Cataluña ha abierto una nueva etapa política con el pacto que permitirá aprobar los presupuestos de la Generalitat de 2023. El Govern en minoría de Pere Aragonès toma oxígeno justo cuando está a punto de atravesar el ecuador de la legislatura. Los acuerdos de ERC con el PSC y En Comú Podem para salvar las cuentas atenúan la fragilidad del Ejecutivo catalán tras la salida de Junts per Catalunya. Pero estas alianzas coinciden con el comienzo del nuevo ciclo electoral, que ya solo este año incluirá municipales y generales, lo que supondrá la reactivación de la brega partidista en esta segunda parte del mandato de Aragonès.
Hasta el momento, las encuestas de las elecciones catalanas (que, en principio, no están previstas hasta febrero de 2025) han dado alas al PSC, que mantiene una ligera ventaja sobre una ERC que, no obstante, apenas sufre desgaste por la gestión del Govern. En cambio, Junts sería la fuerza que más retrocedería en un hemiciclo en el que mantendrían sus posiciones la CUP y En Comú Podem. En el lado derecho del tablero, Ciutadans sufriría un nuevo varapalo del que se beneficiaría el PP en detrimento de Vox. Con estos movimientos, el independentismo se quedaría al borde de perder la mayoría en el Parlament.
El promedio de todos los sondeos de las elecciones autonómicas publicados durante 2022 otorga al socialista Salvador Illa 4,2 puntos de ventaja sobre el 'president' Aragonès y 9 puntos más que los posconvergentes. El PSC obtendría el 25,3% de los votos, ERC se quedaría con el 21,1% de los sufragios y Junts caería al 16,3% de las papeletas. En los comicios de 2019, las diferencias entre los tres partidos fueron mucho más estrechas: Illa ganó por 1,7 puntos a Aragonès y este se impuso a Laura Borràs por 1,2 puntos.
Los cálculos realizados por EL PERIÓDICO DE CATALUNYA, del grupo Prensa Ibérica, a partir de una fórmula empleada por Ivan Serrano, investigador del IN3 (Internet Interdisciplinary Institute) de la UOC, corresponden a la media ponderada de los principales sondeos publicados. La ponderación se realiza, como en otras fórmulas de este tipo, en función del tamaño de la muestra (cuanto más grande, mayor valor) y de la fecha del trabajo de campo (cuanto más reciente, más significativa).
Otras cuatro formaciones se mantienen en un pañuelo. Vox se sitúa en el 7,4% de los votos, solo una décima más que la CUP (7,3%). Muy cerca de ellos están los Comuns, con el 7% de los sufragios, y el PP, con el 6,6%. Ciutadans sería el farolillo rojo con el 3,6% de las papeletas. Con estos porcentajes, la suma de los votos independentistas en el Parlament sería del 44,7%, lo que supondría un retroceso de 3,3 puntos respecto a las últimas elecciones.
Convertidas estas medias en escaños, el PSC subiría de 33 a 37 diputados, ERC se mantendría en los 33 parlamentarios actuales y JxCat pasaría de 32 a 25 representantes. La CUP crecería de 9 a 10 escaños y arrebataría la condición de cuarta fuerza del Parlament a Vox, que bajaría de 11 a 9 diputados y empataría con el PP. Los populares protagonizarían el gran salto al pasar de 3 a 9 parlamentarios, superando también a En Comú Podem, que una vez más repetirían sus 8 representantes. Ciutadans cedería la mitad de sus actas y pasaría de 6 a 3 escaños.
Así pues, el independentismo retendría por los pelos su mayoría en el Parlament al pasar de 74 a 68 diputados, justo en el listón de la mayoría absoluta.