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2021: Rehaciendo el mundo post COVID

El ciudadano de literario nombre, William Shakespere, fue uno de los primeros ingleses en recibir la vacuna anticovid

Año nuevo, vida nueva. Este deseo de felicidad que cada fin de año nos hacemos los unos a los otros tiene que ir en esta ocasión entre interrogantes. ¿Será 2021 la salida del oscuro túnel en el que entramos a principios del 2020 con la covid-19? Francamente, no lo sé. No puedo olvidar el irónico escepticismo del gran economista norteamericano John K. Galbraith cuando señaló que los economistas hacen predicciones para dejar bien a los astrólogos. Pero, aunque no hagamos adivinanzas, tenemos que pensar el futuro postpandémico.

Pensar el mundo post covid es pensar cómo nos rehacemos en tres frentes: sociedad, economía y democracia. La covid-19 ha agravado las tendencias al deterioro que ya venían de antes en esos tres frentes. De todos los impactos, el más determinante es el aumento de la desigualdad y de la pobreza. Tanto por sus efectos inmediatos sobre los que la padecen, como por sus consecuencias a medio y largo plazo para la sociedad, la economía y la democracia.

Mi convicción es que el futuro no está determinado de forma inexorable por ningún virus ni ninguna tendencia económica o tecnológica. No creo en la existencia de ningún fatalismo determinista. El futuro depende de lo que hagamos nosotros. Esta convicción es fundamental para responder de forma acertada a las tres fases de una recesión pandémica.

Una crisis económica y pandémica hay que afrontarla con una estrategia que he llamado de las tres R: Resistir, Recuperarse y Reinventarse

Una crisis económica pandémica hay que afrontarla con una estratégica que he llamado de las tres R: Resistir, Recuperarse y Reinventarse. Déjenme insistir en la importancia de la tercera R, la de la Reinvención. En una crisis económica convencional, aunque sea tan fuerte como la de 2008, cuando llega la recuperación la subida de la marea eleva más o menos por igual a todos los barcos. Una crisis pandémica no. Eleva a unos barcos más que otros, y a algunos los deja varados en el fondo. Esta es la razón por la que una crisis pandémica obliga a reinventar los negocios. Los que tengan edad y memoria, recordarán como la crisis energética de los setenta obligó a llevar a cabo dolorosas reconversiones. Pues, ahora, lo mismo.

Con las cautelas debidas y utilizando ese doble enfoque -los tres frentes y las tres R- déjenme hacer algunas reflexiones y pronósticos sobre 2021 y más allá.

Primera

A pesar de que ha sido un año apocalíptico, 2020 acaba con señales esperanzadoras: 1) Descubrimiento, en un tiempo realmente récord, de vacunas contra la covid-19; 2) Plan de recuperación de la UE, por una cuantía (750.000 mil millones de euros) y con un una solidaridad inconcebible antes de la pandemia; 3) Compromiso del BCE para mantener una política monetaria y financiera que permita a la empresas resistir y recuperarse; 4) Triunfo de Joe Biden en Estados Unidos, con lo que significa de una mayor cooperación global; y 5) Aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, con la incorporación para 2021 de los primeros 27.000 mil millones de euros de fondos europeos para hacer frente a los daños sanitarios y sociales de la pandemia y para la recuperación y reinvención económica.

Segunda

Esas señales positivas, en la medida en que reducen la incertidumbre y generan confianza en las familias y en las empresas, me hacen prever una recuperación de la economía española mayor de la que los organismos de predicción públicos y privados, y mayor que el del resto de las economías vecinas. La razón es que la economía española es maníaco depresiva: con las malas noticias se deprime más que las demás, con las buenas su euforia (o manía) es también mayor. Lo hemos visto ya en el tercer trimestre de 2020, y volverá a suceder en 2021. El BCE ha reconocido que el paquete de medidas del Gobierno para ayudar a la resistencia y recuperación de las empresas, del empleo y de los ingresos de las familias es uno de los que mejor funciona. Necesitamos medidas adicionales en esa misma línea.

Tercera

Por sí sola, esta mejora de la actividad económica no traerá progreso social para todos. Si no hacemos nada, el aumento de la desigualdad y la pobreza, la pérdida de emancipación de los jóvenes y el deterioro de la salud pública serán dramáticos. La buena noticia es que ahora disponemos de recursos europeos que bien utilizados permiten remediar esos males. Un ejemplo son los ERTE. Otro el Ingreso Mínimo Vital. Ahora necesitamos políticas de vivienda asequible o la enseñanza preescolar universal. Podemos utilizar una parte de los fondos europeos para crear un fondo de inversión local para atender a las necesidades de la pandemia. Porque es el ámbito local donde se expresan con más intensidad esas necesidades sociales. Hay que pensar la recuperación desde lo local.

Cuarta

Cuando la economía se recupere plenamente, el sector privado empresarial no podrá ofrecer empleo a todas las personas que quieran trabajar. Si queremos eliminar el paro, en particular el de los jóvenes y de las mujeres, necesitamos un compromiso público con el empleo. Puede lograrse con un fondo nacional para el pleno empleo. Se puede financiar con los fondos de recuperación. Ese fondo actuaría a través de convocatorias competitivas para iniciativas sostenibles de creación de empleo presentadas por el sector privado y el sector social y los entes locales. Es así como funcionan los fondos europeos del FEDER o la Garantía Europea de Empleo Juvenil. Tanto las necesidades de salud pública como la puesta en valor de los recursos naturales hasta ahora no utilizados (bosques, tierras de cultivo, ríos) son una fuente enorme de creación de buenos empleos que ese fondo puede fomentar.

Quinta

La pandemia ha puesto de manifiesto nuestra debilidad industrial y tecnológica. A la vez, ha traído una nueva legitimidad para hacer políticas industriales y tecnológicas nacionales. Además de financiar los daños sociales de la pandemia, el objetivo principal de los fondos europeos es precisamente construir un tejido empresarial más sostenible, innovador y resiliente frente a próximas crisis. Dada la importancia que tienen las pymes en el PIB, en el empleo y en la creación de valor añadido, el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia que ha presentado el Gobierno y que ahora hay que desplegar tiene que pensarse desde las pymes. De lo contrario, nos equivocaremos.

Como muchos de ustedes, me pregunto si la pandemia nos hará mejores personas y si traerá una sociedad más justa y una mejor democracia. Me gustaría creerlo. Dependerá de nosotros. Si actuamos mal, la pandemia acentuará la desigualdad, la pobreza y el populismo autoritario. Si lo hacemos bien, puede ser la oportunidad que necesitábamos para un construir un nuevo contrato social que reconcilie crecimiento económico, progreso social y democracia.

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