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Mujeres fuera de serie

La cronista de la palabra precisa

La viguesa Magis Iglesias fue una de las pioneras en el periodismo político y parlamentario. Firme defensora de la ética, se convirtió en la primera mujer presidenta de la Federación de Asociaciones de Periodismo de España

La periodista Magis Iglesias, en el despacho de su casa de Madrid. Cristina Panea

El primer soporte que Magis utilizó para contar sus historias fue un rollo de papel higiénico. Tenía 14 años y estaba de vacaciones con toda su familia y amigos en un camping de Sanabria. En aquel endeble papel, Magis escribió su primera crónica con las experiencias vividas aquel verano mágico y salvaje.

¿Quién soy?

“Una mujer honesta y luchadora, consciente de que, con convicción y esfuerzo, puedo conseguir lo que me proponga. He tratado de guiarme siempre por principios éticos”

La necesidad de contar lo que ocurre a su alrededor, de interpretar la realidad, en definitiva, de comunicar, es innata en Ángeles Iglesias Bello (Vigo, 1956). La periodista –conocida por todos como Magis– fue una de las pioneras en el periodismo de información política y parlamentaria, un ámbito que, en el estreno de la democracia, solía estar protagonizado por hombres. Formó parte del primer equipo que puso en marcha la Televisión de Galicia y en 2008 asumió la presidencia de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España. Esta viguesa hiperactiva, entusiasta y apasionada, es lo menos parecido a una jubilada: está finalizando su tesis, estudia inglés, imparte cursos y hace voluntariado con huérfanos de mujeres asesinadas por violencia de género.

Sin embargo, la pasión por el periodismo no estaba en la genética Magis. Su madre, auxiliar de farmacia, y su padre, perito mercantil, leían el ‘Faro’ a diario, pero nunca pensaron que su hija –la segunda de cinco hermanos– se inclinaría por esa profesión. “En principio, no les pareció buena idea que quisiera estudiar Periodismo”, asegura Iglesias. Pero tampoco se negaron a su deseo. Magis lo tenía claro desde pequeña. “Me encantaba contar historias y eso sí es un arte muy gallego que me enseñó mi familia de Castrelo de Miño (Ribadavia) y de Iria Flavia (Padrón)”, cuenta.

Magis creció inmersa en aquellas veladas de cuentos alrededor de la lareira y, ya de adolescente, sus ídolos eran los reporteros Manu Leguineche y Miguel de la Quadra Salcedo.

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Magis Iglesias: la cornistas de la palabra precisa

Tras estudiar en el Colegio Cluny y el COU en Jesuitas –“a cuyos curas progresistas tengo que agradecer la magnífica enseñanza que me dieron”–, los padres de Magis la acompañaron a Madrid, única ciudad donde en esos momentos podía estudiar Periodismo.

En la facultad, Magis no tardó dos telediarios en introducirse en el agitado panorama político del momento. Conoció el activismo, los partidos de la época: MCR, LCR, PCE, FRAP... “Estudiaba gracias a una beca, así que tenía que ser muy precavida y no meterme en líos”, recuerda.

La impetuosa gallega descubrió pronto que en la Facultad no aprendería realmente el oficio, así que comenzó a hacer prácticas. Su estreno fue en el diario “Arriba”, medio que se desmanteló al poco tiempo de fallecer Franco, y la experiencia apenas duró tres meses. “No conocía a nadie en Madrid que pudiera ayudarme a encontrar trabajo así que decidí regresar a Vigo”.

En el verano de 1978 Magis entró en Faro de Vigo y la destinaron a una de las secciones más complejas, el Cierre, que exige un conocimiento global del periódico y de la actualidad. “Nunca agradeceré lo suficiente a Javier Sánchez de Dios lo bien que me enseñó las bases del oficio”, apunta. “A los alumnos no se les puede mandar a la calle como si supieran lo que hay que hacer. Yo tuve la suerte de contar casi siempre con buenos jefes que me corregían, me sugerían un enfoque u otro, mejoraban mis titulares… El periodismo local es la mejor escuela”, considera.

La periodista trabajó después en “La Voz de Galicia”, colaboraba en distintas publicaciones y comenzó a vivir en una comunidad de izquierdas.

“El periodismo se convirtió para siempre en una forma de vida”

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En 1979 el entonces director de Faro, Armesto Faginas, le encomendó la puesta en marcha de una delegación del periódico en A Coruña. “Allí viví las primeras y emocionantes elecciones municipales del 79. ¡Por fin un alcalde era elegido por el pueblo!”, rememora. La pasión de Magis por la política crecía a pasos agigantados. Después volvería a la central de Vigo, en la sección Local, y se especializó en información municipal, con Manoel Soto de alcalde. Con mucho esfuerzo, la periodista se ganó la confianza y el cariño de todos los portavoces. Tanto fue así que en 1985, cuando Magis emprendió una nueva etapa en la Televisión de Galicia, los portavoces de todos los partidos políticos la despidieron con un emotivo homenaje. “Este acto de reconocimiento determinó para siempre mi trayectoria como periodista”, asegura.

La primera televisión autonómica comenzaba a gestarse y Lois Caeiro llamó a la viguesa para que formara parte de aquel grupo de quince valientes que, con escasísimos medios, pusieron en marcha la TVG. Magis tenía 27 años y muchas ganas de probar un nuevo medio. “Un periodista de la BBC y un histórico de TVE nos formaron y aprendí muchísimo, pero pronto me di cuenta que no me gustaban las pantallas”.

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En un momento en el que Magis compaginaba en Vigo hasta cuatro trabajos –“para completar el salario”– la periodista dio la bienvenida a la maternidad: Iago, un bebé que vendría a alegrar y poner patas arriba su ya complicada vida. “Mi marido (José Miguel Panea) tuvo el mismo peso que yo en la crianza. Aún así, fueron tiempos duros porque no contábamos con ninguna red familiar en Santiago”, cuenta. La situación se complicó todavía más cuando su marido aceptó una buena oferta para trabajar en Madrid y vivieron un tiempo en distintas ciudades. “Cuando en la televisión empezó a escasear la libertad informativa con la que nació, decidí que era el momento de pedir una excedencia ys probar suerte en Madrid”, relata.

La primera intención de Magis era realizar el doctorado, pero una agencia de noticias buscaba a una especialista en información parlamentaria y así fue como la viguesa entró en el equipo de Colpisa, donde trabajó durante 25 años.

"Mi cara aniñada a veces era una barrera y tuve que endurecer el carácter”

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Magis llegó al Parlamento de Madrid en 1988, durante el segundo mandato del PSOE. Su cara aniñada y su figura menuda suponían en ocasiones una barrera para hacerse respetar en ese entorno.

“Algunos políticos se sorprendían cuando les hacía preguntas comprometidas y tuve que ir endureciendo mi carácter, además de trabajar el doble que mis compañeros, para hacerme un hueco en este ámbito”.

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De hecho, Magis admite que tiene una personalidad bastante dura, “lo que me ha traído algún que otro disgusto”. Actualmente, opina que las cosas han cambiado para las mujeres, aunque queda mucho por hacer. “Somos una mayoría ejerciendo el periodismo de calle; otra cosa es que ellos ocupan los despachos”, apunta.

La información parlamentaria, “que exige estar desde primera hora de la mañana hasta última de la tarde”, tampoco fue un entorno fácil para conciliar la vida familiar. Eso no impidió que la viguesa tuviera un segundo hijo, una niña: Cristina. “Las mujeres que nos ayudaron en casa fueron insustituibles”, agradece la periodista.

Magis Iglesias Bernardo Pérez

La llegada de la crisis en 2008 puso al límite a muchos medios de comunicación y los ERES se convirtieron en unas siglas demasiado familiares. La agencia de Magis se vio obligada a cerrar sus puertas, quedando sólo como un centro digital de contenidos. “En ese nuevo panorama no tenían cabida las crónicas de investigación y se rebajó muchísimo la calidad; aquella filosofía ya no encajaba conmigo, así que me marché”, relata Iglesias.

Ese mismo año, la viguesa fue elegida presidenta de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España, convirtiéndose en la primera mujer en el cargo, que ejerció durante dos años. Desde esa tribuna, Magis fue una firme defensora de la profesión y levantó la voz ante los abusos de muchas empresas y en nombre de la ética.

"Esta es una profesión vocacional, pero no se puede permitir la explotación a la que se somete a muchos periodistas”

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Magis Iglesias

Pero aún le quedaba a Magis mucho por hacer en el mundo de la comunicación. A la viguesa le ofrecieron en 2012 ser asesora de comunicación en la Oficina del Alto Comisionado del Gobierno para Marca España, una labor muy diferente a la que había realizado hasta ese momento. “Estar en el otro lado también fue apasionante; un cambio de enfoque, pero manteniendo los mismos principios de no mentir y nunca perder de vista el interés común”, reflexiona.

La voz de aquella niña contadora de historias sigue hoy muy activa. Imparte clases en escuelas de comunicación y universidades, participa en foros periodísticos, colabora en publicaciones y desarrolla su tesis, que versa sobre las primeras mujeres parlamentarias de la democracia. Magis conoce a fondo este tema. En 2019 publicó el libro “Fuimos nosotras”, donde reúne entrevistas con algunas de aquellas históricas políticas, un trabajo que ampliará próximamente.

Pero en este momento de su vida, Magis desea también tener tiempo. Para ella y para su familia, incluidos sus dos nietos. Ese preciado tesoro que tanto escaseó a lo largo de su vida profesional. “Mis hijos no quisieron seguirme en la locura del periodismo porque veían lo absorbente que es...”, comenta. Sin embargo, ambos estudiaron Ciencias de la Comunicación, en las ramas de la Publicidad y el Audiovisual. Imposible resistirse a una genética tan impetuosa como la de Magis Iglesias.

Las pioneras

Josefina Carabias, primera cronista parlamentaria española

Josefina Carabias nació en el seno de una familia de pequeños terratenientes y desde muy joven defendió la igualdad de las mujeres. Se licenció en Derecho en 1930, y debutó como periodista en la revista “Estampa”, que dirigía su primo..

Tras el estallido de la Guerra Civil, Josefina huyó a Francia con su marido, José Rico Godoy, donde realizó colaboraciones en revistas argentinas y mexicanas.

Acabada la guerra, su marido volvió a España y Josefina se quedó sola en Francia, donde dio a luz a su primera hija, Carmen Rico-Godoy. Mientras tanto, su marido fue detenido y condenado a doce años de prisión.

Hasta que ganó el premio Luca de Tena, en 1951, Carabias se vio obligada a escribir con el seudónimo de Carmen Moreno.

En 1954 le ofrecieron hacerse cargo de la corresponsalía de Washington, convirtiéndose en la primera corresponsal española.

josefina carabias

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