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Yo soy tu hijo

Herman Mankiewicz

Darth Vader murió en la segunda Estrella de la Muerte tras matar (o no) al Emperador y reconciliarse con su hijo. O murió el 28 de noviembre de 2020. Tal vez el 23 de diciembre de 1994. Podría vivir en Michigan. Sin duda late en el corazón de cada aficionado, en la cultura popular o sostenido por la Fuerza, si acaso una brizna del lado oscuro, su tentación o su potencia, resiste en Anakin.

David Fincher reflexiona en “Mank”, a través de la génesis de “Ciudadano Kane”, sobre la creación: el parto de una obra, de qué dolor se conforman sus huesos y tendones, y su autoría. El guionista Herman Mankiewicz reclamó a Orson Welles que lo acreditase, contraviniendo el acuerdo inicial y pese al conflicto que el proyecto iba a causar con Hearst, el todavía poderoso magnate de la prensa retratado como Kane. Mankiewicz sabía que había confeccionado la mejor historia de su carrera. Anhelaba el reconocimiento igual que arrostraba las consecuencias.

Todos necesitamos que se sepa que eso que hemos construido de la nada o transformando materiales ha nacido de nuestro útero; que lo concibió nuestra imaginación y lo han forjado nuestras manos. Imitamos a aquel que moldeó nuestro barro a su imagen y semejanza. Yahveh, aunque escondiese su nombre (“yo soy el que soy”), exigía que lo reconociesen como demiurgo del universo contra los otros dioses. Se enfurecía en caso contrario igual que Mankiewic en el jardín de su casa, durante su discurso de aceptación de un Oscar que debía compartir con Welles: “Estoy muy feliz de aceptar el premio por este guion en la forma en que fue escrito; es decir, en ausencia de Orson Welles”. Quizá Yahveh solo ejerciese de director y Satanás fuese su guionista.

Algunos artistas ordenaron a sus pinturas y esculturas pronunciarlos con el pincel o el punzón: “... me fecit”. Tal me hizo. Solo podemos perpetuarnos a través de nuestras hechuras. Ahí están las marcas de cantero, grabadas en piedra para la eternidad pese a que sus nombres se hayan perdido y solo recordemos al arquitecto. La cadena de montaje ha alejado al obrero del producto de su esfuerzo. Su orgullo aún vibra como en Vigo, en cada automóvil y en cada barco en cuyas entrañas anida la pieza que troqueló. Querría sin duda su atribución, además del sueldo.

¿Quién era Darth Vader? ¿En quién se encarnó la fantasía de George Lucas? David Prowse lo interpretó en la trilogía. Sin embargo, ningún espectador lo ha oído jamás ni ha contemplado su rostro. A Lucas no le gustaba el cerrado acento de Bristol que tenía Prowse, así que lo dobló James Earl Jones. Prowse ni siquiera pronunció durante el rodaje “yo soy tu padre”, sino “Obi-Wan mató a tu padre”. Aseguraba que se enteró de ese giro de la trama durante la proyección. Y Lucas lo sustituyó por Sebastián Shaw en la escena en que Luke le retira la máscara a Darth Vader. Pero es Prowse esa ominosa presencia, esa oscuridad en la zancada, esos dedos que se curvan arrebatándonos el aire.

Prowse gastaba fama de lenguaraz. Lucas lo acusaba de haber revelado el final de la saga. A Prowse lo vetaron en las convenciones oficiales de Star Wars. Él acudió a las oficiosas hasta su muerte, ese 28 de noviembre, a fotografiarse con los fanáticos. Toni Bestard y Marcos Cabotá le dedicaron un documental, “I am your father”. En él probaron que las sospechas de Lucas no tenían fundamento. Como resarcimiento recrearon con el ya anciano Prowse esa última escena que no había protagonizado. Y nadie nunca verá. La productora de Lucas ha prohibido emitirla. No importa. Puede vislumbrarse en los ojos emocionados de Prowse cuando se la van a enseñar ya montada, justo antes de que las luces de la sala se apaguen. La verdadera redención de Darth Vader, que le habría reconocido a Prowse: “Yo soy tu hijo”.

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