Todos los padres aspiran a que sus hijos alcancen la máxima autonomía personal y habilidades necesarias para desenvolverse en el día a día. Por ello, cuando surgen alteraciones en el desarrollo o el aprendizaje escolar, se hace necesario buscar ayuda profesional de terapeutas ocupacionales, logopedas, fisioterapeutas o expertos en atención temprana.

“El juego es nuestra herramienta de trabajo y las familias nuestra principal preocupación. Por ello, incidimos sobre las necesidades principales de la familia, que es quien establece los objetivos y metas a alcanzar”, explica Pilar Blázquez, directora de dos centros multidisciplinares de Vigo y A Guarda especializados en desarrollo infantil.

Colaborando transversalmente con profesionales médicos, profesores y otros centros terapéuticos, tratan a niños de 0 a 17 años con problemas de aprendizaje de lectoescritura y de déficit de atención e hiperactividad, así como a pequeños con trastornos del espectro autista, parálisis cerebral o enfermedades neuromusculares, entre otras alteraciones.

Integración sensorial

El centro dirigido por Blázquez es el primero que ha aplicado en Galicia la terapia ocupacional bajo el enfoque de la Integración Sensorial de Jean Ayres, con profesionales formados en EE UU.

El terapeuta ocupacional en pediatría facilita la adquisición y desarrollo en el desempeño de las actividades de la vida diaria, aprendizaje escolar y juego, que son las áreas de ocupación más significativas para el niño, con el fin de lograr la máxima autonomía y participación social.

Tras evaluar las habilidades y destrezas motrices, establecen un plan de tratamiento para intervenir en la mejora y desarrollo, entre otros, de la coordinación general, el equilibrio, el aumento del tono y fuerza y la adquisición de destrezas motrices gruesas y fina.

Mediante el enfoque de Integración Sensorial, se ayuda al niño a desarrollar sus destrezas, mejorar su aprendizaje y aumentar su autoestima, de acuerdo con sus características y sus necesidades, en un entorno enriquecedor, en el que la experiencia sensorial es la clave de la intervención.

“Una disfunción de la integración sensorial -señala Soto- implica una dificultad para procesar u organizar el flujo de información sensorial que procede de nuestro cuerpo y del mundo que nos rodea. Cuando la información llega de manera distorsionada o confusa, se está predispuesto a tener dificultades para prestar atención, adquirir aprendizajes, planificar y desarrollar tareas de manera efectiva. Por esta razón, el niño con déficit de integración sensorial suele frustrarse fácilmente ante los desafíos en tareas simples o cuando se relaciona con otras personas o niños”.

La metodología del centro se basa en la aplicación de enfoques terapéuticos con base científica, para lo cual cuentan con un equipo de profesionales altamente cualificados y en continua formación.

En el caso de las logopedas, son las encargadas de la prevención, evaluación y tratamiento de las alteraciones de la comunicación, mientras que el servicio de fisioterapia está especializado en el asesoramiento y tratamiento de niños con un retraso general en su desarrollo, desórdenes de movimiento y/o patologías asociadas, centrando el empleo de medios físicos para abordar los trastornos sensitivo-motores que afectan a la vida diaria de los niños.

En el campo de la atención temprana, el equipo realiza una intervención directa en niños de 0 a 6 años con algún trastorno del desarrollo o que tienen riesgo de padecerlo. Estas intervenciones, que deben considerar la globalidad del menor, han de ser planificadas por un equipo interdisciplinar.

“Basándonos en el modelo de atención temprana en Estados Unidos, ofrecemos la posibilidad de realizar la intervención en los contextos naturales del niño (escuela, hogar) para generalizar los aprendizajes y potenciar la implicación de la familia y profesionales de la educación, aunando esfuerzos para lograr su máximo desarrollo”, afirma Soto.

Todos estos tratamientos se llevan a cabo de forma individual, aunque hay otro tipo de programas que se desarrollan en grupo, como la estimulación para bebés o los enfocadas a las habilidades sociales. “En este último caso, se trabajan las interacciones personales entre los miembros del grupo, aprendiendo a manejarse a nivel comunitario, a empatizar, a decir no, etc”, apunta la directora del centro.