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Presidenta de la Asociación Nacional de Mujeres de la Pesca
RITA MÍGUEZ DE LA IGLESIA PRESIDENTA DE ANMUPESCA

“Las mujeres de la pesca seguimos silenciadas”

”Queremos que se nos escuche directamente, no necesitamos estar representadas por ningún compañero”

Rita Míguez, mariscadora y presidenta de la Asociación Nacional de Mujeres de la Pesca. Ricardo Grobas

Rita Míguez de la Iglesia, mariscadora de a pie de Arcade, es la presidenta de la Asociación Nacional de Mujeres de la Pesca, una entidad de ámbito estatal que aglutina a una veintena de asociaciones y representa a más de diez mi mujeres vinculadas al mundo del mar.

– ¿Por qué es necesaria una asociación que integre a las mujeres de la pesca?

– Precisamente por la variedad de perfiles profesionales de mujeres que trabajamos en el sector de la pesca. Hasta que se constituyó Anmupesca, todas trabajábamos en nuestros ámbitos pero sin compartir experiencias ni vivencias y de repente, en 2016, cuando creamos Anmupesca nos dimos cuenta de los puntos de confluencia de mariscadoras, rederas, percebeiras, biólogas, armadoras, pescaderas, etc. Todas estábamos vinculadas directa o indirectamente con la actividad de la pesca pero no éramos conscientes de nuestro trabajo ni tampoco de que coincidíamos en nuestras necesidades. Y lo más curioso aún, que coincidimos sea cual sea nuestro territorio. Anmupesca está en seis comunidades autónomas y todas nuestras mujeres tienen en común objetivos, necesidades y prioridades y todas nos defendemos unas a otras sea cual sea el asunto que se trate. Ahora estamos muy preocupadas por los coeficientes reductores de mariscadoras, percebeiras y rederas y sentimos el apoyo y compromiso de las mujeres de la pesca de sectores que lo ven como necesario y prioritario. Eso es tremendamente satisfactorio y gratificante y pocas veces se da.

– ¿Qué reivindicaciones tienen las mujeres en el sector diferentes a sus compañeros hombres?

­– En primer lugar, su visibilidad. Las mujeres de la pesca hemos permanecido invisibilizadas durante mucho tiempo desarrollando actividades fundamentales para el sector pero que nadie conocía ni nos otorgaba su autoría.

En segundo lugar, la dignificación de nuestras profesiones. Desde siempre, nuestras profesiones eran consideradas como de segunda categoría, complementarias a la renta familiar que traía a casa el hombre, marinero, en la mayor parte pero la historia y el reconocimiento social nos ha llevado a que hoy en día muchas de nuestras ocupaciones sean el sustento principal de muchas familias.

En tercer lugar, las mejoras sociolaborales para que podamos disfrutar de unos servicios y prestaciones en igualdad que nuestros compañeros del sector. Por ejemplo, en los coeficientes reductores, no es de recibo que el marisqueo a pie, donde fundamentalmente somos mujeres tengamos un coeficiente de 0.10 y en el marisqueo a flote, que son mayoritariamente hombres, que tengan un 0.15 cuando todos sabemos que las condiciones de trabajo son más duras en el de a pie que en el de a flote. Lo mismo sucede con nuestras compañeras percebeiras que tienen un 0.10 cuando tienen que ir caminando a la zona de marisqueo y luego faenan saltando de piedra en piedra y sorteando a las olas y los percebeiros van a la zona de marisqueo en barco y tienen un 0.15. Son situaciones injustas fruto de un gran desconocimiento de la realidad de las mujeres de la pesca.

En cuarto lugar, las enfermedades profesionales. El hecho de que muchas de nuestras bajas sean consideradas como comunes cuando por ejemplo responden a una picadura de una medusa o a un pez desconocido, es una sinrazón y así podemos hablar de miles de casos.

Y ya para finalizar el que las mujeres podamos estar en los foros y reuniones donde se hablan de nuestros trabajos. Los hombres son escuchados y nosotras queremos que se nos escuche directamente, no necesitamos estar representadas por un compañero. La sociedad ha evolucionado en otros muchos ámbitos pero en este aún seguimos silenciadas.

Rita Míguez, mariscadora y presidenta de la Asociación Nacional de Mujeres de la Pesca. Ricardo Grobas

– Los datos indican que el 16% de los trabajadores de la pesca son mujeres, porcentaje que en Galicia asciende a un 25%. Además de mariscadoras, rederas y pescantinas- ámbitos en los que la presencia femenina parece haber sido superior tradicionalmente, ¿en qué otras actividades pesqueras se están produciendo una incorporación notable de trabajadoras y qué dificultades se encuentran?

– Pues en todas aquellas relacionadas con nuevas actividades profesionales, por ejemplo, cada vez tenemos más biólogas y todas ellas coinciden con el resto de perfiles en cuestiones como la invisibilidad, el reconocimiento a su trabajo, las mejoras sociolaborales, etc. Sin embargo, hay que decir que estamos muy preocupadas por el relevo generacional. El hecho de que cada vez se incorporen menos jóvenes al sector sea cual sea la profesión nos preocupa excesivamente y estamos intentando poner remedio a esta situación.

– En diversas ocasiones se han quejado antes las autoridades de diversas instituciones de ser las olvidadas de un sector que no atiende a sus peculiaridades y que desconoce su actividad, ¿cuáles son esas peculiaridades y actividad desconocidas?

­– Pues la del atado y elaboración de redes y aparejos de la pesca, por ejemplo. Hasta hace poco, se desconocía la figura de la redera como profesional del sector de la pesca, es más, todavía no forma parte de la Ley de la Pesca, cuando sin redes, los barcos no salen a faenar. ¿Sabe la gente que estas profesionales trabajan aparejos de cuatro artes de pesca? Que según cada arte, tienen unas u otras posturas y eso acarrea unas y otras enfermedades profesionales? ¿Sabe la gente que estas profesionales se jubilan a los 67 años de edad pero que pocas llegan en condiciones de salud óptimas?

En cuanto a otros perfiles como el marisqueo, ¿sabe la gente que además repoblamos las zonas de marisqueo cultivando producto? ¿Que realizamos labores de inspección de las zonas y nos enfrentamos a furtivos exponiendo nuestra integridad? ¿Que realizamos labores de limpieza de los fondos marinos sin ser remuneradas por esta actividad? ¿Que salimos a faenar como máximo 15 días al mes y cotizamos a la seguridad social como si trabajásemos el mes completo?

Y así puedo seguir con los pescantinas, aquejadas de males como el túnel carpiano sin que se le esté reconocida como enfermedad profesional, o con problemas articulares y reumatoides fruto de la continua humedad a la que están expuestas. Y así un largo etcétera.

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