Una educación en la que prime el cariño es imprescindible para el desarrollo integral y armónico de los niños desde su más tierna infancia. Es, pues, fundamental, elegir un centro de educación infantil que se convierta en una extensión del espacio seguro y amoroso que constituye la familia.

Otros aspectos que hay que tener en cuenta son el desarrollo psicomotor, el aprendizaje de idiomas o el fomento de hábitos saludables, siempre promovidos desde un punto de vista lúdico. “Lo que queremos es que nuestros niños sean super felices”, afirma Muchi Soto, directora pedagógica de una escuela infantil viguesa.

En el centro trabajan la psicomotricidad a todos los niveles desde los 0 años. “Se trabaja el cuerpo en todos los ámbitos desde la etapa de suelo, primero con el arrastrado y luego el gateo. Es importante que conozcan perfectamente ese espacio para, en el momento en que se pongan de pie, evitar caídas”, apunta Soto.

La escuela cuenta con un aula específica donde los niños hacen todo tipo de ejercicios que les permitirán alcanzar la armonía entre cuerpo y mente. También dispone de un programa de inglés desde las edades más tempranas. “La ‘teacher’ les canta, los cambia, los mece... en inglés. De esta forma, se empieza a trabajar el oído desde los primeros meses de vida, momento en el que el cerebro tiene una plasticidad muy grande”, señala la directora pedagógica.

Inmersos en el idioma, a medida que van creciendo van utilizando otras técnicas de aprendizaje como las ‘cards’ (tarjetas) con imágenes o el método ‘jolly phonics’, basado en la enseñanza de la alfabetización fonética sintética.

La sensibilización musical es otra de las disciplinas importantes en el desarrollo de los niños y su aplicación debe ser transversal, convirtiéndose en una herramienta más del trabajo psicomotor o del aprendizaje de idiomas a través de canciones, escenificaciones de cuentos o instrumentos musicales acordes a las edades de los pequeños.

Otro elemento vertebrador del cuidado y educación de los alumnos es el fomento de hábitos saludables y una buena alimentación. “Hemos estrenado cocina, donde se preparan a diario las comidas, utilizando alimentos frescos y siempre adaptando los platos a las pautas de los pediatras”, explica Soto.

Se trata de una comida ‘a la carta’ diseñada por una nutricionista, que va introduciendo la carne, el pescado y las distintas frutas y verduras de acuerdo con el desarrollo de los niños y para que experimenten con sabores y texturas.

Tanto en este como en el resto de aspectos educativos, la colaboración con las familias ha de ser total. “No entendemos el funcionamiento de un centro si no estamos totalmente coordinados con los padres. De nada nos vale, por ejemplo, empezar con el control de esfínteres si ellos no colaboran. Somos como una gran familia, lo que nos parece importantísimo para los niños”, apostilla la directora pedagógica.