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Memorias

"No subo montañas para conquistarlas, son ellas las que me conquistan a mí"

"Vive el momento, que lo demás es cuento" es una de mis máximas" y por eso ni me retiré jamás ni nunca le presté mucha atención a la edad para hacer lo que me gustaba"

En Cuba, donde vivió desde 1951 varios años. archivo familiar

En 1993, con 60 años, coronó el Everest dentro de una expedición británica, convirtiéndose en la persona de más edad en conquistar el techo del mundo. Este gallego nacido en 1993 no ha parado nunca de subir o de correr desde que en México conoció la montaña, tras formarse como luthier en Cuba. Venezuela fue su lugar de residencia desde 1970 hasta hoy mismo y en su biografía, ¨Diario de un alpinista a los 70¨ se relata la vida de un hombre apasionado por la esfera montañosa y sus viajes por la Antártida, África, Oceanía, Himalaya, Rusia.. Su prestigio como constructor de instrumentos muscales le ha permitido este itinerario aventurero, sostenido por una filosofía en la que hay una idea capital: la vida empieza en el mismo momento que estás vivendo.

"Hacer un resumen de mi vida, desde mi nacimiento, hasta la actualidad, cuando cuento con 85 años y después de haber vivido en cuatro países diferentes y haber viajado por otros muchos, durante años, y todo eso limitado a dos páginas, dos mil palabras, es complicado,obliga a modo telegráfico. Nací en 1933 en Xerdiz, Ourol, Lugo, una bella aldea, en un valle, cerca del río Landro, repleta de campos de sembradío y muchos árboles frutales, propios de Galicia. Todo cercado por amplios bosques de pinos, castaños, carballos y abedules. Cuando, eventualmente, he vuelto por allí, mi espíritu se virevifica. Éramos cinco hermanos. Entre todos nos llevábamos un promedio poco menos de dos años. Cuando mi padre enviudó, nos "repartió" entre sus hermanas, que tenían familias propias, pero que nos trataron como "propios", con mucho amor. Mi hermano y yo nos quedamos con los abuelos paternos. Tengo recuerdos muy lejanos de aquella época, pero, a pesar de no sentirlo directamente, notamos los efectos de la guerra civil. Años más tarde mi padre se volvió a casar y nos trasladamos a Viveiro. Tendría yo unos seis o siete años. Llegamos de noche, entrando por Landrove. Jamás me olvidaré del reflejo de las luces en el mar, en aquella marea llena que simulaba una enorme pradera".

"Chamádelle mama´". Mis hermanas vendrían más tarde. Recuerdo que mi padre nos dijo: "chamádelle mamá" Así fue hasta... "siempre". Con el tiempo razoné que mi padre se había casado con la típica madrastra de los cuentos de hadas. Aprendí a leer en una escuela cerca de Portochao (Xerdiz). Era (y es porque todavía existe, aunque luce abandonada) una de aquellas escuelas que habían hecho los emigrados a Sudamérica, por pueblos y aldeas de Galicia. Mi primera "escuela" en Viveiro, fue la de una maestra, de la que no recuerdo su nombre. Por fuera la nombraban como "maripifó" (así lo oía). Con el tiempo deduje que ese nombre se debía a que como era rubia, la comparaban con la actriz Mary Pickford, de aquella época o anterior. Pasé por otras "escuelas" que no eran "oficiales". Personas, supongo que con cierta cultura, o ex-maestros, abrían una "escuela" en algún lugar o en alguna casa particular. Así funcionaba, después de la Guerra Civil y durante la Segunda Mundial. Tengo un buen recuerdo de un "maestro", Alberto Cerrato Menéndez. Aprendí mucho de él. En mi familia, yo era el "designado", para estudiar una carrera "superior". Fue la carrera de Comercio. Nunca me preguntaron si esa era la que quería, aunque tampoco me preocupó. Para mí el caso era estudiar. Desde que aprendí a leer (siempre fui un ávido lector), cualquier libro que caía en mis manos se convertía en un deleite. Quizás fue eso lo que decidió a mi familia a que yo estudiara. Es curioso, en este momento en que esto le cuento, por primera vez, después de tantos años pienso que fui el único entre mis hermanos que "estudió". Me siento raro. El estudiar aquellas asignaturas "contables", no me llamaba la atención. Tenía envidia de los amigos que estudiaban en el bachillerato literatura, latín, griego, etc. Me atraían mucho más las letras que la contabilidad. Dos materias que sí me interesaron y empecé a estudiar fueron el inglés y francés".

"Un año antes de acabar mis estudios, a los 17, me llegó una carta de mi tío Antonio desde La Habana: me "reclamaba". Me fui a Cuba en el año 1951. Allí empecé a trabajar en la casa de Música "Antonio Blanco" (mi tío) ¡Qué cambio tan extraordinario! Música, músicos, instrumentos de toda clase, partituras y estudios. Al poco tiempo, conocía mejor que nadie el funcionamiento del negocio, sobre todo en lo referente a partituras y literatura musical. Todo marchaba normalmente bien. Al año de estar allí, ocurrió el golpe de estado de Batista. Seis años después, y tras una exitosa revolución, entró "triunfante" en La Habana el "salvador de la patria". Ya sabemos lo que eso significó, hasta la fecha. No me gustó lo que vi y me fui para México. Después de casi un año en el D.F., me mudé para San Martín Texmelucan, Puebla. En Cuba había aprendido a hacer guitarras, con mi tío Ángel, un tipo muy bohemio. Nos hicimos amigos y aprendí el arte de fabricar y restaurar como pasatiempo. En México decidí hacer guitarras, a pesar de que había infinidad de guitarreros; pero tenía clientes. Aquella actividad me daba independencia económica y de movimiento. El "movimiento", para mi manera de ser era? vital"

"Seguía cultivando mi mente y, un día, estudiando francés en la Alianza Francesa, vi un letrero: "Confía en tus manos". Era de la Escuela Nacional de Montaña de México. Fui, con cierto temor, pues eso de "colgarse" de las rocas... Tomé cursos de escalada en roca, espeleología deportiva, ríos subterráneos, etc. Me inicié en esta actividad, a la edad de 32 años, cuando la gran mayoría de montañeros son ya veteranos. Entre los que habíamos formado parte de esos cursos, tomamos el "mando" de la Patrulla 12 del Socorro Alpino de México, que estaba desierta. Varios años allí, y participando en rescates en la alta montaña, escalé las montañas más importantes de México: Popocateptl (5.452 m.) Citlaltepetl (Pico de Orizaba) (5.600 m) entre otros y varias veces. Mi vida social en México fue muy intensa. Regresé a España durante casi un año, con intención de retornar a México pero, de paso por Venezuela, por varios motivos decidí quedarme. Es mi hogar desde 1970 hasta la fecha. Me dediqué (y lo sigo haciendo) a la construcción de instrumentos de cuerdas: Guitarras, Cuatros, Mandolinas, Bandolas, etc. Algo importante como guitarrero fue que, prácticamente, todos los instrumentos de cuerdas (guitarras y familia) eran importados, sobre todo de España, así que me dediqué a la construcción y restauración de los mismos con apreciable éxito".

"Tras breves meses de acomodamiento, volví a reactivar mi interés por la montaña, que había iniciado en México. Un día que leía "El Universal", un periodista hablaba de la gente del Centro Excursionista Caracas y de las actividades que algunos de sus asociados habían llevado a cabo; llamó mi atención una excursión que se llamaba "del Pueblo al Pico". Esto es, desde el mar, en el pueblo de Naiguatá, hasta el Pico Naiguatá, (2.765 m.s.n.m), el más alto de la Cordillera de la Costa. Llamé por teléfono y, a partir de ese día, no me perdí ni una sola excursión los domingos hasta el año 1991? que me hice "himalayista" y tenía que repartir el tiempo de otra manera. Del El Ávila pasé a la Sierra Nevada de Mérida. Mi primer objetivo fue el Pico Bolívar (4.978 m) el más alto de Venezuela. Con otros amigos escalamos su cara norte, por su glaciar, hoy casi desaparecido. Fue la segunda vez que se escalaba esa "cara" desde la primera hacía muchos años. Escalé también otras montañas de la Sierra".

"Ya muy asiduo a esa zona montañosa de Venezuela serví de guía a unos amigos mexicanos y, casi sin quererlo, hablamos de una posible expedición al Aconcagua (6.980 m.), la montaña más alta de América. En el año 1975 partimos a una Argentina sumida en plena dictadura militar y en los años más duros de la represión. Éramos: Andrés Bolgojubskij, Hans Schawarzer, Wolfgan Müller y yo. Fue el año en el que conseguí subir al techo de América por primera vez (volví una segunda en 1982) Era lo máximo a lo que podía aspirar. Eso pensaba. Otro de mis "intereses", desde que llegué a Venezuela, fue la selva y el Salto Angel (Kerepakupay Vená que es como debiera llamarse). Desde mi "cultura infantil" sabía de esta maravilla de la naturaleza. En un avión DC3, de esos remanentes de la II guerra mundial y de los que algunos acabaron sus días en Venezuela, volé a Canaima. La llegada es uno de los espectáculos más majestuosos del planeta: cascadas de caudales infinitos cayendo sobre los meandros de un río en mitad de la selva, eso era Canaima. Ascendí por la pared del Salto en dos ocasiones; la primera en el año 1976 ( logrando la segunda internacional).y veinte años más tarde una vez más..Participé en expediciones a la selva, como miembro de la Fundación Terramar, colaborando con botánicos y otros científicos. En ocasiones para escalar tepuyes o para grabar documentales. Cada viaje era diferente".

"En una ocasión, leyendo una revista llamada Geomundo, vi que unos colombianos habían ido al Broad Peak (8.047 m), en Pakistán. Un tiempo antes de eso, estando en casa de una amiga chilena, me habló también de que unos chilenos habían ido al "Gasherbrum, una montaña de más 8000 m", en el Karakorum; no tenían más de treinta y pico años y yo ya tenía más de cincuenta y no estaba en esa onda. La verdad es que lo que empezó con una vaga idea, se convirtió en un verdadero interés, por lo que llamé a algunos amigos y les propuse reunirnos para hablar de la posibilidad de llevar una expedición a una montaña del Himalaya. Mi primer "ochomil" fue el Broad Peak, (8.047 m.), en Pakistán en 1991. Expedición Comercial, organizada por Himalayan Kingdoms (hoy Jagged Globe). Cuando regresamos del Broad Peak, Steve, el "líder" británico, tenía solicitado el permiso, para el Everest, para dentro de los dos próximos años. Yo pensaba que para mí el Everest (8.848 m.) era algo imposible, no por mi fuerza de voluntad o mis ganas, sino por el dinero ¡tanto dinero!? me harían falta cincuenta mil dólares, más otros gastos (en realidad fueron "algo" más), pero allá me fui, y subí, y la montaña me conquistó, porque yo soy de los que pienso que no subo montañas para conquistarlas, son ellas las que me conquistan a m".

"Al llegar a Galicia primero, y a Venezuela después, todo fueron eventos, actos, medallas, condecoraciones, etc. ¡Qué lejos quedaba todo aquello del espíritu de mis expediciones, de mis objetivos como montañero! Con la ascensión al Everest, lejos de lo que yo buscaba, batí un record: el hombre de mayor edad (con sesenta años por aquel entonces) en llegar a la cumbre de la montaña más alta de la tierra. Para mí, no tenía importancia ese "record", sino poder seguir haciendo lo que a uno le llena, le gusta y le mantiene vivo. Pero la vida sigue y yo sigo con ella, a cada momento, participando todavía a día de hoy en actividades montañeras y, sobre todo, la continuación de mi actividad deportiva en maratones y carreras de montaña. Y así seguiré, hasta... "Vive el momento que lo demás es cuento", es una de mis máximas".

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