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La guerra de Putin

Macron y Putin comparecen tras su fracasado encuentro previo a la invasión.

En la prensa europea y americana así se denomina a la guerra de Ucrania, con la finalidad de subrayar la responsabilidad exclusiva del autócrata ruso, la injustificable agresión militar a un país soberano y el paso por la destructora de papel de unos cuantos principios del derecho internacional. Con ser todo ello cierto, no he leído ni una solo autocrítica en la prensa por la responsabilidad occidental por imprudencia. Que la invasión de Ucrania sea injustificable no significa que no tenga causas que la provocaran. Que la guerra no tenga perdón posible, no significa que no haya motivos que la desencadenaran. En Europa, en América y en la OTAN hemos sido imprudentes y hemos colocado a los ucranianos a los pies de los caballos.

En abril 1961 fracasó el desembarco en Cuba de disidentes cubanos entrenados por la CIA en la Bahía de los Cochinos contra el régimen revolucionario de Fidel Castro. La Administración Kennedy puso en marcha en octubre la operación Mangosta, consistente en un nuevo intento de invasión, pero utilizando ahora sí al ejército de los EEUU.

Los servicios secretos del KGB alertaron a Fidel Castro del Plan americano y Nikita Jrushchov propuso a Fidel desbaratar ese plan instalando misiles balísticos R-12 de alcance medio en Cuba, provistos, como no, de cabezas nucleares. Instalados los misiles, EEUU no tendría más remedio, pensaban, que respetar el régimen revolucionario cubano. Esa fue otra decisión imprudente.

Un avión espía U2 americano sobrevoló Cuba y descubrió los silos preparados para alojar a sus peligrosos huéspedes. La CIA identificó el convoy marítimo que transportaba los misiles a Cuba el día 25 de octubre de 1962. Kennedy dio un discurso a la nación y ordenó rodear la isla con su armada de guerra con la orden de hundir ese convoy si no se volvía por piernas. El sábado 27 de octubre la defensa antiaérea rusa en Cuba derribó al avión espía U2 americano y el mundo entero contuvo el aliento: estábamos al borde de una guerra nuclear.

En febrero de 1990 el secretario de estado de EEUU James Baker viajó a Moscú para entrevistarse con Gorbachov. La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas estaba en caída libre y los americanos se preguntaban por quienes serían los nuevos dueños de su arsenal atómico. Baker solicitó a Gorbachov que el pacto de Varsovia se desmantelase y se enviasen los silos atómicos en los países del pacto de Varsovia de vuelta a Rusia. Gorbachov preguntó a Baker si la OTAN también se desmantelaría y Baker aseguró que no, pero que en contrapartida, la OTAN no avanzaría en dirección a la madre Rusia. Aquella fue al tiempo una decisión prudente y una promesa incumplida(1).

En junio de 2006 el presidente Bush concluyó un viaje a Europa con una visita a Budapest, donde rindió homenaje a los húngaros que hacía 50 años se habían levantado contra la Unión Soviética, levantamiento sofocado por los tanques del Ejército Rojo. Bush destacó el restablecimiento de la democracia en Hungría, calificó al país como un valioso miembro de la OTAN y animó a solicitar su entrada a Ucrania, Georgia y Montenegro. Otra imprudencia del quince.

En noviembre de 2014 se cumplieron los 25 años de la caída del muro de Berlín. Ya entonces otros 12 países habían ingresado en la OTAN en tres tandas sucesivas; la mayoría de ellos habían pertenecido al pacto de Varsovia. Pero a diferencia de Polonia, Lituania, Hungría o la Republica Checa, que nunca habían sido repúblicas soviéticas sino estados independientes, aunque asociados al pacto de Varsovia, Ucrania y Georgia fueron parte de la URSS. Fueron Repúblicas Soviéticas.

De manera que lejos de detener el avance de la OTAN hacia el Este, lo cierto es que ese club defensivo ha avanzado hasta la cocina del señor Putin. Y no sólo ha incumplido la promesa de James Baker, es que anima a nuevos países, ex integrantes de la extinta URSS a ingresar en el club, tal como si esas nuevas incorporaciones resultaran indiferentes para Moscú.

Pues ahí tenemos la prueba de que no son indiferentes para Moscú: Ucrania invadida. La absoluta imprudencia por parte de los países occidentales invitando a la OTAN a países del antiguo pacto de Varsovia, o incluso de la URSS, es tanto más clamorosa, cuando ahora se le dice a Ucrania que no le podemos entregar aviones porque sería la tercera guerra mundial. O que no podemos declarar sus cielos espacio de exclusión aérea porque ello nos obligaría a derribar aparatos rusos que lo violaran.

En otras palabras, hemos hecho un pan con unas hostias y nadie dice ni mu en occidente. Ucrania tiene todo el derecho del mundo a sentirse abandonada. Porque fue invitada a conducirse de una determinada manera, a despertar al oso ruso y cuando este ruge, si te vi no me acuerdo.

Putin es el único responsable de una guerra indecente, pero Occidente pudo haberlo evitado y no lo hizo

No se trata de una visión revisionista del conflicto de Ucrania o establecer junto a Putin otros corresponsables. Putin es el único responsable de una guerra indecente, pero occidente pudo haberla evitado y no lo hizo, con su estúpida indecencia, la provocó.

Y ahora, metidos en faena, los europeos nos tenemos que rearmar. Nos hemos enfrentado a la bestia, le hemos impuesto las mayores sanciones económicas nunca vistas y no queda otra que escalar el gasto militar al 2% del PIB. ¡Genial¡

Y entretanto la izquierda española, más descerebrada que nunca. Con una larga tradición pacifista y antimilitarista, que yo comparto, no alcanza a comprender el cambio de paradigma que enfrenta las democracias occidentales con el oso siberiano. Unidas Podemos se opone al envío de armas a Ucrania y exige a Putin volver a la vía diplomática. Néstor Rego, diputado del BNG en el Congreso, no sólo se opone, incluso exige la disolución de la OTAN. A mí se me ocurre una tercera vía: tirarle margaritas a los cerdos. Con la misma estatura política que las anteriores, les aventajaría en ternura, revolcándose los currichos con las flores.

(1) Mary Elise Sarott: A Broken Promise? What the West Really Told Moscow About NATO Expansion

(2)Artículo 1 del Tratado del Atlántico Norte: Las partes se comprometen, tal y como está establecido en la Carta de las Naciones Unidas, a resolver por medios pacíficos cualquier controversia internacional en la que pudieran verse implicadas, de modo que la paz y la seguridad internacionales, así como la justicia, no se pongan en peligro, y a abstenerse en sus relaciones internacionales de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza en cualquier forma que sea incompatible con los propósitos de las Naciones Unidas.

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