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La ciudad que habitaremos

Las urbes del futuro tendrán que responder a las necesidades reales de sus habitantes, quienes deben participar en su diseño, y ser un antídoto a los desequilibrios medioambinetales, económicos y sociales

Recreación de un ascensor que conectará el Berbés con el Barrio do Cura en Vigo

Sostenibles, ecológicas, integradoras, inteligentes y tecnológicas. Las ciudades del futuro deberán dar respuesta a las necesidades reales de sus habitantes teniendo en cuenta su opinión y siguiendo un proceso democratizador del urbanismo. Así lo recoge la Agenda 2030 para el desarrollo urbano y lo corroboran arquitectos, urbanistas y paisajistas gallegos consultados en este reportaje.

"Fantaseo con la ciudad del futuro como una medicina equilibrante”

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“Veo la ciudad del futuro como un antídoto a los desequilibrios que acechan a nuestro mundo. Sin ciudad, sin hogar, somos seres desvalidos, dejados al capricho de la intemperie, los azares económicos, la soledad, la incultura... Fantaseo con la ciudad del futuro como una medicina equilibrante”, manifiesta el arquitecto Salvador Fraga, con estudio en Vigo. Este técnico considera que el nuevo modelo urbano debe desterrar sus fallos actuales como las emisiones directas del CO2 al aire a través de chimeneas. calderas de gasóleo y tubos de escape. “Esto ya está en marcha con la aerotermia, el coche y la bicicleta o el patinete eléctrico, con el descrédito del sedentarismo y el aprecio del espacio público”, indica, a la vez que aboga por erradicar del interior de las viviendas la “torpeza energética” y apostar por el sol, la anexión del verde a las edificaciones, la protección solar pasiva y la pericia del aislamiento térmico.

Salvador Fraga, Ángel Romero y Faustino Mera, arquitectos paisajistas Marta G. Brea / J. Lores

Percepción sensorial

Percibimos a través de nuestros sentidos la ciudad que habitamos y así sabemos si es bella, ruidosa, cuáles son sus olores y cuáles sus sabores. De este modo, según explica el urbanista y arquitecto paisajista vigués Ángel Romero, decidimos si es una localidad en la que nos gusta vivir. Aun así, este técnico desarrolla los aspectos que debe cumplir una urbe del futuro. Ha de ser sostenible, consumir la misma energía que genera, lo cual exige reducir el consumo de agua, disminuir las emisiones de dióxido de carbono y residuos urbanos y aumentar el uso de energías renovables. Debe ser, además, ecológica. “En urbanismo la naturaleza debe apropiarse del protagonismo que merece. A gran escala, crear cinturones verdes y grandes parques urbanos que sirvan de pulmón a cada barrio o ciudad. A una escala menor, técnicas como la xerojardinería (planificar áreas verdes con un uso racional del agua), hidroponía (cultivar plantas sin usar tierra), plantaciones verticales y cubiertas verdes acercarán nuestras viviendas a la naturaleza”.

“Personas, edificios y vehículos conectados entre sí a través de datos y sensores reducirán gasto y ayudarán a mejorar la economía local y familiar”

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La aplicación de la inteligencia artificial a las urbes también podrá mejorar nuestro bienestar. “Personas, edificios y vehículos conectados entre sí a través de datos y sensores reducirán gasto y ayudarán a mejorar la economía local y familiar”, apunta Romero. Respecto a las tecnologías, indica que están cambiando radicalmente la forma en que vivimos, construimos y circulamos por las ciudades. Ejemplos de ello son la conducción autónoma, huertos urbanos en lo alto de edificios, sistemas de alumbrado económico o semáforos sensorizados.

Ascensor entre las calles Torrecedeira y Pi y Margal en Vigo

Ascensor entre las calles Torrecedeira y Pi y Margal en Vigo J. Lores

En el diseño de la ciudad del futuro se debería pensar más en las personas, tal y como señala la arquitecta Ana Couto, vocal del Colegio de Arquitectos de Galicia. Esta técnica añade a lo apuntado por sus colegas, la reducción de grandes desplazamientos y la función integradora de la ciudad, que elimine barreras físicas y sociales. Para realizar este cambio, cuyo proceso ya estaba en marcha pero se vera acelerado por las consecuencias de esta pandemia, Ana Couto propone revisar los planes generales existentes, muchos de ellos obsoletos y no adecuados a las necesidades de la sociedad actual, mejorar la calidad del espacio púbico y de relación de los ciudadanos, con el fin de mejorar la calidad de vida. La interconectividad en todo el territorio, no solo en las ciudades es otro de los aspectos a mejorar, haciendo hincapié en el rural.

Ana Couto y Plácido Lizancos FdV / C. pardellas

Urbanismo democrático

“El elemento clave para diseñar el modelo de ciudad de futuro pasa por cambiar el paradigma actual, centrado en la construcción de edificios e infraestructuras, y poner en el centro a la colectividad, a las personas, sus necesidades y sentimientos”, comenta Plácido Lizancos, director de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de A Coruña. Esta “democratización del urbanismo” significa empoderar a la ciudadanía y permitirle diseñar el modelo de ciudad en que quieren vivir. “Así las ciudades volverían a construirse con manos pequeñas, como se hacía tradicionalmente, cuando artesanos, grupos vecinales, comerciantes, jóvenes y mayores tomaban sus decisiones sobre cómo querían verse en el mundo”.

Lizancos propone arrebatar la tarea de diseñar el urbanismo a "grandes operadores financieros, constructores y líneas ideológicas transnacionales” que desprecian los efectos de sus decisiones sobre las comunidades locales. “En el marco legal actual, la ciudadanía tiene un papel meramente consultivo y solo puede hacer alegaciones a lo que se les expone públicamente. Probablemente técnicos y gobernantes piensen que el futuro de una ciudad es ampliar un aeropuerto o dotar de más carriles a una autopista, cuando a los habitantes les preocupa cómo van a vivir cuando envejezcan o cómo evitar que sus hijos emigren porque la ciudad no les ofrece perspectivas de futuro”, explica.

"Esta reforma tiene que ser estructural y sobrepasar el lapso de un mandato político”

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La adaptación del modelo de ciudad ideal a Galicia representa un reto que Lizancos aborda desde una perspectiva territorial autonómica. “Galicia es una gran ciudad con barrios localizados, distantes y especializados en diferentes aspectos. Ninguna de las urbes gallegas puede vivir sin las otras, de ahí que tengamos que resolver la existencia de áreas metropolitanas y poner a las ciudades a trabajar en conjunto. Esta reforma tiene que ser estructural y sobrepasar el lapso de un mandato político”.

La rehabilitación para recuperar zonas degradadas es el camino a seguir en las urbes gallegas, según Ana Couto, quien añade que el espacio público tendrá que mejorar su accesibilidad “teniendo en cuenta a todos los colectivos y, por supuesto, la perspectiva de género”, además del desarrollo económico para que la ciudad no fracase.

Para diseñar el futuro urbano se requiere, según Ángel Romero, una planificación rigurosa del territorio, disciplina en el planteamiento municipal y poner en manifiesto el deterioro del paisaje. “Arrastramos un desarrollo urbano consumista y caótico denominado feísmo”, un problema que sobrepasa lo estético y se extiende a la total ilegalidad de su construcción, desde lindes, alturas y volúmenes, que son heridas sin cicatrizar del tejido urbano”.

Ejemplos de ciudades gallegas en las que se han llevado actuaciones de éxito son Pontevedra y Santiago. La capital del Lérez, señalada como referencia mundial en sostenibilidad urbana, “pasó de ser un lugar embotellado a un espacio ágil, magnético para las personas”, señala Salvador Fraga. A ello contribuye su modelo de movilidad peatonal, según apunta Ana Couto, que “supone la reconquista de peatón sobre calles y la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero hasta tal punto que solo un 6% de los españoles respira un aire de tanta calidad”, dice Ángel Romero. Este técnico alude también a la eficiente gestión del agua en la ciudad y a la apuesta por el compostaje en origen como gestión de los residuos urbanos.

Peatones en la Porta do Sol de Vigo FdV

Modelos a seguir

A nivel internacional, Vancouver es ejemplo a seguir en ciudades como Vigo, según Salvador Fraga, por su idea metropolitana apoyada en el transporte de ría y porque armoniza construcción en altura y diseminada. Ana Couto también habla de esta ciudad canadiense que en su pacto con el medio ambiente se ha fijado los objetivos de convertirse en la urbe más verde del mundo en 2020 y funcionar solo con energía renovable en 2050. Pone a Milán como modelo en el desarrollo de nuevas áreas de uso residencial y terciario, con edificios en altura dotados de amplias terrazas y espacios verdes para el esparcimiento. Los países escandinavos son paradigma de sostenibilidad, destacando el uso de bicicletas (Copenhague cuenta con 400 kilómetros de carril bici y Estocolmo fue capital verde en 2010), y Estonia, de sociedad digital avanzada.

El paisajista Ángel Romero elige Singapur como icono de ciudad-jardín sostenible, donde la vegetación arranca en el suelo y el techo y se desarrolla en terrazas. Desde 2008 la construcción verde es obligatoria y los espacios verdes no han parado de crecer en la ciudad-estado más próspera de Asia, líderen eficiencia energética, símbolo de la modernidad y referente sanitario, económico y educacional. “Encontramos vigilancia absoluta, desde polución hasta el tráfico, por medio de drones, mapas 3D de consumo energético que simulan cómo debe organizarse, recolectarse y deshacerse de los residuos, hospitales robotizados, granjas y jardines verticales, taxis autónomos...”, describe Romero.

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