Parajes

Arte serrano

Civilizaciones de siglos fueron dejando su huella en Sernancelhe, concello fronterizo de lejana fundación lleno de tesoros monumentales como su imponente iglesia de San Juan Bautista

Reconquistado por los cristianos en el siglo XI, Sernancelhe había estado anteriormente ocupado por los romanos y por los árabes, que dejaron por aquí vestigios de su presencia. De su dilatado esplendor queda su numeroso patrimonio, visible en iglesias, monasterios o casas blasonadas que asoman tras el Monte Castelo como eterno guardián de los contornos. Además de su monumentalidad, este concello del distrito de Viseu guarda un fértil paisaje de sierra y valle en el que los castaños son una de sus enseñas.

En el centro de la villa, la iglesia del siglo XII dedicada a São João Baptista está considerada un ejemplar de arte románico de los más hermosos del país. Rematada en la centuria siguiente, experimentaría reformas en el siglo XVII, sin que esas intervenciones apagasen los trazos románicos originales. De armónicas proporciones, en el exterior destaca la portada con tres arquivoltas, con tímpano de líneas onduladas y motivos vegetales y geométricos.

Iglesia de San Juan Bautista, en el centro histórico.

Iglesia de San Juan Bautista, en el centro histórico. / cm-sernancelhe.pt

En el interior, son los frescos “quinhentistas”, el altar mayor renacentista y los altares de talla barroca los que brillan con luz propia. El templo está encuadrado en el corazón de la plaza por otros elementos patrimoniales de gran relieve, como el pelourinho –picota–, la casa dos Condes da Lapa, el Solar dos Carvalhos –erigido por Paulo De Carvalho, tío del Marqués de Pombal– la Casa da Comenda de Malta y el edificio de la Câmara y Cadeia, del siglo XVI.

En la fachada de su iglesia de São João Baptista Sernancelhe tiene la representación artística más antigua de Santiago conservada en Portugal, por eso el centro histórico de la villa es paso obligado de los peregrinos que recorren el Caminho de Torres, ideado en homenaje a Diego Torres Villarroel, escritor salmantino que realizó este itinerario en 1737. La ruta une Salamanca con Compostela a través de casi 567 kilómetros y 23 etapas. La vía entra en el concello a través del Ponte do Abade, con paso por los “soutos” de Seara, Vila da Ponte y Penso.

Castillo medieval, en la cima de una colina.

Castillo medieval, en la cima de una colina. / portoenorte.pt

El término tiene otras paradas inexcusables como el santuario mariano de Nossa Senhora da Lapa, donde cuenta la tradición que una pastorcilla encontró la imagen de la Virgen en una gruta. La posada anexa al templo fue antiguamente un colegio jesuita en el que estudiaron personajes como Aquilino Ribeiro, uno de los nombres ilustres de las letras lusas. Muy cerca está Quintela, tierra natal de la pastorcilla Joana, que cuenta con una iglesia bajo la advocación de San Juan y la Capela da Irmandade das Almas. Son estas las Terras do Demo de las que hablaba Aquilino Ribeiro, donde se viste “roupa grossa no Inverno e no Verão”.

La ruta: Caminho de Torres

Duración: 4 h. 15 min.

Dificultad: fácil/media 

Ruta: señalizada

Coordenadas: 40° 54’ 01” N / 7° 29’ 40” O

Desnivel medio: 480 metros

Longitud: 19,5 kilómetros

  • Qué ver: Lamosa

    Molinos de viento
    En las alturas serranas de Lamosa se encuentra un molino de viento de los varios que hubo antaño. Hoy acoge un Centro de Interpretación de la Red Natura 2000, que pone a disposición de los visitantes todo tipo de información de la zona.

  • Visita obligada: Fonte Arcada

    Atalaya de siglos
    Sobre un paraje de gran belleza se alza la torre de Fonte Arcada, en una zona por la que discurre el río Távora. Se trata de una estructura de arquitectura militar con robusta sillería de granito cuyo origen se remonta, como mínimo, al siglo XV.

  • Gastronomía: carne y castañas

    Platos de sierra
    Sernancelhe es famosa por sus castañas, que sirven para elaborar bollos y bizcochos. El cabrito serrano es otra estrella de la gastronomía, al igual que los pescados de los ríos que bañan estas “terras do demo”, en las que no falta el pan de Lapa.

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