Felipe Fernández-Armesto | Historiador y escritor

"El único objetivo para los EE. UU. es admitir la pluralidad"

"Mi padre era más que nada un escritor, que sabía emplear sus observaciones para construir mundos"

ANDRÉS MONTES

Ondiñas de santidad

Ondiñas de santidad

Felipe Fernández-Armesto.

En Felipe Fernández-Armesto (Londres, 1950)confluyen el historiador y el escritor. Este doctor en Historia por Oxford va más allá de esa seña distintiva de la tradición historiográfica anglosajona que consiste en apuntalar el conocimiento con una buena escritura . En sus libros el investigador minucioso aflora a través de una prosa diáfana y rica. Hijo del periodista Augusto Assía -nombre de guerra de otro Felipe Fernández Armesto- considera que la aparente distancia entre su trabajo y el de su padre se reduce a una mera diferencia de tiempos y fuentes. Fernández-Armesto -que fue profesor de la Universidad de Londres y ha impartido clases en Yale, Columbia y Cambridge- publica ahora "Nuestra América" (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores) o, como explica el subtítulo del libro, "Un historia hispana de Estados Unidos", en la que deja en evidencia la parte olvidada del pasado norteamericano. El historiador quiere deshacer mitos y aclarar lo que subyace bajo algunos conflictos estadounidenses muy actuales.

-Con su libro intenta un cambio de perspectiva en la historia de Estados Unidos que restablezca la importancia de su pasado hispano. ¿Puede explicarnos en qué consiste dicho cambio?

-Según la tradición historiográfica norteamericana, EE.UU. tuvo su origen en unas colonias británicas de la orilla atlántica del hemisferio, y su la narración de su historia consiste en una larga trayectoria expansionista hacia el oeste. La supuesta consecuencia es un país, protestante en religión y laico en política, angloparlante, y de carácter jurídico basado en el derecho común inglés. Resulta evidente, en el país plural que habitamos en realidad, que esta versión del pasado es mítica. No toma en cuenta los indígenas, ni los negros, ni todas las comunidades inmigrantes que llegaron luego. En ciertos aspectos - por su peso demográfico y su presencia en el territorio de lo que hoy son los EE.UU. - la omisión clave es la de la gente hispana. Por tanto, empiezo mi historia del país en el sur, en el caribe y en la frontera mejicana, en lugar de las colonias relativamente tardías de Nueva Inglaterra, y sigo hacia el norte, en lugar de mantener el sentido tradicional del este al oeste.

- ¿Qué factores provocaron el olvido de esa época temprana de la historia estadounidenses?

-No hablo de factores, porque la salida hubiera podido ser distinta, sino de condiciones e influencias. La historia se escribe por los victores, y en el los conflictos del XIX - en las guerras de los años 30 y 40 y 90 - los anglos vencieron a los hispanos. El motivo más fundamental es demográfico. En ese mismo siglo faltaba gente en Méjico, y sobraba gente en los Estados Unidos. No hubo más remedio que admitir la inmigración -"ilegal" en gran parte - de angloparlantes en territorio mejicano, lo que dio lugar a que más de la mitad del territorio mejicano pasase a formar parte del estado estadounidense.

-¿Por qué considera irracional la advertencia de Samuel Huntington sobre el peligro que supone para la identidad estadounidense la oleada de inmigrantes hispanos?

-El hispano no es, en términos generales, un inmigrante en los EE.UU., sino que en algunos casos es el descendiente de personas ya establecidas en el territorio del país antes de que llegaran los anglos, o en otros está recuperando tierras que pertenecían a sus antepasados. Las tradiciones de raíz hispana, tales como el catolicismo y el uso de español y de otros idiomas peninsulares, han estado presentes desde alrededor de un siglo antes de que llegaran el inglés y el protestantismo. Desde luego, el único futuro sostenible para los EE.UU. consiste en reconocer el pluralismo, abrazar a los hispanos, y colaborar con los países vecinos latinos (y con Canadá, que incluye otro país latino que es el Québec), que siguen tienendo recursos naturales que explotar, mientras que EE.UU. va agotando los suyos. Así que el único peligro consiste en no ajustar los mitos tradicionales a las realidades históricas y actuales.

- ¿Cree que ese tipo de supuestos están en la base de la controvertida política migratoria de EEUU?

-Sí. El que piensa que la cultura estadounidense es necesariamente y exclusivamente anglosajona, sufre inquietudes profundas frente al pluralismo. Casi se trata de una ley histórica: cuando una minoría viene a percibirse como culturalmente influyente, se empieza una reacción nacionalista.

-En su libro desmonta algunas ideas ampliamente aceptadas. Para empezar rebaja la importancia de los tres factores (armas, gérmenes y acero) a los que Jared Diamond atribuye la supremacía de los conquistadores frente a los nativos americanos. ¿Cuáles eran entonces las ventajas de los recién llegados?

-Resulta que los conquistadores españoles no disponían de tecnologías eficaces - la pólvora se gastaba y se mojaba, los caballos eran pocos, el acero no contó sino por poca cosa frente a armas indígenas-. Las explicaciones autocongratulatorias, de que los españoles eran superiores en términos morales o intelectuales, son puro racismo, ni más ni menos. Apuesto por lo que yo llamo "el efecto extranjero". Existen culturas - muchas de ellas propias de gentes indígenas del Nuevo Mundo - que abrazan y aun defieren al que viene desde lejos, con la aura del horizonte divino, con la objetividad del árbitro útil, con lo atractivo del exotismo. Los indígenas, cuando aceptaron a los españoles como maridos, como hombres santos, o como árbitros y aliados, lo hicieron por su propia voluntad, y no por la necesidad de someterse a gigantes insuperables.

-También niega que exista la ética protestante del trabajo. ¿Eso no echa por tierra demasiadas explicaciones sobre por qué unos países progresan mientras otros se quedan atrás?

-No. Hay que rechazar las falsedades, por pocas o muchas que sean. No consta prueba ninguna de que un protestante trabaje más por ser protestante que un católico por ser católico. Inglaterra vino a ser el primer país industrial a pesar de ser, hasta cierto punto, protestante; Bélgica vino a ser el segundo a pesar de ser católico. Apuesto por una ética católica del trabajo, basada en el lema de S. Benedicto de "Laborare est orare" o en el de S. Ignacio Loyola: "Enséñame, Señor, a trabajar sin pedir descanso, a laborar sin buscar recompensa."

-Usted remata su libro con la afirmación de que "EEUU es y tiene que ser un país latinoamericano". ¿No teme que lo tomen por un provocador?

-Espero que sí. Mi vocación es de provocar. Así se inicia diálogo y se acerca hacia la verdad.

-Por volver sobre alguno de sus trabajos anteriores más conocidos. A la vista de su "Historia de la comida" ¿podemos decir que cocinar hizo al hombre?

-No. Tal vez podemos decir que el canibalismo hizo el hombre en el sentido de que el canibalismo habitual, social, es un rasgo universal de las sociedades humanas: debajo de las piedras de toda civilización encontramos los huesos de festines caníbales. Y somos casi los únicos primates -los chimpancés también en circunstancias muy especiales - que actuamos así. La cocina a fuego vivo, empero, convirtió nuestros antecesores en seres sociales, reuniéndolos alrededor del hogar común en lugar de comer separados.

-Acaban de publicarse en un solo libro ("Cuando yunque, yunque. Cuando martillo, martillo") las crónicas de su padre desde el Londres masacrado en la II Guerra Mundial. ¿Podemos considerarlo una muestra de cómo el buen periodismo sobrevive a su tiempo?

-Supongo que el interés que sigue manteniéndose en las crónicas de mi padre se debe en parte a su valor de documentos históricos, y en parte al hecho de que él, como otros grandes periodistas de la época, era más que nada un escritor, que sabía escribir bien y emplear sus observaciones para construir mundos enteros y evocar la condición humana.

-¿El hijo del gran periodista necesitaba una visión más amplia de la que se evapora con el día y por eso se convirtió en historiador?

-No. Cuando me toca, hago periodismo también, sin reconocer ninguna diferencia. Escribo todo a base de entrevistas con los muertos, quienes me hablan a través de las fuentes que nos han dejado, mis contemporáneos a través de conversaciones o cartas.

-¿Qué pensaría su padre de la compleja situación en la que se encuentra el periodismo?

-Nadie supo nunca lo que pensaba mi padre, que era de esos gallegos a quienes no se conoce, no se penetra fácilmente. Sus trabajos y conversaciones siempre tenían matices irónicos y sugestivos. Pero supongo que se ajustaría a las condiciones que fuesen. Sus famosas "cartas abiertas", al fin y al cabo, se parecían a los blogs actuales.

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