Este municipio perteneciente a la comarca de Terra de Celanova está lleno de monumentos de interés, como el hórreo de Santa Baia, uno de los mayores de la provincia. El río Arnoia cruza estas tierras declaradas Reserva de la Biosfera por sus valores naturales, en la que surgen joyas artísticas del románico como la iglesia de San Munio de Veiga, antiguamente monasterio fundado en el siglo IX por el santo del que toma el nombre.
La tradición dice que el cenobio se erigió por mandato del anacoreta San Munio, que aquí vivió y murió y cuyas reliquias se aplicaban a los endemoniados para liberarlos de Satanás. La abadía dependió de la orden militar de San Juan de Jerusalén y de la de Santiago, experimentando algunas reformas con el tiempo. La iglesia que ha llegado hasta hoy consta de una sola nave, ábside rectangular y es una hermosa muestra de románico ojival.
Entre otros elementos, destaca la puerta lateral con arco apuntado y arquivoltas decoradas con motivos vegetales, además de un tímpano con cruz griega sobre mochetas que representan las cabezas de un lobo y un carnero. De sus orígenes conserva una torre datada en el siglo IX. En el interior sobresale una cruz procesional de estilo románico-bizantino, realizada en madera y recubierta de bronce esmaltado.
Otro templo notable en el concello es el de Santa Baia, reluciente con el retablo barroco realizado por Francisco Castro Canseco, recientemente restaurado. La casa rectoral próxima es un importante conjunto con hórreo sobre muro, cruceiro y peto de ánimas.
También se encuentran en A Bola pazos de alcurnia como los de Berredo, la Casa Grande de Sorga o el pazo de Fruime. El concello recibe su nombre de la roca granítica situada en el lugar llamado como tal. El término municipal se enclava en un territorio de media montaña, en las últimas estribaciones de la Sierra de Leboreiro, formada por los altos del Furriolo, Monte Calvo y San Cibrao, donde existe un área recreativa y la capilla dedicada al santo, con magníficas panorámicas.
Además del Arnoia recorren estas tierras otros caudales de menor intensidad que en tiempos movían los molinos escondidos entre sus valles, de nombres tan sonoros como el Banduco de las Manoelas, el Ourille y el Fechiñas. Cerca del concello está Castromao, donde se pueden observar las antiguas construcciones castreñas y buenas vistas de la comarca. El poblado mantuvo una importante presencia en el tiempo, al menos desde el siglo V antes de Cristo hasta el siglo II de nuestra era.