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Gallegos a la vanguardia

“La ciencia falla en llegar a la sociedad, de ahí vienen las teorías conspiranoicas”

Lúa López Pérez, que acaba de recibir el Premio Ángeles Alvariño por su trayectoria, dirige su propio grupo sobre ecología evolutiva y conservación en la Universidad Estatal de California en San Bernardino

La bióloga Lúa López, durante una expedición por montañas escocesas para recoger muestras.

A partir de una hoja de apenas un centímetro y conservada durante siglos es posible descubrir cómo una especie de planta ha logrado sobrevivir hasta nuestros días. Las técnicas genéticas y la bioinformática constituyen “la máquina del tiempo” en la que la bióloga Lúa López (A Coruña, 1985) viaja al pasado desde su laboratorio en la Universidad Estatal de California en San Bernardino (CSUSB) para ”intentar predecir el futuro” y conservar la biodiversidad actual.

“La idea central de mi investigación es buscar asociaciones entre cambios genéticos de poblaciones de plantas o animales y cambio climático. Conocer estos mecanismos nos da pistas de lo que puede pasar y además se puede utilizar para la preservación de otras especies”, explica sobre un trabajo de gran interés para las administraciones, puesto que ayuda a controlar e incluso prevenir la introducción de invasoras, además de proteger a aquellas en peligro de extinción. “Son estudios con mucha aplicación y ahora estoy empezando a establecer contactos con parques nacionales de EE UU”, apunta.

Uno de sus proyectos en marcha implica a la Arabidopsis thaliana, una planta que se encuentra en toda Eurasia y el norte de África. Lúa posee una serie temporal de los últimos 220 años y a lo largo y ancho de este amplio rango geográfico gracias a las muestras conservadas en herbarios como el del Real Jardín Botánico de Madrid o los museos de historia natural de Londres, París y Países Bajos. Y además de buscar adaptaciones genéticas vinculadas al cambio climático, también tiene previsto rastrear las causadas por presiones antropogénicas como los cultivos.

"Los pliegos de plantas con más de 200 años son como obras de arte, impone tener en tus manos registros históricos”

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“Los pliegos son preciosos, como obras de arte, e impone tener en tus manos esos registros históricos. Hay museos que me envían los resultados, pero otros como el Real Jardín Botánico te permiten ir allí para extraer el ADN. Son muestras muy delicadas y trabajas en laboratorios estériles con unas condiciones de total limpieza y llevando traje, mascarillas, gafas y guantes”, revela Lúa, que combina las técnicas más avanzadas de genómica y transcriptómica, entre otras, con los clásicos experimentos de campo y en invernadero.

Dio este salto a los métodos más novedosos en 2014, cuando inició su primera estancia postdoctoral en la universidad alemana de Heildelberg. Durante la segunda, en la Universidad Estatal de Pensilvania, empezó a trabajar con muestras de museos junto a un equipo de antropólogos. Después se trasladó a la de Binghamton, en el estado de Nueva York, donde se forjó una valiosa experiencia como docente y constató que las clases y la interacción con los alumnos le apasionaban tanto como la investigación.

Y en agosto de 2019 cruzó el país para crear su propio grupo en la CSUSB. “Llevo siendo globe-trotter mucho tiempo”, bromea Lúa, que mantiene una amplia red de colaboraciones con expertos de la Universidad de Coruña, donde realizó los primeros años de la carrera para después finalizarla en Santiago, y también de EE UU. “La ciencia no es individual, sino un trabajo de equipo. Los proyectos son mucho más ricos y relevantes si cuentas con un equipo multidisciplinar”, defiende.

Lúa también está muy comprometida con la divulgación y colabora activamente con colegios y museos o con medios como la Radio Pública Nacional de EE UU (NPR). “Lo disfruto mucho, hago lo que me echen. No es algo que se premie en la carrera científica y es una pena, porque las cosas cambiarían muchísimo. La ciencia no se comunica bien y, en lugar de darse cuenta de que forma parte de su día a día, la gente piensa que vivimos en una burbuja y que nos creemos superiores. Estamos fallando en llegar a la sociedad. De ahí vienen todas las teorías conspiranoicas. Faltan plataformas, iniciativas e incentivos”, lamenta.

“En España hay divulgadores muy buenos como Déborah García. Es muy importante que, desde pequeñitos, los niños y las niñas sepan lo que la ciencia representa en sus vidas. El ordenador, el móvil o el microondas son productos que vienen de ella. A mí me dieron esa educación y por eso estoy donde estoy. Mi padre era profesor, como mi madre, y premiaba que fuese curiosa. La ciencia nunca me pareció algo inaccesible o que no fuese adecuado para una niña”, recuerda.

Lúa lleva más de un año sin volver a casa por la pandemia, pero a finales de diciembre participó en la Reunión Gallega de Jóvenes Investigadores en el Extranjero, organizada este año en formato on line por el Inibic en colaboración con los Museos Científicos Coruñeses. Y durante la sesión se le hizo entrega del Premio Ángeles Alvariño a la mejor trayectoria profesional. Un galardón que ha recibido con gran felicidad por la confluencia de varios factores.

“Hacer ciencia implica muchos sacrificios, profesionales y personales. Lo haces porque te gusta mucho pero el premio supone un reconocimiento a ese trabajo duro. Además viene de casa, llevo muchos años fuera y me hizo una ilusión enorme. Y encima lleva el nombre de una mujer pionera, que hizo un trabajo alucinante y que abrió el camino para muchas”, subraya.

"Las investigadoras debemos hacer el doble para llegar al mismo sitio y más te vale no cometer ningún error”

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Lúa confía en que las dificultades que todavía hoy siguen enfrentando las investigadoras desaparezcan “con el recambio generacional” y cada vez haya más mujeres dirigiendo grupos o instituciones. “Tienes que enfrentarte a obstáculos para abrirte camino que ellos no deben superar. Debes hacer el doble para llegar al mismo sitio y más te vale no cometer ningún error. Hay que trabajar para cambiar situaciones que te encuentras a diario. Yo lo hago mucho con mis alumnos en clase. Les hago reflexionar. Es una cuestión de educación, poco a poco iremos cambiando y las mujeres se sentirán empoderadas y seguras de que merecen el puesto que tienen o una subida de sueldo como sus compañeros”, sostiene.

Durante la reunión también quedó clara la necesidad de facilitar el retorno del talento. Lúa responde que dirigir su propio laboratorio en España sería “imposible”: “Yo no estoy aquí por gusto, sino por necesidad. Saben que hacer investigación cuesta dinero, me han dado oportunidades que ahí no iba a tener y me he quedado. Pero espero poder volver con una experiencia muy buena en unos añitos”.

“No nos hemos recuperado del susto del capitolio”

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Lúa López inició su trayectoria en el extranjero en 2014 y éste será su quinto año en EE UU. Sus padres la llamaron tras enterarse por el telediario del asalto al Capitolio perpetrado por simpatizantes de Trump. “Todavía no nos hemos recuperado y no vamos a hacerlo en una temporada. En ese momento pensé ‘¿qué locura es ésta?’, pero la cuestión es que se estaba incitando a esto desde hace mucho tiempo. Y lo sorprendente es comparar la seguridad de ese día con la que había durante las manifestaciones del Black Lives Matter”, critica.

De cualquier forma, ella se muestra esperanzada respecto a qué ocurrirá después del día 20: “Tengo mucha ilusión con el nuevo gobierno. A mí me afecta de manera brutal porque soy inmigrante en el país. Y he vivido situaciones peliagudas. En un autobús en Pensilvania dos agentes de inmigración me pararon y me querían llevar con ellos”.

Por eso, lo ocurrido con Trump, un presidente “racista, misógino e ignorante” no debería quedar en el olvido. “Tiene muchos seguidores tarados, pero media América no puede estarlo. Mucha gente, aunque no le gustase del todo, le votó por convicciones religiosas o razones de identidad”.

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