Junts aísla la mesa de negociación en Suiza de la posible ruptura con el PSOE en el Congreso
La del miércoles era la primera prueba del algodón en el Congreso de los Diputados y, a pesar de que algunas de las medidas en juego tenían un fuerte carácter social -como la revalorización de las pensiones o las bonificaciones al transporte público-, Junts optó por tumbarlas

Carles Puigdemont. / EFE
Carlota Camps
La cuerda se ha tensado, pero, de momento, no ha llegado a romperse. Junts quiso dar un toque de atención al PSOE y demostrar que las amenazas de ruptura lanzadas por su líder, Carles Puigdemont, no eran un farol. La del miércoles era la primera prueba del algodón en el Congreso de los Diputados y, a pesar de que algunas de las medidas en juego tenían un fuerte carácter social -como la revalorización de las pensiones o las bonificaciones al transporte público-, Junts optó por tumbarlas. Sin embargo, los posconvergentes no se han levantado de la mesa de negociación con los socialistas en Suiza y siguen cerrando la puerta a una moción de censura con el PP. Una muestra de que la partida continúa.
El expresident de la Generalitat prometió no dar sus votos "a cambio de nada" ante la investidura de Pedro Sánchez como jefe del Gobierno y desde entonces ha intentado instalar el relato de que Junts no forma parte de "ningún bloque" y que negocia "pieza a pieza". Dar un 'sí' a pies juntillas al PSOE, sin avances en alguno de los puntos que los posconvergentes señalan como incumplimientos, no era una opción para Puigdemont. Además, Junts ya se ha quejado en más de una ocasión de su incomodidad con los decretos ómnibus, que incluyen una amplia diversidad de medidas.
"Lo que molesta a Junts es su trilerismo, su mentira, su gandulería, su prepotencia, su chantaje y sus incumplimientos. Esta piratería suya, ni la compartimos, ni la votamos", espetó la portavoz del partido en el Congreso, Míriam Nogueras, para justificar su rechazo al macro decreto de mediadas sociales. El rechazo fue avalado por unanimidad en la reunión de la dirección permanente que se celebró el martes por la noche, aunque en la ejecutiva del partido -un espacio más amplio- no todos entienden ni comparten la decisión. "Es un tiro al pie, nadie lo va a entender", lamenta uno de los miembros consultados por EL PERIÓDICO.
No es la primera vez que los posconvergentes censuran el método de negociación del PSOE. Otro ejemplo de ello fue la votación de la senda de estabilidad. En julio, los siete diputados de Junts tumbaron la propuesta porque no se había negociado previamente y estuvieron a punto de dinamitarla de nuevo en septiembre. El Gobierno había presentado el mismo texto y tuvo que acabar retirándolo de la votación porque sabía que la derrota estaba asegurada. También la ley de amnistía se retrasó unos meses porque Junts decidió plantarse, e incluso antes, se había demorado el pacto para la investidura de Sánchez por los mismos motivos.
La negociación en Suiza
La baraja tampoco se ha roto ahora. Pero, para evitar que la ruptura en el Congreso (que no en Suiza) se consume, y que las derrotas parlamentarias del Gobierno se vayan sucediendo, los posconvergentes reclaman avances en los pactos pendientes. A Junts no le interesa desbaratar la mesa de negociación en el extranjero, ya que es el mayor triunfo que actualmente puede vender a sus electores. Y es que no deja de ser un reconocimiento de que existe un conflicto político -asiste un mediador internacional- y del propio Puigdemont como un interlocutor válido. Pero es insuficiente: "Tiene que haber hechos, les emplazamos a cumplir los acuerdos", rematan desde la dirección de Junts, que recuerdan que hay tres alianzas por consumar.
La primera es el traspaso de las competencias en inmigración a Catalunya. Junts y el PSOE llegaron a este acuerdo hace un año, justamente como contraprestación a otro macro decreto con las mismas medidas que ahora se han suprimido. Sin embargo, la ley que debería permitir la delegación sigue encallada en el control de las fronteras y en la resolución de expedientes como los NIE o los permisos de trabajo.
El segundo incumplimiento es la oficialidad del catalán en la Unión Europea. Aquí los de Puigdemont reclaman la implicación directa de Sánchez en las negociaciones diplomáticas con los 27 países. Y, finalmente, la aplicación de la "amnistía política". Este tercer punto podría concretarse en una reunión entre el presidente del Gobierno y Puigdemont, aunque el posconvergente asegura que no tendría valor sin avances en el resto de acuerdos por cumplir. Al margen de la actuación del poder judicial con la aplicación de la amnistía, en Junts exigen a los socialistas que traten a su líder desde su condición de expresident de la Generalitat y no "como un delincuente". Esto también pasa por autorizar servicio de escolta, que depende del ministerio del Interior y que Puigdemont lleva años reclamando.
Justamente, una de las quejas más recurrentes de Junts es contra el encargado de esta cartera, Fernando Grande Marlaska. El secretario general del partido, Jordi Turull, llegó incluso a pedir su destitución esta semana: "Si el señor Marlaska no asume el traspaso de inmigración, se le tiene que cesar".
Además, en Junts denuncian que los socialistas hacen dos discursos, uno dentro del Estado y otro en el país helvético. "No puede ser que en Suiza haya un relato y en el Estado y en Catalunya haya otro. No puede ser que nos veamos en Suiza para resolver el conflicto político, y el PSOE y el PSC digan que no hay conflicto. El PSOE tiene que escoger", remató Turull.
Una de las principales explicaciones de esta disparidad de discursos, según Junts, son los interlocutores. El principal contacto de Turull en el PSOE es su secretario de organización, Santos Cerdán, pero a pesar de la buena relación entre los dos dirigentes forjada durante un año y medio de relaciones, Junts reclama un interlocutor de más rango para que los acuerdos en Suiza tengan influencia en la Moncloa y no acabe todo como el juego del teléfono. Los posconvergentes, por contra, desconfían del ministro de la Presidencia, Félix Bolaños. Que justamente fuera un decreto de su ministerio el que sufrió la derrota parlamentaria tampoco es casual. El PSOE y Junts andan a la greña en el Congreso, pero Suiza sigue siendo un oasis a preservar.
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