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¿Y si ponemos el marcador a cero?

Recuerdo cuando jugaba pachangas de fútbol 7 –qué remotos parecen aquellos tiempos, hace solo año y pico– y los partidos salían desequilibrados. Si un equipo resultaba claramente goleado se acordaba poner el marcador a cero y rehacer las alineaciones para buscar un partido más equilibrado y competido. En definitiva, más divertido. Aunque siempre había alguien en el equipo goleado que se resistía a hacer borrón y cuenta nueva, por aquello del orgullo.

Algo así ocurre con esta pandemia. Gran parte de los países occidentales están siendo goleados por el coronavirus, ola tras ola, y ninguno parece dispuesto a reiniciar el partido. Los continuos cierres están arruinando a la hostelería, el comercio y los autónomos, y el grado de incumplimiento de las medidas –a veces absurdas, como la de la mascarilla para tomar el sol– es cada vez mayor por la fatiga pandémica y la seguridad de que ese sacrificio que se pide a la ciudadanía no será el último: después de una batería de restricciones baja la incidencia, pero luego viene la desescalada, suben los casos y vuelta a empezar. Son los confinamientos yoyó.

¿Y si ponemos el marcador a cero? Se trataría de reducir la incidencia al mínimo, como casi se logró en junio, y controlar los casos importados con PCR y cuarentenas. Al menor indicio de contagios locales, confinamiento corto y estricto. Y test de antígenos a gogó. Lo hemos visto esta semana en Brisbane, la tercera ciudad de Australia, con solo 7 casos. Tres días de cierre, cribados masivos y de nuevo vida normal, con todo abierto.

Es difícil, pero no una utopía. Sería más que conveniente la coordinación de todos los países europeos que comparten el espacio Schengen, con Angela Merkel a la cabeza. El territorio que aspire a esta estrategia “cero COVID” debe tener control sobre sus fronteras y un claro liderazgo político de la mano de la ciencia. Y eso es lo que nos falta. Mientras sus homólogos europeos alertan a la población sobre la gravedad de las nuevas variantes, hace tiempo que Pedro Sánchez renunció a tomar decisiones y a dar malas noticias (es decir, la verdad) y solo habla de las buenas, de las vacunas.

Los expertos coinciden en que no es buena idea convivir con altas incidencias mientras la vacunación avanza con lentitud y siguen ganando terreno y mutando variantes como la británica, la sudafricana o la brasileña. Estamos prácticamente ante una nueva pandemia. Locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes, reza la frase falsamente atribuida a Einstein. ¿De verdad estamos tan locos?

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