“Ahora sí importa Galicia”. Con esta contundencia, un alto cargo del PSdeG defendía hace días el interés de la calle Ferraz, sede del PSOE, en lo que suceda en la comunidad gallega, a diferencia de cierta desidia tradicional hacia este córner atlántico, bastión de un PP que desde 2009 suma cuatro mayorías absolutas. Por primera vez desde entonces, no será candidato popular Alberto Núñez Feijóo, que dejó su puesto para liderar el PP estatal. Tras la investidura de Pedro Sánchez la semana pasada, los socialistas quieren asestarle lo que creen que podría ser el golpe de gracia al de Os Peares: desalojar a su partido de San Caetano.
Sin embargo, no se preveía que esas ganas se tradujeses en más caras gallegas en el Consejo de Ministros, donde hasta ahora compartían sillas Nadia Calviño y José Miñones, por parte socialista, y Yolanda Díaz, ahora líder de Sumar. Las quinielas no apuntaban a nuevas incorporaciones y en el PSOE se daba por hecho la salida de Miñones, pues su cartera de Sanidad irá a manos de Mónica García como cuota de Sumar.
Yolanda Díaz mantendrá la cartera de Trabajo y una vicepresidencia, mientras Calviño seguirá al frente de Economía y de otra vicepresidencia, pero esta última, un valor no solo interno sino de cara a las instituciones europeas, seguirá poco tiempo en Madrid. Aspira a presidir el Banco Europeo de Inversiones, una designación que se votará el 8 de diciembre y para la que España cuenta con muchos apoyos. Su previsible elección la obligaría a partir rumbo a Luxemburgo y forzar una remodelación del Ejecutivo.
¿Cómo casa el interés del PSOE en Galicia con no nombrar ministros gallegos si habitualmente se utiliza su visibilidad como factor de empuje en las encuestas? Pues porque el PSOE está interesado en volcarse en la comunidad mediante inversiones y anuncios y pretende que no sea un ministro quien las capitalice, sino José Ramón Gómez Besteiro, elegido candidato hace un mes sin necesidad de primarias, según apuntan fuentes socialistas.
El lucense ya fue impulsado desde Moncloa en marzo cuando, tras ser exonerado de las causas judiciales que lo obligaron hace siete años a dejar la política, fue nombrado delegado del Gobierno –puesto que dejó Miñones para ser ministro–, si bien solo aguantó tres meses en el puesto.
El batacazo electoral del PSOE en las municipales y autonómicas de mayo obligó a Pedro Sánchez a tirar de audacia y adelantar las elecciones generales. Ante la posibilidad de perder la Moncloa que auguraban todas las encuestas, lo que lo dejaría sin la Delegación del Gobierno, Besteiro encabezó la lista de Lugo al Congreso, donde ocupa ahora un escaño.
En los planes socialistas, todo pasa por potenciar su figura. Si Sánchez se saca algún anuncio de la chistera para la comunidad, será Besteiro quien trate de rentabilizarlo. En la cúpula del PSdeG preocupa más esa cuestión que el vacío gallego en el Consejo de Ministros.