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Confrontación de modelos y liderazgos

Sánchez redobla la batalla cultural contra PP y Vox y lleva la estrategia de las generales a los territorios

A los presidentes populares se les acusa de ceder a la agenda de la ultraderecha en la privatización de los servicios públicos, pero también en materia de inmigración, memoria democrática o aborto

Los ministros de Transformación Digital, Óscar López; Sanidad, Mónica García; Educación y portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, y Ciencia, Diana Morant, durante una rueda de prensa tras el último Consejo de Ministros.

Los ministros de Transformación Digital, Óscar López; Sanidad, Mónica García; Educación y portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, y Ciencia, Diana Morant, durante una rueda de prensa tras el último Consejo de Ministros. / Alberto Ortega / Europa Press

Madrid

Moncloa viró esta semana toda su maquinaria de choque hacia los territorios gobernados por el PP. El lunes arrancó llevando a las comunidades autónomas la contraofensiva para garantizar el derecho al aborto, con un requerimiento de Pedro Sánchez en el que le daba un plazo de tres meses a los presidentes que tienen pendiente de crear un registro de médicos objetores, como mandata la ley. Al día siguiente se extendió la batalla al Consejo de Ministros, con el foco puesto en medidas para proteger los servicios públicos frente a su supuesto desmantelamiento en los territorios gobernados por el PP. El remate lo puso el presidente del Gobierno el pasado jueves al confrontar directamente con Isabel Díaz Ayuso y amenazarla con llevar al Tribunal Constitucional su rechazo a crear el registro de objetores.

“Esta era la libertad que prometía Ayuso. Volver a los viajes clandestinos a Londres. Al clasismo y al señalamiento. Volver 50 años atrás”, replicó el jefe del Ejecutivo a través de la red social X. Un enfrentamiento directo de replica política poco habitual en su cuenta de X fuera de periodo electoral. El relato de la última campaña electoral de Sánchez contra PP y Vox, dirigido ahora al epicentro del núcleo duro de Génova y de su poder territorial.

La imagen más elocuente de esta estrategia fue la del Consejo de Ministros del pasado martes. Tres ministros del PSOE que serán candidatos en las elecciones autonómicas (Pilar Alegría, en Aragón, Óscar López, en Madrid, y Diana Morant en la Comunitat Valenciana), además de la líder de Más Madrid (la ministra de Sanidad Mónica García), fueron los encargados de ofrecer la rueda de prensa posterior saliendo en tromba contra la privatización sanitaria o educativa. Una batalla ideológica que lleva la estrategia seguida en las generales a los territorios, con al menos comicios en Andalucía y Castilla y León, el horizonte del primer semestre de 2026. En Extremadura o Aragón se amenaza con adelanto si no logran sacar adelante presupuestos.

“Empieza a resonar aquí en Madrid lo que pasa con la Administración de Trump”, denunciaba Morant respecto a la “estocada” de Ayuso a las universidades públicas. La también líder del PSPV-PSOE aprovechaba asimismo para poner en valor una subvención aprobada en el Consejo de Ministros para la Acadèmia Valenciana de la Llengua con el objetivo de defender el idioma “frente a la asfixia y los recortes por parte de su gobierno competente, que es el valenciano”. López recordaba por su parte los recursos al Constitucional por sus incumplimientos en la ley de memoria democrática o respecto a los derechos LGTBI, mientras que la titular de Sanidad ponía en el foco en que las comunidades Madrid y Andalucía suman la mitad de los abortos realizados en España y menos del 1% de ellos en la sanidad pública.

En Moncloa hablan de casualidad para explicar esta foto y su contenido, pero en Ferraz se viene reconociendo que el choque con Ayuso se explica por su liderazgo al “llevar la voz cantante” del partido. “Para confrontar con el PP hay que confrontar con ella”, explican sin dejar de reconocer el sándwich a Alberto Núñez Feijóo entre Sánchez y Ayuso.

La intención de minar el liderazgo del líder del PP, sobre quien en Ferraz ponen en cuarentena siempre que puedan la posibilidad de que vuelva a repetir como candidato, se hizo evidente con el irónico “ánimo, Alberto”, que le dedicó el presidente del Gobierno en la sesión de control del pasado miércoles en el Congreso como colofón al aplauso de su bancada. Desde redes sociales, el PSOE, cargos del partido y ministros convirtieron esta punzada en lema para incidir en que a Feijóo se le estaría poniendo “cara de Pablo Casado”. A Feijóo “no le dejan sacar la cabeza”, reiteran desde la cúpula socialista sin dejar de apuntar tampoco a su estancamiento en las encuestas.

“La agenda ultra”

A los populares se les acusa de ceder a la agenda de la ultraderecha en la privatización de los servicios públicos, pero también en materia de inmigración, memoria democrática o derechos LGTBI. El choque con las comunidades se extiende a otros asuntos como la vivienda, por las competencias y su rechazo a aplicar la ley del ramo para intervenir los alquileres, o la financiación, con los “regalos fiscales” y la quita de la deuda que rechazan las comunidades del PP como uno de los principales caballos de batalla.

La confrontación de modelos y programadas, con actores como Ayuso en la diana política del Gobierno, busca movilizar a la izquierda cuando Sánchez adopta cada vez más un modo de precampaña. Su agenda se ha plagado en los últimos días de inauguraciones de obras o promociones de viviendas, desde Vitoria a localidades extremeñas esta misma semana, así como de anuncios de medidas sectoriales efectistas o intentando capitalizar banderas en competencia con el espacio a su izquierda.

Tanto Sánchez, tras confirmar su intención de volver a ser el candidato del PSOE, como Ferraz, con los candidatos autonómicos oficializados desde hace meses, están preparados para ante un horizonte de citas con las urnas. Desde Moncloa se redobla la batalla cultural con el poder territorial del PP en la diana. En Génova, se reacciona acusando a Sánchez de “reabrir debates del pasado para ocultar los problemas del presente” o, como concluía Feijóo en una carta abierta respecto a la polémica del aborto, de aferrarse a los conflictos y convertir a las mujeres “en su último salvavidas político”.

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