El fotógrafo Alfonso Sánchez García (1880-1953) fue el patriarca de una saga de profesionales integrada por él mismo y sus tres hijos, que abarca la práctica totalidad de la historia de la fotografía española del siglo XX. Una selección de 140 fotografías se expone estos días en Madrid, la ciudad cuya historia reciente documentó como testigo.
Alfonso se inició en 1895 en el estudio del retratista Amador pero muy pronto pasó a ejercitar el fotoperiodismo (aunque esta palabra aún no se utilizaba), haciendo fotografías para Nuevo Mundo (fue el único que consiguió una fotografía del cuerpo incorrupto de san Isidro en 1896). Contratado por Manuel Company para Revista Moderna y La España Moderna, su reportaje sobre el hundimiento del depósito de agua del Lozoya le valió ser nombrado en 1904 responsable de fotografía de El Gráfico, periódico en el que comenzó a firmar como Alfonso. Después publicaría en los principales medios de Madrid: España Nueva, El Día, El País y también Abc. Cuando el Heraldo de Madrid, El Imparcial y El Liberal se fundieron en una empresa, dirigida por Miguel Moya, Alfonso era ya un fotoperiodista estrella.
Cubrió la revolución portuguesa de 1909 y la Guerra de Marruecos (1909-1921), en la que fue testigo de la tragedia del Barranco del Lobo. Hizo reportajes sobre la epidemia de tifus de 1909, del asesinato de Canalejas, de la muerte del torero Joselito y, uno de los más importantes de su vida profesional, del juicio y ejecución del asesino del capitán Sánchez en 1913. Trabajó también para El Liberal, El Sol, La Voz, Mundo Gráfico y La Esfera. El nacimiento de La Libertad le facilitó integrar en la profesión a uno de sus hijos, Alfonso Sánchez Portela, Alfonsito, que ya venía trabajando como ayudante en su estudio. Para La Libertad, Alfonsito cubrió con el periodista Luis de Oteyza un famoso reportaje sobre Abd el Krim en la Guerra de Marruecos, donde había estado su padre.
Durante la Segunda República Alfonso colaboró con los nuevos periódicos y semanarios: Crónica, Estampa, Ahora, mientras mantenía también sus colaboraciones en Blanco y Negro, Mundo Gráfico, El Sol, La Voz y La Libertad, además de publicar en Crisol y Luz (en esta última publicó las fotografías del reportaje Ángulos de Madrid, escrito por Ramón Gómez de la Serna). Sus trabajos respiran un inconfundible espíritu militante en defensa de la República.
En la Guerra Civil inmortalizó los estragos de los bombardeos de Madrid y cubrió episodios como la ejecución del general Fanjul y del coronel Fernández de la Quintana en 1936 (fotografías que no fueron publicadas en España) y el asalto al Cuartel de la Montaña. Con su hijo fue testigo de la toma del Alcázar de Toledo por el general Moscardó.
"Inhabilitado por el franquismo como reportero gráfico, Alfonso se dedicó a la fotografía de bodas y comuniones, y también a retratar a algunos personajes de la época"
En paralelo, Alfonso practicó con asiduidad el retrato en sus estudios de las calles madrileñas de Gran Vía, Fuencarral y Santa Engracia, por donde pasaron los principales personajes de la época: Alejandro Lerroux (el primero de los políticos que posaron para su cámara), Pérez Galdós, García Lorca, Valle-Inclán, los hermanos Machado, Gómez de la Serna, Ortega y Gasset, Blasco Ibáñez, La Chelito, Raquel Meller, Margarita Xirgú, Concha Espina, la condesa de Pardo Bazán, Ramón Pérez de Ayala… Durante la guerra, los estudios en los que realizaba sus retratos fueron confiscados por la Sociedad Obrera de Fotógrafos y Similares, incidente que perjudicó su labor periodística.
Inhabilitado por el franquismo para ejercer como reportero gráfico, Alfonso se dedicó a la fotografía de bodas y comuniones, y también a retratar a algunos personajes de la época: el escritor Azorín, el futbolista Alfredo Di Stéfano… incluso a Franco, cuya fotografía ocupó la portada del Abc del 1 de octubre de 1949, conmemorativa del X aniversario de la Victoria. Aunque fue rehabilitado en 1952 ya no volvió a ejercer el reportaje fotográfico como en sus mejores tiempos.
Su hijo Alfonso Sánchez Portela (Madrid, 1902-1990) se inició en el estudio de su padre junto a sus hermanos Luis, Pepe y Victoria. A los 18 años ya publicaba fotografías en Heraldo y en El Liberal. El reportaje sobre Abd el Krim le reportó popularidad y prestigio. Durante la Guerra Civil documentó con su padre el sufrimiento de los madrileños sitiados y sometidos a los bombardeos. Fue voluntario en el Centro de Unidad de Instrucción Militar del Ejército de la zona centro. Estuvo en los frentes de Somosierra, Guadarrama, Teruel, Navacerrada y Alcalá de Henares. Muchas de las fotografías de la Ciudad Universitaria durante la guerra fueron tomadas por Alfonsito, que también hizo las de la entrada de las tropas nacionales en Madrid. Para poder moverse libremente por las calles de la ciudad se alistó en la Falange, aunque no le sirvió para librarse de ser inhabilitado por el régimen y tener que buscar trabajo como fotógrafo ambulante por los pueblos de Madrid.
