 1983 y las de Ángel Viñas en 2007. Ambos historiadores citan la existencia de esas negociaciones pero minimizan la operación. “Yo, al ser mallorquín y ver que citaban las Baleares le di más importancia y decidí seguir tirando del hilo”, explica Manuel Aguilera, quien menciona como uno de los documentos clave para su investigación una carta de Federica Montseny, ministra de Sanidad con Largo Caballero, al historiador británico Burnett Bolloten reconociendo que esas negociaciones se trataron en el consejo de ministros pero no se hizo acta. Esa misiva la encontró en la Universidad de Stanfor, a la que el historiador británico cedió su archivo, entre el que se encontraba también una copia de las actas de Aquiristáin sobre la operación, un documento de unos cien folios que originalmente se encontraba en el Archivo Histórico Nacional en Madrid.

Otro bloque de documentos que ayudaron a la investigación de Aguilera, que ejerce de profesor de Periodismo en Mallorca, se encuentra en unos archivos del Foreign Office de Londres que reflejan hasta veinte reuniones de los ingleses con los italianos exigiéndoles que saliesen de Baleares.

Acta de las condiciones que pone Italia al gobierno de la República

¿Ofrecieron Vigo al Reino Unido?

Con Juan Negrín en el puesto de la presidencia del gobierno, tras la infructuosa solicitud de Largo Caballero a Azaña de continuar en el cargo hasta que las negociaciones con Alemania e Italia prosperasen, se reactivan las conversaciones con Reino Unido y Francia. De hecho, el gobierno de la República llega a ofrecer a los británicos los puertos de Cartagena y Mahón, tal y como pudo documentar Manuel Aguilera en los archivos consultados en el Foreign Office de Londres.

Este hallazgo confirma a medias lo que el capitán republicano Alberto Bayo escribió en sus memorias “Mi desembarco en Mallorca”, escritas durante su exilio en Cuba. El militar, que participó en la guerra civil española y más tarde ayudó a la revolución de Fidel Castro, narra que vio a Indalecio Prieto, al que acusa del fracaso de su misión en Mallorca, ofrecer “los puertos de Vigo, Cartagena y Mahón” a dos oficiales ingleses a cambio del apoyo del Reino Unido a la República. En concreto, sobre la ciudad gallega dice que “si Inglaterra nos da el triunfo”, “le ofrecemos la soberbia ría de Vigo, donde puede cobijarse la escuadra inglesa con holgura”. Los documentos del Foreign Office vienen a desmentir que Vigo formara parte de esa oferta

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