SÁLVESE QUIEN PUEDA

Allons enfant de la patrie. Le jour de gloire est arrivé

Fernando Franco

Comienzo estas líneas al son de "La Marsellesa" y no es porque suene en mi equipo de sonido sino porque escribo en jueves y, en las calles del barrio viejo vigués donde habito, andan con los ensayos de la Festa da Reconquista que el domingo tendrá su día grande. Allons enfants de la Patrie. Le jour de gloire est arrivé. Me enciende La Marsellesa, me encantaría habérsela oído en directo a Edith Piaf o a Mirelle Mathieu. Los franceses tienen un himno que les une, como los americanos, alemanes o italianos pero los españoles tenemos otro que, al parecer, nos desune porque estamos divididos o enriquecidos, según se vea, por diversos himnos. Yo, cuando oigo La Marsellesa me siento, con perdón, francés porque la música y la letra lo merece. Pienso esto mientras me asomo al balcón y veo desfilar por la Plaza de la Constitución a decenas de vigueses que representarán a los soldados franceses pero, al tiempo, oigo a otro grupo numeroso que escenificará a los patriotas españoles ensayando en la Plaza de la Princesa. ¿Qué sería de nuestra memoria, de nuestra comunidad, sin vecinos que entregan su tiempo para crear los lazos de fraternidad necesarios?

Los ciudadanos en la viguesa Festa da Reconquista. // Marta G. Brea

La ciudad, todas las ciudades, deben estar agradecidas a los pocos que, entre quienes las habitan, proponen, se mueven, se reúnen para reivindicar algo, para conmemorar, para mantener viva en la calle la memoria de aquello que nos une. Loa y alabanza a todos estos ciudadanos que, con su sentido comunitario, vistiéndose de una cosa o de otra, celebrando el canto o la gesta, son un freno a la invasiva tendencia al individualismo, al miedo ya no al enemigo sino al semejante. Ellos son los que echándose a la calle van contra esa paradoja creciente de ser vecinos alejados, de los compartimentos estancos, de las vidas adosadas; los que van contra los que llevan encima el cartel "no molestar" o que han cambiado la sociabilidad "off line", el trato directo con los demás, por otra "on line" que se desarrolla dentro de casas convertidas en madrigueras por efecto de las nuevas tecnologías.

La "Festa da Reconquista", todas las fiestas, son también una coartada para sustituir el "chateo" en pantalla por otro chateo más viejo y humano en torno a la barra de un bar aunque sea cutre. El antiguo corazón de Vigo estará el domingo ocupado por eso que antaño se llamaban bodegones de puntapié, unas cien cantinas, tendejones ambulantes compuestos de cuatro tablas, tabernas de ocasión como las que siempre han jugado un papel en el estilo de vida de las clases populares, que utilizaron siempre el acto social de beber para expresar sus valores y creencias.Es la fraternidad, la unión y correspondencia entre personas, lo que generan los activistas vecinales. No importa que en esta fiesta, paradójicamente, se expulse al invasor galo que traía de Francia los valores de la República y entre ellos el de la fraternidad exigida por el ala democrática plebeya de la Revolución Francesa.Esa"canalla" que llamaba Marat, constituida por pequeños artesanos, asalariados urbanos, aprendices, jornaleros, criados, campesinos... que querían integrarse en la nueva sociedad civil que salía de la Revolución. ¡Ay, pero el nuevo orden napoléonico restauró un aparato de estado separado de la sociedad civil propio del Viejo Régimen y sus ejércitos al mando de un caudillo mesiánico quisieron imponer en Europa sus afanes imperialistas. Ahí se las vieron con ese viejo pueblo español capaz de defender las monarquías absolutas pero incapazde permitir que pisadas extranjeras hollaran su tierra. He ahí la Reconquista que celebramos.

El patriotismo es hoy un concepto puesto en duda y hasta considerado arcaico y peligroso por un nuevo orden de valores en el que impera la fragmentación cultural, las historias parciales. ¿Tendrían los españoles una reacción común si hoy en día fueran invadidos o aprovecharían al enemigo para escindirse entre ellos? ¿Defendería la patria el pueblo español levantado en armas, como quiso Robespierre de los franceses, o tendrían que defendernos los hermanos latinoamericanos contratados para nuestros ejércitos, que son los que más parecen creer en la patria española? Disquisiciones que hoy no vienen a cuento porque estamos ocupados en echar a los franceses.

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