Desde una taza de la bisabuela con más de cien años a un pedazo de cerámica de la Cartuja o de Sargadelos. Un día Rodrigo se decidió a dar una nueva vida a objetos rotos que pasan a ser pendientes, anillos, collares o piezas de adorno. A este joyero de Teo formado en la escuela Mestre Mateo de Santiago, su forma de reinventar el arte le ha valido, entre otros, el premio Artesanía de Galicia o el Antonio Fraguas. Ahora son cada vez más las personas que acuden a la pericia de este artesano de 39 años para salvaguardar sus recuerdos.
Rodrigo utiliza principalmente la plata, que mezcla con otros materiales. “Empecé probando con la madera, que siempre me gustó. De hecho, estuve a punto de hacer Ebanistería, aunque al final me decantase por Joyería. Y luego vino lo de la loza vieja o loza antigua”.
Su primera colección fue de plata y madera con la que hizo réplicas de aperos de labranza, a escala. Broches o pendientes que podían tomar la forma de un fouciño, un yugo o un rastrillo. Tras más de cinco años, esa antología, de nombre Terra Nosa, le sigue dando satisfacciones. “Vivo en el mundo rural y fue como un homenaje porque es algo muy nuestro”. Su collar, A cunca en minifundio fue la ganadora del premio Artesanía de Galicia, a base de loza y plata.
"Un día se me rompió un plato y, antes de tirarlo, vi que tenía una decoración azul interesante y pensé que igual podía hacer algo con él. así, de forma casual, fue como comenzó lo de dar una segunda vida a objetos rotos”
Después vinieron otras series como la dedicada a las fachadas de las casas de Compostela o la de Louza, que surgió de manera imprevista. “Un día fregando, rompí un plato que pertenecía a mi suegra y, antes de tirarlo, vi que tenía una decoración interesante, en azul cobalto, así que pensé en hacer algo con él”. Tras mucha indagación, hizo sendos colgantes que regaló a su pareja y a la madre de ella. Fue un plato bien aprovechado porque de los restos salieron pendientes, anillos y collares.
“A partir de ahí y después de mucho indagar conseguí con diferentes materiales un resultado óptimo. Así pude recuperar esa loza que ya no vale para el fin para el que fue creada”.
De manera casual, con aquel plato que resbaló de forma fortuita fue como comenzó la idea de dar una oportunidad a los objetos rotos o con alguna tara. Especialmente si son piezas antiguas por la satisfacción que supone devolverlas a la vida. Cuando comenzó a enseñarlas en público a través de muestras y exposiciones, no pasaron desapercibidas. Rodrigo iba por los anticuarios y ferias en busca de loza, pero siempre le agrada cuando es la gente quien le lleva los objetos rotos o deteriorados porque tienen una historia detrás y un gran valor sentimental.
El propietario de Ferraxe de Prata resalta que esta técnica es también una manera de crear apostando por la “reutilización” y transformando los fragmentos en un valor añadido. Las creaciones de Rodrigo se pueden ver tanto en su página web ferraxedeprata.com como a través de Instagram.
Y él, que fue primero aprendiz y después emprendedor, también da charlas sobre cómo es iniciar el camino de un proyecto propio. Esta semana Rodrigo es uno de los participantes del Foro Empleo y Talento que se realiza en Vigo del 19 al 21 de abril.