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Gobierno

Sánchez deja pendientes los cambios internos tras su contraataque en el debate de la nación

Cunde la impresión de que el presidente podría acometer los relevos, si se producen, a la vuelta de verano, para tomar impulso de cara al nuevo curso

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante el debate del estado de la nación. David Castro

El debate del estado de la nación también ha tenido impacto en la vida interna del PSOE. En este caso, para persuadir a la dirigencia de que quizá ahora Pedro Sánchez no emprenda los cambios de los que tanto se oye hablar puertas para dentro. Nadie tiene evidencias, porque a fin de cuentas la decisión solo corresponde al presidente del Gobierno y secretario general, y le gusta manejar celosamente estas cuestiones, pero la impresión que cunde ahora es que el momento más propicio para acometer los relevos, si es que finalmente ocurre, es después de las vacaciones de verano. También la presión es ahora más consistente en el partido. Es decir, que si hay salidas o entradas se darían más en el PSOE, y no en el Gobierno. Ferraz bulle, pero en realidad no hay señales definitivas del líder. Apenas "conjeturas", como las califican fuentes muy próximas al jefe del Ejecutivo.

Ya una semana antes del debate de la nación, y cuando más vivos estaban los rumores de remodelación interna, Sánchez pidió a sus compañeros de la dirección federal que no atendiesen a "tonterías" y se centrasen en lo importante, en vender la acción del Ejecutivo en toda España. El presidente pasó esta semana el examen parlamentario, y la convicción total de que su buen desempeño, su contraataque, ha servido para comenzar a virar el clima político hace pensar, señalan ministros, altos cargos y dirigentes consultados por este diario, que el líder no tiene incentivos para mover piezas, porque emborronarían su "semana redonda" en el Congresorematada con la reunión en la Moncloa con Pere Aragonès.

Para el lunes no se ha convocado la ejecutiva federal, por lo que no puede haber comunicación oficial de cambios. Aunque eso, alerta un cargo, no es por sí misma una señal definitiva

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Se añade otro elemento de análisis: ha arrancado la segunda mitad de julio y parte del país está de vacaciones y desconectada de la actualidad política. Uno de los comentarios más recurrentes dentro del PSOE es que la reestructuración del Gobierno del año pasado se ahogó enseguida. Y aquella se acometió el 10 de julio. Sábado, para más señas. El presidente tiene por delante una intensa agenda antes del 2 de agosto —fecha del último Consejo de Ministros antes de las vacaciones—, con citas como la mesa de diálogo (aún sin día fijado), la cumbre hispano-polaca de Varsovia, el balance de fin de curso ante los medios y una minigira por los Balcanes.

Además, para este próximo lunes, 18 de julio, no se ha convocado la ejecutiva federal, por lo que no puede haber comunicación oficial de cambios. Aunque eso, alerta un cargo, no es por sí misma una señal definitiva. El precedente lo dice todo: Sánchez remodeló su Gobierno el 10 de julio de 2021, pero también provocó un cambio de muchísimo calado en el partido sin notificación previa. Destituyó a José Luis Ábalos como ministro de Transportes y forzó su dimisión como secretario de Organización del PSOE. Y despojó a Adriana Lastra de la portavocía parlamentaria para que se centrara más en su función como vicesecretaria general. Ábalos fue reemplazado de inmediato por Santos Cerdán al frente del aparato y, en septiembre, se formalizó el relevo de Lastra por el canario Héctor Gómez como nuevo jefe de los socialistas en la Cámara baja, así como el aterrizaje de su homóloga en el Senado, Eva Granados. El resto de la reestructuración interna quedó para el 40º Congreso Federal del PSOE, el pasado octubre en València.

Fallos en la comunicación

Sánchez, tras las desastrosas elecciones andaluzas del 19-J, sí insistió en que había que mejorar la estrategia de comunicación, aseveración que algunos interpretaron como un indicio de posibles cambios de portavoces. En la Moncloa sí se tiene claro que ha fallado ese eslabón, porque no había "calado" el mensaje de la acción del Ejecutivo. Pero nadie se atreve a extender la receta.

El nuevo ciclo electoral que se abre a partir de septiembre, en la rampa de salida de las elecciones autonómicas y municipales de mayo de 2023, también sugiere para varios dirigentes la necesidad de reforzar la acción del PSOE, para prepararlo y fortalecerlo de cara a los comicios. La ejecutiva que salió del 40º Congreso, que se esperaba con más peso político, ha resultado ser igualmente débil, apenas sostenida por los números dos y tres, Lastra y Cerdán, y sus equipos, y con Felipe Sicilia, portavoz de la dirección, como cara visible de Ferraz.

El pico de tensión entre Lastra y Cerdán ocurrió entre finales de 2021 y comienzos de 2022, y Sánchez delimitó, vía reglamento, las funciones de ambos, reforzando el papel de la asturiana

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Pero hay otro elemento que se cruza, nada menor, y que lleva a algunos a pensar que Sánchez puede intervenir. Se trata de las disfunciones que se aprecian en la cúpula por la tensión, con altibajos, entre precisamente Lastra y Cerdán. La bicefalia, de nuevo, no ha sentado bien en el PSOE. Los dos coinciden en señalar, según ilustran fuentes muy próximas a ambos, que la relación entre ellos es buena, que no hay problemas, que ya pasó su peor momento. Fue entre finales de 2021 y comienzos de 2022.

Las tiranteces entre la vicesecretaria general y el responsable de Organización llegaron a tal punto que Sánchez tuvo que delimitar más nítidamente los espacios de trabajo entre ambos. El fruto de aquel conflicto fue el reglamento de la ejecutiva federal, un documento que se aprueba siempre tras un congreso del partido y que no suele tener mayor enjundia. Sí en este caso, porque lo que hizo el presidente fue reequilibrar el reparto de poder, reforzando el papel de Lastra, otorgándole el mando de la comunicación y de la estrategia de los grupos parlamentarios.

El precedente de 2021

Desde la óptica de la dirigente asturiana, según indican fuentes próximas, no ha interferido en la vida interna del PSOE, tarea del jefe del aparato. En el flanco contrario, se siente que es ella la que no ha encontrado su espacio tras dejar la portavocía parlamentaria. De fondo colea la responsabilidad última del fiasco de las andaluzas, pilotadas por Organización (como pasa en todos los comicios), y la lectura un tanto condescendiente que se hizo de ellas, que corrió a cargo de Lastra y de Sicilia.

A Sánchez no le gustan ni las intrigas ni las peleas internas, y fue implacable cuando se vieron los choques entre Calvo y Redondo

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Esta semana, en los pasillos de la Cámara baja —no se vio a la parlamentaria asturiana, de baja médica—, las preguntas seguían sin respuesta. Nadie sabe si los números dos y tres pueden ser castigados y hasta apartados, aunque el golpe sería total, ya que ambos son de la confianza del líder. Al menos, hasta ahora. Y si perdieran el respaldo del líder, continúan fuentes próximas a uno de ellos, "dimitirían". El secretario general podría lanzar mensajes indirectos: si, por ejemplo, penalizara (o destituyera) a Sicilia, muy cuestionado internamente, se interpretaría como una desautorización de Lastra, porque el diputado jienense pertenece a su círculo más próximo. "Yo es que no he oído a Pedro hablar mal de ninguno de ellos, así que me resulta difícil anticipar qué puede pasar", sostiene una ministra de peso.

Lo que sí tienen todos en mente es que a Sánchez no le gustan ni las intrigas ni las peleas en su núcleo de poder, y fue implacable cuando observó las rencillas en su entorno: el año pasado cortó por lo sano para acabar con la pugna, ya nada soterrada, entre la entonces vicepresidenta primera, Carmen Calvo, y que era su jefe de Gabinete, Iván Redondo. Ambos fueron cesados, y la lucha interna es uno de los elementos (no el único) que se siguen aduciendo en el Gobierno y en Ferraz para explicar sendas salidas. Desde entonces, el primer anillo de poder en la Moncloa se recompuso: a Félix Bolaños, ministro de la Presidencia, se unieron el sustituto de Redondo, Óscar López, y su dos, Antonio Hernando.

La letra de los estatutos

En cualquier caso, nadie dice saber qué hará definitivamente Sánchez. "Los cambios solo los sabe Pedro y no los consulta con nadie", asevera un barón muy respetado y con relación frecuente con la cúpula. "Nada de conjeturas", subraya un cargo gubernamental de primer nivel. Ahora sí cunde la impresión de que los cambios pueden afectar más al partido que al Gobierno, y eso que antes de las andaluzas muchos dirigentes y cuadros territoriales señalaban las flaquezas del Ejecutivo, entre ellas la falta de un escudero potente del presidente, tarea que antes asumían Calvo y Ábalos. También se ha señalado al portavoz en el Congreso, Héctor Gómez, aunque fuentes muy próximas insisten en que él está "muy tranquilo" y que goza de la total confianza de Sánchez, quien lo propuso directamente. Es decir, que su nombramiento no es cuota ni de Lastra ni de Cerdán. La tensión interna es alta y los reproches son cruzados.

El presidente puede cambiar su Gobierno sin problemas. También lo puede hacer en el partido, aunque el procedimiento es distinto

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El presidente puede proceder a cambios en su Gabinete sin problemas: es su prerrogativa constitucional. En el partido, también, aunque el procedimiento es distinto. La ejecutiva federal es elegida por el congreso y las vacantes que se produzcan en ella "serán cubiertas por esta a propuesta de la Secretaría General y ratificadas en el siguiente comité federal", el órgano máximo de dirección, según consigna el artículo 34.4 de los estatutos. Además, la ejecutiva puede nombrar delegados federales, con voz pero sin voto. Es decir, que la potestad del líder es amplísima.

Otro elemento de análisis es la posibilidad de que el presidente ordene los relevos para designar candidatos para municipales y autonómicas. Por ejemplo, la ministra de Sanidad, Carolina Darias, para cubrir el hueco en el Ayuntamiento de Las Palmas.

El PSOE, pues, se mantiene en guardia, a la espera de las siguientes señales de Sánchez. Pero podrían demorarse. Si acaban llegando.

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