El azabache es una variedad de lignito duro que hay que manejar con delicadeza porque de lo contrario puede quebrar. La talla de este material es, desde muchos siglos atrás, todo un icono de la artesanía compostelana. Para fortuna del oficio, aún aparecen jóvenes profesionales con ganas de perpetuar esta larga tradición. Es el caso de Susi Gesto, que un día decidió seguir los pasos de “ourive” siguiendo la estela paterna.
Susi es hija de Eloy Gesto, un maestro que luchó por el reconocimiento de la platería y azabachería de Santiago, especialidades en las que llegó a alcanzar una gran notoriedad, como demuestran los galardones de los que fue merecedor, además de activo miembro para la perpetuación de la tradición. Ella conoció, como sus hermanos, el negocio familiar desde la cuna, aunque antes de decidirse por seguir una trayectoria iniciada por su abuelo y su padre probó otras actividades, si bien la pasión por la orfebrería la llamaba a recoger el legado de la familia, al que se sumó primero su hermana Leo y después ella misma.
Así que un día decidió montar su propio taller en el casco antiguo compostelano, al que le dio su propio nombre, decidida a retomar una vocación latente desde la niñez. Susi, como su padre, es única en el desempeño de una profesión artesanal alejada de la producción en serie. Cada pieza confeccionada a mano va acompañada de información en la que se reflejan los detalles del proceso de elaboración, fotos, la historia de los materiales y el nombre con el que bautizó la alhaja.
En el taller compostelano de esta orfebre se hacen joyas a la carta y diseña su propia colección. Para la producción de todas las creaciones, la artesana utiliza materiales como azabache, plata, oro o cobre, y una de las combinaciones más demandadas es la compuesta por plata, cobre y azabache. La clientela tiene claro que quiere una joya única y exclusiva, algo que crea una relación muy cómplice entre artesana y comprador, porque antes de elaborar algo “hablas con la persona e interiorizas sus gustos, haces una pieza para que sea algo único, con alma”.
A Susi Gesto le gusta compartir “obradoiros” para enseñar lo que hace, para que los secretos del oficio sigan vivos y no se vayan con los artesanos de más edad. Quiere que esta artesanía ancestral se mantenga con savia nueva, y opina que “debería haber una fundación para recuperarla y transmitirla”. Otra opción, dice, sería que las instituciones aprovechasen los conocimientos de los maestros jubilados o que están a punto de hacerlo.
Susi bebe de la tradición y le da una visión propia a sus creaciones. El sapo es una de las piezas por excelencia de ese largo legado compostelano, que puede ser un amuleto antiguo contra el mal de ojo, porque sobre esto del batracio hay diversas teorías. Susi tiene más de un centenar de modelos, seleccionados por su historia o por el recuerdo especial que dejó en el taller la persona que lo encargó. Premio a la Innovación del comercio compostelano en 2015, Susi Gesto realiza su trabajo con la misma pasión de su padre, pensando que la esencia del valor de una pieza siempre está en lo que cuenta y transmite.