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La sexología no es "follología"

La sexología no es "follología"

Esta semana he tenido dificultad para elegir la temática de esta columna que estáis leyendo. Hoy es San Valentín y era tentador hablar del amor y sus procesos, pero supongo que a estas alturas ya tenéis un buen empacho de corazones, flechas y ñoñerías, así que lo dejamos para otro día menos almibarado. No obstante, aprovecho la ocasión para felicitar a las personas que lo celebran. Yo soy muy partidaria de celebrar todo: el día de la croqueta, el día de los besos y el día de los frikis; lo importante es celebrar mucho y bien, y más en los tiempos que corren.

Son tiempos difíciles para las y los que nos dedicamos a la ciencia del sexo, y por eso hoy, con vuestro permiso, hablaremos de por qué la sexología no es follología.

¿Qué está pasando?

Cada día se sube contenido sexual de todo tipo a internet: artículos, investigaciones, pornografía, entrevistas y opiniones. Aunque no somos conscientes, toda esa información, sumada a lo que escuchamos en la calle, lo que oímos decir a nuestra prima, madre o vecino y lo que aprendimos en el instituto pasa a formar parte de nuestra particular y personal huella dactilar de educación sexual. La educación no se saca solo de los libros: todo nos influye y nos lleva a tener comportamientos concretos. Os pongo un ejemplo: mi abuela pensaba que todo lo que tenía que ver con el sexo era sucio y pecado porque se lo habían dicho de pequeña en casa, en el colegio y en la iglesia, por lo que su educación sexual estaba basada en la pura represión. Los tiempos cambian y, hoy en día, parte de la educación sexual que reciben los adolescentes se basa en lo que dicen los youtubers, influencers y demás. Dependiendo del contenido, podéis imaginaros el futuro comportamiento sexual de esa persona.

La información nos llega de parte de cualquiera, y no solo de profesionales en educación sexual. Por eso tenemos que sensibilizarnos y tener un pensamiento crítico si queremos una sociedad educada en la diversidad y la libertad sexual. Así evitaremos caer en opiniones como las que hemos podido escuchar y leer estos días en internet manifestando que la sexología NO es una ciencia.

Me encanta escuchar y leer opiniones de todo tipo en las redes, esté o no de acuerdo con ellas, porque pienso que si nuestra ciencia (y todas las ciencias) se caracteriza por algo, es por saber discutir y debatir. También creo que las personas pueden hablar de cualquier tema sin haber profundizado en su estudio. Pero lo que no se debería hacer es negarse a la sana discusión con insultos y desprecios a miembros de un colectivo, como los que han recibido varias y varios profesionales de la sexología en las últimas semanas.

Recomendar prácticas sexuales concretas o explicar, por ejemplo, qué tipo de pene es mejor (según la perspectiva de quien lo cuenta, claro) está muy bien y es entretenido, pero hablar solo del folleteo y, además, hacerlo desde tu experiencia personal, sin informarte antes, da pie a decir auténticas barbaridades que luego las y los profesionales tienen que entrar a desmentir. Con esto no quiero decir que no sea divertido o práctico aprender sobre todas estas cosas. Simplemente manifiesto que NO es educación sexual reglada o profesional, porque no tiene en cuenta las diferencias individuales, y por eso no podemos dejarnos llevar por el titular cachondo. La auténtica sexología es una disciplina científica, basada en la observación y la experimentación.

El sexo y la ciencia no terminan con el orgasmo

Esta frase tan brillante corresponde al libro La ciencia del sexo, de mi compañero y amigo Pere Estupinyà. En sus casi 500 páginas explica la ciencia sexológica desde distintas dimensiones, de las células a la masturbación, pasando por disfunciones, pornografía, sexo por placer, identidades sexuales y mucho más, todo con una base científica contrastada y con el extra más maravilloso que tiene la ciencia: la curiosidad. El libro nos anima a que sigamos curioseando e investigando, porque tenemos mucho camino por recorrer.

Esta frase de Pere nos sirve para explicar que divulgar sobre sexo no es describir cómo se mantienen relaciones sexuales. Uno no se convierte en chef por explicar cómo se fríe un huevo, ¿no? El acto sexual en sí es solo una parte muy pequeña de esta disciplina.

Para divulgar debemos ser responsables y hacerlo con bases científicas y comprobadas, especialmente cuando llegamos a mucha gente. Por eso hoy, a través de las voces de muchas compañeras y compañeros de profesión, daremos unas pinceladas a lo que es la educación sexual basada en el conocimiento científico.

*Se basa en la investigación empírica y contrastada con una metodología científica, y no en opiniones personales.

*Incluye la expresión y gestión de las emociones: ética de las relaciones, igualdad, buenos amores, responsabilidad afectiva, vinculaciones y desvinculaciones…

*Tiene en cuenta las expresiones de la erótica: prácticas, deseos, fantasías, placeres…

*Respeta los 11 derechos sexuales ratificados por la OMS (de los que ya hablaré en otro artículo).

*Es diversa: tiene en cuenta el plural de las orientaciones e identidades sexuales, cuerpos, modelos de belleza, modelos relacionales…

*Incluye autoconocimiento corporal, genital, fisiológico…

#SexologíaNoEsFollología

¡Gracias por abrir un hueco en vuestros domingos para la sexología! Para dudas, críticas y curiosidades varias, nos tenéis en www.saludplacer.com.

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