Se escucha la voz alegre con acento argentino de Cristina dentro de un aula de la Fundación Igual Arte, un colorido edificio en el barrio vigués del Calvario. Aparece de pronto con un niño de menos de un año en brazos y explica al padre de forma directa y sencilla, sin asomo de paternalismo, los avances en la psicomotricidad del pequeño y le aconseja nuevos ejercicios. En seguida la aborda un grupo de chavales jóvenes y ella organiza con eficacia y buen humor. Esta viguesa criada en Rosario, a punto de cumplir los 60, se mueve como un torbellino y genera a su paso una sensación de positividad difícil de explicar.
Cristina Lago es la fundadora y el alma de Igual Arte, un espacio que creó en 2002 junto al músico Marcos Estévez y que, siguiendo la máxima de que “el arte es un derecho que nos pertenece a todos”, ofrece a personas con diversidad funcional la oportunidad de expresarse de manera artística e, incluso, hacer de ello una forma de vida.
Cristina llegó a este mundo guiada por su pasión por la gente en general y por los temas sociales en particular. La cuarta de seis hermanos, nació en Vigo pero cuando tenía 6 años la familia se mudó a Buenos Aires (Argentina) por el trabajo de sus padres. Su padre era contable y tenía una fábrica de porcelanas y su madre era matrona. Su padre falleció muy pronto y la madre, con los seis chiquillos, decidió mudarse a Rosario, donde Cristina vivió durante 25 años. “Yo amo Rosario; allí me hice la persona que soy, estudié, tuve mi primer amor, fui a la universidad, hice mis grandes amigos… Es una ciudad que tiene efecto útero: todos quieren volver allí”, describe. También en Rosario Cristina se casó y dio a luz a sus dos primeros hijos, Jimena y Julián.
No tuvo dudas la viguesa en estudiar Educación Especial. “Fue muy vocacional, me encanta la gente y quería un trabajo de campo, de tú a tú”, relata. Pero fueron las prácticas que realizó en el Centro Integral de Minoridad, en el departamento de Diversidad, lo que realmente marcó su camino. “Fue tan revelador trabajar con personas vulnerables a nivel social y con una carga que en aquel momento era tan dura… Me sentí desde el principio como una acompañante, no como una profesora. Las personas con diversidad funcional están desprovistas de juicios; con ellas me surge toda la espontaneidad del mundo y en mi trabajo me siento absolutamente libre y eso es un regalo increíble. Si volviese a vivir cambiaría muchas cosas, pero volvería a dedicarme a esto sin dudarlo”, asegura.
"Las personas con diversidad están desprovistas de juicios; con ellas me surge toda la espontaneidad y me siento muy libre”
La complicada situación del país a finales de los años 80, con continuos saqueos y una terrible inflación, convenció a la familia para hacer de nuevo las maletas y regresar a Vigo, donde ya se había instalado antes su madre y también varios de sus hermanos.
El regreso fue complicado para Lago. “Me sentía atrapada, no soportaba el clima, la forma de relacionarse de los gallegos era tan diferente a la de los argentinos…”, recuerda.
Comenzó trabajando como preparadora de oposiciones para maestros en Santiago al tiempo que ella misma ampliaba su formación con cursos de estimulación temprana para bebés con diversidad. Más tarde empezó a trabajar en el servicio de atención temprana de Down Vigo, donde permaneció seis años. Mientras tanto, nacieron sus siguientes hijos: Joaquín y Jana.
Pero la inquietud de Cristina iba más allá. Su relación con el arte era muy cercana ya que ella misma había hecho teatro muchos años y su por entonces marido, Adolfo Maguna, era actor. Además, había participado en un máster de musicoterapia en la Fundación Mayeusis y había descubierto las infinitas posibilidades de comunicación que brindaba la música a estas personas. “Siempre tuve claro que el arte tenía un poder fantástico de expresión y que podía ser un instrumento ideal para las personas con diversidad”, explica.
Y así fue como en 2002, de la mano de Marcos Estévez, pusieron en marcha la Fundación Igual Arte, que comenzó en un pequeño local en la calle Alfonso X con solo seis alumnos y hoy, con veinte años de trayectoria, forma a más de un centenar de chicos, no solo como forma de ocio sino también como una futura salida profesional.
“Comenzamos ofreciendo clases de expresión corporal, música y expresión plástica, pero de una forma lúdica; estos chavales se pasan el día de terapia en terapia, que está muy bien, pero pensamos que necesitan también un tiempo realmente de disfrute”, opina la experta. “Esto es un espacio de encuentro lúdico y cultural, un lugar donde las personas con capacidades diversas pueden expresar sus deseos, emociones y sueños sin necesidad de la palabra. El arte ofrece muchas posibilidades como herramienta de comunicación social, lúdica y de formación, mejora la memoria y la concentración, la relación social… Al final, esto también es terapéutico, pero de otra manera”, describe la directora.
El siguiente paso fue la creación del centro ocupacional, algo que en aquel momento era realmente pionero ya que no existía ningún espacio de este tipo en España. “Recuerdo cuando fuimos por primera vez a la Xunta para proponer un centro ocupacional artístico; nos miraban como si estuviéramos locos”, relata Lago.
En Igual Arte, personas con distintas capacidades -Cristina huye de las etiquetas, no le gusta hablar de Down, autismo o cualquier otro síndrome, “son personas con diversidad, y punto”- y con inquietudes artísticas tienen la oportunidad de una formación más profesional con especialidades en música tradicional, rock, danza, teatro, diseño y fotografía.
De 9.30 de la mañana a 4 de la tarde, una veintena de chicos y chicas de más de 18 años se forman en estas disciplinas pero, además, realizan actividades para fomentar su autonomía, practican deporte, cuentan con un psicólogo y mejoran sus destrezas en matemáticas y escritura.
Del seno de Igual Arte han nacido varios grupos profesionales: Diseñatas, que realizan diseño gráfico y trabajan para empresas, particulares e instituciones públicas. Los grupos de pop-rock y folk Chungo Pastel y De Tapas, que versionan canciones e innovan con temas propios y han contado con colaboraciones de conocidos artistas como Antonio Orozco, Silvia Superstar o Wöyza; un dúo acrobático que entrelaza la danza, el juego teatral y la acrobacia y una empresa de eventos artísticos inclusivos con profesionales del mundo artístico asistidos por personas con diversidad funcional.
“La finalidad es conseguir que estos chicos puedan tocar en escenarios, hacer sus bolos, ser auxiliares de los monitores de talleres artísticos o hacer de cuentacuentos… Queremos lograr la inclusión real: demostrar que no todo el mundo aprende de la misma manera, pero todos aprendemos... Estos chicos tienen una cabeza poderosa y mucha pasión. Hay que evitar el paternalismo, dejar de verlos como “riquiños”, nada de caridad: nosotros apostamos por formarles y exigirles. Ellos quieren ganarse la vida y ser independientes, como todos. Se ha avanzado mucho pero aún queda bastante por hacer: ojalá un día pudiéramos dejar de hablar de inclusión”, reflexiona.
El centro de día, por su parte, recibe por las tardes a alumnos de todas las edades para el desarrollo de actividades artísticas de una manera más lúdica y terapéutica.
Y Cristina siempre está presente. Ella es una presidenta muy especial ya que va mucho más allá de la mera gestión: participa a diario y de forma muy activa en la vida del centro; imparte clases, va de viaje con los alumnos, come siempre con ellos, conversa con los padres… “Me encanta este trabajo porque se crea un vínculo muy especial con todos ellos; soy una mujer afortunada”, asegura. Y salta a la vista el entusiasmo que pone en cada cosa que hace.
El escaso tiempo libre que le queda a Cristina lo dedica a estar con su madre, “que sigue adelante, como una jabata”, dice con admiración. Y a sus cuatro hijos, que participan con ella en muchas actividades del centro. Y, por su puesto, a sus adorados cuatro nietos. En definitiva, a su gente, a viajar, al arte... Porque Cristina a lo material le dedica muy pocas líneas.
María Montessori (Chiaravalle, 1870, Nordwijk, 1952) desarrolló un método de enseñanza alternativo capaz de integrar a alumnos con diferentes capacidades y más apto para el desarrollo creativo del niño.
Nació en el seno de una familia de la pequeña burguesía y se convirtió en una de las primeras mujeres italianas en estudiar Medicina. Se especializó en Neurología y estudió también Antropología, Filosofía y Psicología.
Centró sus estudios en los niños con discapacidad mental y al observarles entendió que ellos aprendían a través de la experimentación y de las vivencias físicas. Así comenzó su batalla por implantar un nuevo método de aprendizaje.
Estos principios innovadores chocaban frontalmente con el sistema totalitario de la Italia fascista de 1933.
Durante su exilio, vivió en España, Holanda y la India y profundizó en temas educativos relacionados con la paz, por lo que fue nominada al Nobel de la Paz tres veces.
En 1947 regresó a Italia. Su método ya era reconocido mundialmente y la recibieron con honores.