Guerra biológica: los enemigos de las especies invasoras

La fauna autóctona combate plagas como la avispa velutina, el cangrejo americano y la ostra japonesa, pero no logra contener su avance

Guerra biológica: los enemigos de las especies invasoras

Guerra biológica: los enemigos de las especies invasoras

Luis Mario ARCE

El abejero europeo, un ave rapaz migratoria que se alimenta principalmente de himenópteros (mucho más de avispas que de abejas, a pesar de su nombre), ha sido presentado recientemente como el arma biológica capaz de derrotar a la avispa velutina. Así lo defiende un estudio dirigido por Salvador Rebollo, profesor de Ecología en la Universidad de Alcalá de Henares. Su tesis se basa en el hallazgo de abundantes restos de "Vespa velutina" en los nidos de abejero estudiados en Galicia, donde el insecto invasor está muy extendido. No obstante, es preciso dimensionar esa predación: comprobar hasta qué punto la rapaz selecciona positivamente el avispón asiático como presa y determinar si esa presión podría contener la invasión.

Es poco probable que, incluso en el caso de que el abejero europeo deprede principalmente sobre la avispa velutina, sea capaz de frenar la expansión territorial y demográfica del himenóptero, ya que la población española de abejeros es de sólo 1.850 parejas (1.100 en la región cantábrica): un "ejército" demasiado escaso, superado abrumadoramente por las "fuerzas enemigas".

Ese desequilibrio es patente en otros pares de especies de la misma naturaleza y con la misma relación. Por ejemplo, la población asturiana de nutria paleártica ha experimentado un fuerte crecimiento en las últimas décadas, basado en parte en la disponibilidad casi ilimitada de cangrejo americano. Sin embargo, a pesar de esa intensa depredación, que también ejercen otros pescadores de pelo y pluma, el cangrejo no ha disminuido significativamente. Algo similar ocurre con la carpa y otros peces introducidos, en ríos y embalses de los que da buena cuenta el cormorán grande, que los prefiere frente a los salmónidos y otras especies autóctonas porque son de movimientos lentos, más fáciles de capturar. En este caso, tal vez sí exista cierta contención de los invasores.

La guerra biológica se manifiesta de forma más tenue entre la ostra japonesa y las estrellas de mar, que las devoran, y resulta anecdótica entre el galápago de Florida y la garza real, que podría cazar ocasionalmente ejemplares adultos del quelonio norteamericano.

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