España se reencontró con la peor de sus imágenes en un Mundial empujada al fracaso a las primeras de cambio y renunciando al estilo que le condujo al éxito, con retoques de Vicente del Bosque que no dieron sus frutos ante Chile en la segunda derrota que provoca la eliminación de Brasil 2014.

La selección española perdió en Brasil lo que tanto tiempo costó adquirir, saber competir. Ante Holanda se convirtió en un juguete en manos del rival en una segunda parte en la que no supo reaccionar ante la adversidad y acabó vapuleada. Frente a Chile, con la moral tocada, intentó levantarse ante la adversidad pero su intento acabó en un partido en el que perdió sus señas de identidad.

Vicente del Bosque renunció a un hombre de centro del campo para jugar con Pedro Rodríguez pegado a la banda derecha. Entregó el mando a Xabi Alonso con la idea de mezclar el juego en corto con el largo, dar mayor velocidad, sin saber que por el camino lo que era un retoque al estilo acabó siendo una estocada de muerte.

El miedo al fracaso estuvo presente en España desde el inicio del partido en Maracaná, escenario donde como ocurrió en la final de la Copa Confederaciones se comenzó a perder en la grada. La mayoría de aficionados chilenos que emocionaron cantando el himno con el corazón antes de que sus jugadores iniciasen una exhibición física para derribar al campeón.

A España ya la conocen de memoria. El fútbol con el que conquistó Europa en dos ocasiones consecutivas y ganó su primer Mundial hace cuatro años, encuentra problemas cuando los rivales le plantan una defensa de cinco y achican espacios. El toque se convierte en intrascendente y hoy lo marcó la imprecisión. No hubo soluciones.

En la primera parte se desvanecieron las opciones de resurrección. Víctima de nuevo de errores defensivos, con Jordi Alba descuidando su espalda, Sergio Ramos saliendo al achique y una defensa que no permutó para evitar el tanto a placer de Vargas. Repitiendo también la inseguridad en la portería con Iker Casillas despejando en vez de blocar una falta de Alexis para provocar el tanto que convertía en un imposible la reacción.

España siempre llegó tarde a la disputa del balón. El hambre de éxito lo tenía Chile que sentía la posibilidad de derrumbar al campeón, empujarle a la defensa más deshonrosa de la corona mundial. Los nervios marcaron el partido y nada de lo que intentó Del Bosque tuvo el premio deseado.

En dos partidos un gol y de penalti. El nueve por el que apostó no funcionó. La entrada de Diego Costa modificaba el estilo y debía hacer un curso acelerado para entrar en el juego asociativo que ha marcado el éxito de la Roja en los seis últimos años.

Se desangró por su defensa y eso que hoy hubo más actitud defensiva del bloque. No evitó la fragilidad. La sensación de pánico cada vez que el rival pisó área. Siete goles en contra en dos partidos, cuando el Mundial lo ganó recibiendo dos y la última Eurocopa tan sólo uno. Son factores que explican el fracaso de un grupo de jugadores que cierra un ciclo, pero a los que se debe estar eternamente agradecido tras cambiar la historia del fútbol español con seis años de gloria.