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Vuelve la KGB

Matrioskas en una tienda de San Petersburgo, una de ellas con la figura de Putin EFE - ANATOLY MALTSEV

Vuelve la KGB, aunque en realidad nunca se había ido del todo. Hace tiempo que la temida agencia de espionaje soviética donde trabajaba Vladímir Putin tiene otro nombre, FSB, pero nunca ha dejado de operar y de influirnos, aunque no lo sepamos. Y quizá eso sea lo más peligroso, que no nos hemos dado cuenta.

Nos imaginábamos a los agentes de la KGB como espías con gabardina, algo así como el personaje de Omar Sharif en la escena de “Top Secret” en la que abordaba a un falso vendedor de “souvenirs y artículos de coña”:

–¡Espere!, se le ha caído un zurullo de coña.

–¿Zurullo? Yo no trabajo ese artículo...

Resulta que los agentes rusos sí llevan tiempo trabajando ese género, el de la mierda (con perdón), y no precisamente de broma. Como desvelaron hace décadas varios agentes de la KGB que desertaron a Estados Unidos, solo el 15 por ciento del tiempo, del presupuesto y del personal de la agencia soviética se invertía en espionaje propiamente dicho. El restante 85% se destinaba a subversión ideológica y “medidas activas”, un eufemismo para designar la “mierda”, la gran cantidad de historias falsas que diseminaban. Las colocaban en periódicos de países en vías de desarrollo para cambiar la percepción de la realidad de los occidentales hasta tal punto que, pese a la abundancia de información, nadie podía extraer conclusiones claras.

Lo cuenta un minidocumental de “The New York Times” publicado en 2018 y visible en YouTube bajo el título de “Meet the KGB spies who invented fake news”. Uno de los ejemplos más claros fue una noticia publicada en 1983 en un modesto diario de Nueva Delhi, según la cual el virus del sida fue creado por científicos del gobierno estadounidense para matar gays y afroamericanos. Esta noticia falsa circuló después en la prensa africana y en 1987 Dan Rather, uno de los periodistas más prestigiosos de EE UU, se hizo eco de ella nada menos que en un informativo de la CBS.

Se sabe que Putin, que ejerció como espía de la KGB en Alemania del Este justo antes de la caída del Muro de Berlín, domina la desinformación. No busca convencer a la opinión pública del enemigo, sino confundirla de tal forma que termine creyendo que nada de lo que ve en las noticias es verificable al 100%. El régimen ruso lleva años sembrado occidente de mierda con medios como RT y Sputnik y un ejército de trolls y bots en las redes sociales.

Hace falta una población formada en el pensamiento crítico para poder distinguir la verdad del zurullo, la información veraz del bulo. Para eso convendría también conocer algo de historia de la prensa. Y no parece que las sucesivas reformas educativas perpetradas en España vayan en ese sentido.

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