Hoy la cosa va de siglas. Comenzamos por el significado de BDSM:
Como veis, el BDSM no es una única práctica sexual, sino un grupo de varias que se pueden disfrutar juntas o por separado.
Bondage
Os confieso que es mi práctica favorita de todo el BDSM. Se trata de diversos juegos que parten de la inmovilización de una o varias partes del cuerpo. Lo mejor al empezar es evitar las cuerdas y usar las clásicas esposas, un fular, una corbata... Si ya tienes mucha experiencia puedes probar con el shibari, una práctica japonesa que literalmente significa “atadura tensa” y en la que podemos encontrar verdaderas obras de arte con cuerdas. El bondage se presta a muchas variables; eso sí, intentad evitar el cuello.
Dominación, disciplina y sumisión
La dominación consiste en un intercambio de poder en el que la parte sumisa acepta las órdenes y exigencias de la parte dominante. El dominante o la dómina hace cumplir las normas y aplica los castigos, que pueden ser de lo más variopinto: vendar los ojos, usar mordazas, obligar a permanecer en una postura... En cuanto a la disciplina, se trata de una especie de adiestramiento basado en unos hábitos que se aprenden a base de castigos.
Sadismo y masoquismo
Son prácticas sexuales en las que la excitación sexual viene cuando provocamos en otra persona algún tipo de violencia. Una clásica es dar unos azotes: la técnica para no dejar marcas es acariciar primero, masajear después y, a continuación, dar unos leves golpecitos hasta llegar a la palmada más intensa. El masoquismo es la otra cara del sadismo; o sea, masoquista sería quien recibe los azotes.
La clave para todas estas prácticas es que tienen que estar previamente acordadas por todas las partes, tanto las que mandan como las que obedecen. Las normas básicas e innegociables para este tipo de prácticas sexuales también tienen sus siglas, SSSC: Sano, Seguro, Sensato y Consensuado. Estar de acuerdo con la otra parte y tener confianza plena en ella es fundamental; no creo que sean prácticas recomendables para hacer con alguien que acabas de conocer. Una buena sesión suele tener una fase previa en la que se expone lo que cada uno está dispuesto a hacer, y un aftercare o cuidado posterior, en el que la parte dominante ayuda a la sumisa a recuperarse de las emociones de la sesión y se habla de la experiencia. Dentro del consenso se acuerdan las “palabras de seguridad”, necesarias para cuando una de las partes desea parar. Obviamente, dentro de estos juegos no sirven palabras como “para”, “no” o “me duele”: son más apropiadas palabras como “rojo”, “ballet” o “circo”, que no tienen nada que ver (en principio) con lo que se hace en la cama, son sonoras e inequívocas.
Según el manual de diagnóstico en el que se describen los trastornos mentales (un libro muy gordo que se llama DSM-5) existen una serie de trastornos llamados parafílicos en los que se incluyen la pedofilia, el voyerismo, el exhibicionismo, el frotteurismo y el fetichismo; el sadismo y el masoquismo forman parte de esta lista.
Personalmente, creo que no es justo que este manual catalogue, por ejemplo, el fetichismo como una conducta relacionada con un trastorno. Que a una persona le exciten los zapatos, la lencería o cualquier objeto que se te ocurra no tiene por qué ser un trastorno mental. A mí me excita mucho Brad Pitt y es objeto de mi deseo, pero no tiene por qué suponer un problema. El trastorno empezaría si solo puedo pensar en él las 24 horas del día o si dejo de comer, dormir, ir al trabajo o cuidar de mi familia por Brad Pitt. El límite está en la forma en que afecta a tu modo de vida y a tu salud. Por supuesto, si se pasan por alto las medidas de seguridad, se fuerza a alguien a hacer cosas que no quiere o se cometen agresiones físicas o psicológicas, eso ya no es BDSM: es abuso. Todo lo demás, y con el SSSC por delante, ¡es pura fantasía!
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