El brillo de Hugo

El brillo de Hugo
Si todo va bien, estos días nacerá Hugo y será el final feliz de una historia que podría haber tenido otros finales. No esperen una gran aventura, aunque, como cualquier otra familia, así lo vivirán sus padres. Hoy les contaré una historia pequeña, quizá porque todo lo que escuchamos estos días ha llevado a sorprenderme de que, de vez en cuando, todavía seamos capaces de entendernos.
Hace algunos años, mi amiga Andrea se enamoró. Jóvenes, alegres y vitales, ella y su novio vivieron días preciosos. Con el tiempo se unieron cada vez más y llegó el momento de las decisiones. Él no quería hijos y ella ansiaba ser madre y esa grieta fue ensanchándose hasta hacer incompatibles sus vidas. ¿Cómo hacer caso a la cabeza cuándo deseas tanto a alguien?
Después de dudas interminables se separaron y lo hicieron con dolor, pero también con cariño y con la impotencia del que no encuentra otra salida. Por el medio llegó la pandemia y la vida siguió su curso. Mientras tanto, ellos conseguían cruzar ese puente tan resbaladizo que lleva del amor a la amistad.
Pasado algún tiempo, el azar quiso que Andrea se mudase de ciudad y coincidiese con el mejor amigo de su pareja anterior. Ninguno lo buscó y, sin embargo, ocurrió algo entre ellos. Los tres seguían siendo amigos y, bajo aquella amistad envidiable, se escondía un secreto como una bomba a punto de acabar con todo. Entonces, las cosas se volvieron aún más complicadas. Sucedió algo que hacía más duro contar la verdad. Mi amiga se quedó embarazada.
Muchas cosas podrían haberse torcido y, sin embargo, Hugo llegará al mundo con dos padres enamorados, dos padres con la fortuna de conservar a un amigo noble y valiente. Ya se imaginan que todo ha sido más difícil que resumirlo en estos párrafos. Por el medio, la habilidad para vencer el orgullo, la cabeza para fijarse en lo importante y el coraje de decirse la verdad. Cuando Hugo se presente, esta diminuta persona traerá al mundo algo de brillo, no a ese mundo grande del que se ocupan los periódicos y del que quizá yo debería estar contándoles algo este domingo, sino a ese mundo pequeño, el de las historias domésticas e imprescindibles.
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