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Cien años del Desastre de Annual

¿Por qué el abuelo no regresó del Rif?

Unos 30.000 españoles, cinco mil de ellos gallegos, perecieron en la guerra del Rif, que derivó en el Desastre de Annual con el exterminio de unos 11.000 soldados que murieron preguntándose qué diantres hacían allí.

Uno de los embarques de reservistas destinados a Marruecos desde el puerto de Vigo

El que bien se podría calificar como “Vietnam español” comenzó a gestarse desde el momento que se perdieron las últimas colonias de ultramar, Cuba y Filipinas, y entre las potencias europeas se procedía a una especie de distribución parcelaria del continente africano. No faltó quien dijo que, en realidad, el futuro del “imperio” hispano estaba en África, que intentar mantener “lo de América” había sido un error, pero lo cierto es que cuando España se incorporó al “reparto” llegaba tarde, mal y a rastras. En noviembre de 1912, se firmaba un acuerdo por el cual Francia “cedía” a la corona española (Alfonso XIII) la soberanía de parte del reino de Marruecos, un territorio norteño denominado El Rif, estrecho, montañoso y plagado de tribus belicosas que muy pronto hicieron saber a las primeras tropas foráneas que pusieron pie en él que habían llegado al mismísimo infierno.

Sin embargo, ya en 1910, según registra el historiador Juan Carlos Sierra Freire, el Regimiento Ceriñola, con guarnición en Ourense, había sido enviado a Melilla para sofocar los ataques de las cabadas (tribus) rifeñas, unidas y lideradas por un caudillo convertido en mito y leyenda: Abd el-Krim. Se trataba del primer contingente de jóvenes en edad de cumplir el servicio militar destinados al Rif. Y a partir de ahí, todo fue de un mal en peor que primero se llevó por delante a la generación de los mozos de los correspondientes reemplazos pero que, sobre todo después de Annual, también afectó a los “reservistas”.

Soldados españoles con mercenarios marroquíes, en un descanso entre batallas.

Enseguida se supo que ir a África a combatir significaba adquirir un alto porcentaje de posibilidades de no poder regresar jamás. Es por ello por lo que no escasos jóvenes gallegos emigraron (por miedo) a América y otros se buscaron una buena excusa para no ir (incluida la del soborno de certificados médicos o el pago a contactos militares y políticos de conveniencia). Como ocurre casi siempre en estos casos, los hijos de los ricos fueron los que mayormente se zafaron de cumplir aquella peligrosa “mili”.

Desde 1911, antes incluso de que Francia cediese el territorio a España, la prensa empezó a dar a conocer, con nombres y apellidos, las víctimas de aquella masacre, un goteo incesante que no acabó hasta 1927, con la opinión pública volcada ya en contra de la permanencia en territorio marroquí.

EL DESASTRE

Por Desastre de Annual se conoce a la estrepitosa derrota del ejército español en una batalla (o más bien sucesión batallas) que se desarrollaron sin descanso entre los días 22 de julio y 9 de agosto de 1921 en la localidad de Annual, cerca de la actual ciudad autónoma de Melilla. Su trágico resultado para el bando español condujo a una crisis política que socavó los cimientos de la monarquía y fue una de las principales causas del golpe de Estado y la dictadura de Miguel Primo de Rivera. Por otra parte, se comprobó que nuestro ejército estaba mal preparado, obsoleto y tan anticuado que era incapaz de hacer frente a unos rebeldes, inferiores hasta en número, y armados con fusiles cavernarios, espadas, lanzas y flechas aunque, eso sí, conocían muy bien el terreno.

La guerra, no obstante, se prolongó durante seis años más y terminó con una pírrica victoria española que mantuvo su soberanía sobre el territorio rifeño hasta 1956, año de la independencia de Marruecos. Pero para llegar hasta ahí, aún habría que contabilizar unos cuantos miles de muertos más.

Se inició entonces el turno de los antes citados “reservistas” que fueron llamados a filas tras el cuasi exterminio de los quintos enviados hasta 1921: el Gobierno quería vengarse e iba a poner toda la carne en el asador.

Del puerto vigués zarparon barcos con soldados gallegos destinados a la guerra del Rif, sobre todo tras la derrota de 1921

En la recluta de reservistas, Vigo fue una de las ciudades en las que los soldados partían rumbo a África: “Durante el verano de 1921 -ha contado Francisco Díaz Guerrero- el puerto de Vigo se convirtió en el punto de partida de miles de jóvenes reservistas gallegos a los que el destino tenía preparado un inquietante porvenir. La imagen vivida por el pueblo vigués con las arribadas a la ciudad de los “barcos de la muerte” que, derrotados, llegaban de Cuba atiborrados con una tropa enferma y moribunda víctima de la desigual batalla contra las tropas estadounidenses, volvía a traer al recuerdo de los vigueses las patéticas escenas que no deseaban revivir mientras veían partir en varias expediciones a miles de jóvenes gallegos en medio de proclamas de amor a una patria que tan sólo semanas atrás acababa de sufrir la dolorosa derrota de Annual”.

Uno de los embarques de reservistas destinados a Marruecos desde el puerto de Vigo

Por si fuera poco, y seguimos a Díaz Guerrero en la descripción de uno de aquellos embarques, “las condiciones en las que viajaban las tropas eran de todo punto inhumanas. El barco, básicamente de carga que apenas contaba con habilitación para unas pocas decenas de personas, viajaba atestado con más de mil que habrían de pasar los tres días de navegación hasta Cádiz y Ceuta, como buenamente pudieron, compartiendo espacio con el ganado que había sido embarcado y las mercancías donadas por empresarios de la comarca”.

“Las condiciones en las que viajaban las tropas eran de todo punto inhumanas"

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En la guerra del Rif fue, precisamente, donde labró su prestigio militar Francisco Franco, condecorado y ascendido a general por su comportamiento en combate (de aquellos polvos vinieron los siguientes lodos). También destacó el teniente coronel José Millán Astray a quien se atribuye, junto al propio Franco y otros cinco gallegos más, la fundación el 20 de enero de 1920 de la Legión, de la que, que se sepa, ni ella ni sus mandos asomaron por Annual.

La primera escuela del doctor Gómez Ulla

El conflicto de Marruecos fue el escenario del estreno bélico de este prestigioso cirujano que también estuvo en primera línea de combate de la guerra civil.

El doctor Mariano Gómez Ulla, superviviente y héroe

Pocos encarnan la figura de médico-militar como Mariano Gómez Ulla ( (Santiago de Compostela, 1877 - Madrid, 1945). Destinado a la ambulancia de montaña de la primera división expedicionaria enviada al Rif (el Regimiento Ceriñola), unidad encargada de realizar la teóricamente denominada “penetración pacífica” en Marruecos, conoció, así pues, de primera mano y cuando apenas rebasaba los 30 años de edad, en qué consistía el “infierno” norteafricano. En esta primera estancia, sólo permaneció allí hasta enero de 1911. Aún así, le dio tiempo a recibir tres cruces al mérito militar de primera clase con distintivo rojo (dos de ellas pensionadas) y la medalla de Melilla.

De regreso a España, se le encomendó la dirección del hospital de Carabanchel, barrio madrileño donde realizó una gran labor humanitaria.

Volvió al Rif en 1921, nombrado cirujano consultor-director de los servicios de cirugía del ejército español de operaciones de Marruecos y hospitales de evacuación de la península, cargo que mantendrá tras su ascenso a teniente coronel en marzo de 1928. En el frente destacó en la labor de coordinación de la evacuación de los heridos, la organización de la asistencia sanitaria en el desembarco de Alhucemas y su actividad asistencial. Se cuenta que el doctor gallego incluso buscaba tiempo para atender a sus subordinados malheridos o enfermos.

También organizó un hospital quirúrgico de montaña transportable a lomos de mulos, así como  “grupos quirúrgicos de campaña”, capaces de realizar operaciones muy cerca del frente... Y todavía le quedaba por delante la guerra civil, en la que se alistó en el bando republicano.

De Xosé Ramón Fernández Oxea a Ben Cho Sey

Tres gallegos, figuras del incipiente galleguismo, fueron corresponsales de prensa desde el frente  

Ben Cho Sey, redactando una crónica desde el Rif.

 En su libro “Galegos nas guerras do Rif. Paisaxe bélica e imaxinario anticolonial,” el historiador Dionisio Pereira dedica especial atención a tres gallegos que , desde la primera línea del frente, escribieron crónicas que luego se publicaron en diversas revistas y periódicos de la prensa española de la época, entre ellos FARO DE VIGO.

Los tres tenía en común su alineación con el incipiente nacionalismo gallego que, años después, germinaría en la fundación del Partido Galeguista. De hecho, en Marruecos estaba la “mano derecha” de Castelao, Valentín Paz Andrade, así como el agrarista (este menos conocido) Manuel Mesejo Campos. El tercero se llamaba Xosé Ramón Fernández Oxea, pero ha pasado a la historia como Ben Cho Sey, nombre que adoptó durante la guerra, entre otras razones porque, pese a combatir en el ejército español, simpatizaba ideológicamente con la causa de los “nacionalistas” rifeños.

Valentín Paz Andrade ejerció de corresponsal en esta guerra.

Xosé Ramón Fernández-Oxea (Ourense, 1896-Madrid, 1988) fue un escritor e intelectual de obra poliédrica que abarca dialectología, heráldica, arqueología, etnografía, historia del arte y creación literaria.

Colaboró a lo largo de toda su vida en numerosas publicaciones, entre ellas FARO, fue miembro de las Irmandades da Fala, del Seminario de Estudos Galegos y, como Paz Andrade, militante del Partido Galeguista.

En 1986 foi galardonado por la Xunta de Galicia con la Medalla Castelao. 

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