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Geotermia ultra profunda: la llave para la electricidad ilimitada y barata

Representación de Quaise Energy de un agujero que atraviesa las distintas capas de la corteza terrestre para obtener energía geotérmica.

Frenar el Cambio Climático es quizás el mayor reto del siglo XXI. Actualmente las consecuencias son ya muy perceptibles; en solo 50 años la humanidad ha conseguido desestabilizar completamente al planeta y sacarlo del estado en el que ha estado durante miles de años. La prioridad ahora es reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera, y la clave está en encontrar nuevas fuentes de energía más sostenibles que las actuales. En el pasado hemos alzado la mirada, buscando respuestas en el sol, en el viento... pero ¿y si la solución óptima estuviera justo bajo nuestros pies? De hecho, hay tanto calor debajo de la superficie de la Tierra, que aprovechar solo el 0,1 por ciento podría satisfacer las necesidades energéticas del mundo entero durante más de 20 millones de años. Se trata de una energía verde uniformemente distribuida por todas las zonas geográficas, y totalmente disponible las 24 horas del día: el sol puede dejar de brillar, el viento puede dejar de soplar, pero el interior de nuestro planeta siempre está caliente; y esta característica ha convertido a la energía geotérmica ultra profunda en uno de los proyectos más emocionantes y fascinantes del momento.

Aunque en realidad no es la primera vez que la comunidad científica intenta alcanzar este hito de la energía barata, sostenible e ilimitada. Durante la Guerra Fría, tanto los EE. UU. como la Unión Soviética crearon proyectos ambiciosos para perforar en la corteza terrestre lo más profundo posible. Los rusos lo intentaron cerca de Finlandia, en la península de Kola, creando un pozo de 12.262 m de profundidad, el más profundo de los perforados hasta ahora en el mundo: el enigmático KSDB o Kola Superdeep Borehole. Pero los soviéticos finalmente detuvieron el proyecto en 1989, cuando la temperatura alcanzó los 180ºC, el doble de lo que se esperaba a esa profundidad. Tras el colapso de la Unión Soviética, no había dinero para seguir financiando este proyecto, y se acabó cerrando toda la instalación. Los americanos, por su parte, lo intentaron en el fondo del mar, desde donde solo sería necesario perforar 5-10 km para alcanzar la zona de la corteza terrestre adecuada, pero su proyecto también fracasó. Más recientemente los alemanes también lo intentaron en 1990, con el Programa de Perforación Profunda Continental (KTB), pero solo consiguieron llegar a 9 km.

"El planeta es una batería geotérmica gigante; Todos los países serían autosuficientes"

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¿Qué ha ocurrido entonces para que ahora la comunidad científica vuelva a plantearse con entusiasmo la viabilidad de la energía geotérmica ultra profunda? Pues que unos brillantes científicos del MIT, el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts, han descubierto la manera de hacer pozos y perforar cualquier tipo de roca de una forma hasta ahora desconocida. Los taladros de metal tradicionales se rompen o simplemente se derriten más allá de una cierta profundidad, cuando el calor y la presión alcanzan valores elevados. La nueva solución, en pocas palabras, se basa en utilizar un “taladro de ondas dirigidas” con una tecnología de microondas de alta frecuencia y reducida longitud de onda, que ya existe y está desarrollada para sobrecalentar el plasma en los procesos de fusión nuclear. Este taladro de ondas, que utiliza un aparato denominado girotrón, es capaz de vaporizar cualquier roca imaginable, y podría llegar a una profundidad de veinte kilómetros. A estas profundidades encontramos temperaturas de 500°C, que pueden utilizarse para recargar la mayoría de las centrales eléctricas en todo el mundo. La idea sería perforar y construir la infraestructura necesaria en las centrales térmicas tradicionales, las cuales dejarían de usar combustibles fósiles para pasar a utilizar el poder geotérmico. Estos científicos del MIT han lanzado un proyecto denominado Quaise Energy, que podría tener la primera plataforma de perforación en funcionamiento en 2024, y el primer sistema geotérmico en 2026. Pero esta innovación tecnológica no se limita solo a la posibilidad de hacer agujeros a veinte kilómetros, también se podrá utilizar de forma más simple y generalista para proporcionar agua caliente para calefacción y otros fines, pues hay mucha energía que se puede aprovechar a partir de agujeros de 100 metros de profundidad.

Sin duda estamos ante una fuente de energía limpia verdaderamente equitativa, disponible de forma ilimitada y cercana a cualquier población y centro industrial del planeta. En mi opinión vale la pena seguir investigando e invirtiendo en esta tecnología, que podría convertirse en el verdadero camino hacia un mundo mejor; un mundo que no es una herencia de nuestros padres, sino un préstamo de nuestros hijos, y que tenemos la responsabilidad de devolver igual o incluso mejor de lo que era cuando nos tocó administrarlo.

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