Te doy una canción
De vuelta a la Unión Soviética

De vuelta a la Unión Soviética
Escribo estas líneas con precaución y un puntito de inquietud interior. Corren malos tiempos, vientos de guerra por más señas. Un colega de profesión siente tal temor ante la tesitura que el otro día me confesó que ha empezado a escribir con proliferación de eufemismos, por si acaso. Y no, no se trata de un delirio de imaginaciones enfermizas. En ciertas universidades y academias esparcidas por el mundo, se han suspendido jornadas literarias dedicadas a las obras de Fiédor Dostoievski, Chejov, Tolstoi y otros autores rusos, se ha puesto en jaque al ajedrez, se ha dudado de la grandeza de las sinfonías y las óperas de Chaikovski y algunos músicos del rock han renegado de viejas canciones que no es que hablen bien de Rusia, sino que no hablan mal, o simplemente contienen la palabra soviético en sus letras.
Pero, bueno, a riesgo de caer, como mínimo, en la incorrección política, estamos aquí para jugárnosla ¿no? Porque eso fue lo que hicieron los Beatles cuando, en 1968 (todavía en plena Guerra Fría) decidieron incluir en su Álbum Blanco una canción titulada “Back in the USSR” (en inglés las dos eses van juntas y seguidas) en la que, entre otras cosas y, así, en un mismo saco, alababan la belleza y simpatía de las mujeres rusas… y ucranianas (“Las chicas ucranianas me vuelven loco/ni punto de comparación con las occidentales/y las chicas de Moscú me hacen cantar y gritar”). Tampoco se cortaban en elogiar la música tradicional de aquellas latitudes (“Déjame oír el tañido de tu balalaika”), su paisaje y sus gentes aunque, claro, con un retintín sexual muy sesentón que tal vez hogaño... ¡huumm!
Y es que, reitero, eran aquellos años de Guerra Fría. El planeta no estaba para bromas. El primero que lo supo fue Ringo Starr, el batería, que amenazó con irse del grupo, al punto de que no participó en la grabación de “Back in the USSR” aunque, al día siguiente, volvió arrepentido al redil, seguramente al cerciorarse de que era muy fácilmente sustituible. Por su parte, los sectores más conservadores de los Estados Unidos reaccionaron acusando a los Fab Four de hacer propaganda izquierdista, lo cual se sumaba a un acoso presuntamente incitado desde los propios Beatles con declaraciones como las de la John Lennon afirmando que “somos más famosos que Jesucristo” o las de McCartney (el autor de la letra) reconociendo que había consumido LSD, la “droga hippy” por excelencia, después de los porros de hachís o marihuana, todo hay que decirlo. De hecho, se orquestó toda una campaña anti-rock de mucho cuidado, pero que terminó derrumbándose, cual Muro de Berlín, por su propio peso y el del sentido común
Por eso, hoy, que deberíamos poder cantar y bailar, con alegría, esta divertida “Back in the USSR”, servidor tiene la responsabilidad de advertirles de que, antes, se aseguren de que no tienen cerca un vecino intolerante o demasiado políticamente correcto.
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